Una posición desfavorable a las posturas del gobierno israelí ocurre hasta en el propio país. El Estado cuenta con 120 parlamentarios de diferentes ideas políticas, donde hay derecha, izquierda, centro, partidos judíos laicos, judíos religiosos, ateos, árabes, cristianos, etc. Este parlamento es escogido durante un período de cuatro años y podría cortar su tiempo de validez si se disolviera por fallas en su gestión.
El país, además, cuenta con medios de comunicación que se encargan de generar críticas contra las actividades de los poderes del Estado, organizaciones no gubernamentales y cortes de justicia que trabajan con independencia para asegurar el libre acceso de todos los ciudadanos del país e incluso de los territorios disputados con los palestinos.
Cuando una acción de algún miembro del Estado es contraria a la ley del país o de las leyes internacionales, la crítica tiene validez indiscutible. Si un oficial por ejemplo se sobrepasa en sus funciones; con un acto de «gatillo fácil» o comete un delito, existen todas las herramientas jurídicas que podrían generarle una condena y las críticas ante la opinión pública, como ocurrió en el caso del asesinato del joven Yehuda Biadga en enero de 2019, o el caso de Elor Azaria en 2017 acusado de asesinato contra un palestino de Hebrón.
También en el marco jurídico internacional se hacen intentos por acusar a autoridades israelíes de crímenes frente a la Corte Penal Internacional, la cual no es un tribunal de justicia como tal y además se ha transformado en una entidad politizada y acusada de sobreactuar según su propia jurisdicción la cual se sujeta a Estados soberanos, algo que en el marco existencial del Estado palestino no tiene esas características al no tener soberanía sobre su territorio.
Evidentemente, es un acto más político que jurídico y, desde el acceso que tienen los palestinos a esta corte, se ha amenazado constantemente con llevar a políticos y militares israelíes ante ese organismo; sin embargo, de darse el tema sin duda sería recíproco ya que, eventualmente, se podría llevar a autoridades palestinas ante dicho organismo por los actos que realizan los miembros de la agrupación islamista Hamás en la Franja de Gaza contra posiciones civiles al sur de Israel y por exponer a los propios civiles palestinos como escudos humanos en los casos de enfrentamientos armados contra el ejército israelí.
En todo caso, es muy válido que si se tienen sospechas o claridad de que un gobierno tiene políticas cuya intención final sea la contemplada por la Convención de 1948 para la Prevención y la Sanción del Delito de Genocidio (Art. II) pueden ser sancionados según el Art. I del mismo documento y se debe denunciar y combatir desde todos los frentes posibles.
Por supuesto que, en la crítica a las acciones del gobierno israelí, en muchas oportunidades se incurre en acusar y generalizar los ataques contra los judíos y no se ven las acciones propiamente del individuo que comete el delito. Mucho peor es cuando además se señala a judíos en otras latitudes (fuera de Israel) como culpables de las acciones del Estado hebreo en el Medio Oriente.
La periodista española Pilar Rahola, indica que expresiones cuyo fin vaya más allá de criticar las posturas del gobierno y que caigan en la banalización del mal contra los judíos, como minimizar el terror de agrupaciones palestinas, el revisionismo o la negación de la shoah, la justificación del asesinato de judíos como forma de protestar contra la «ocupación israelí», etc. ingresan peligrosamente en el área del antisemitismo y divaga fuera de la sana protesta política.
La ambigüedad del antisionismo
El sionismo es el movimiento de autodeterminación del pueblo judío en el cual se le otorga la facultad a este grupo a tener el derecho de su propio Estado. Los estatutos del sionismo no incluyen ni la segregación, ni el racismo como principios políticos. De hecho, ni siquiera se puede señalar que sea monolítico ya que hay distintas ramificaciones del sionismo, incluyendo uno laico no religioso (judío identitario), sionismo religioso, sionismo de izquierda (parte de los fundadores de las granjas comunitarias), sionismo de derecha (religiosos y laicos), sionismo de centro, entre otros; no es un movimiento de una sola posición, salvo el principio de independencia del Estado judío.
Estas últimas características les fueron endosadas conforme el paso del tiempo fue generando un lobby que lo estableció de esa manera, el mismo que en el año 1975 señaló que dicha ideología es racista, y que fue promovida por los árabes que se han opuesto a cualquier posibilidad de una independencia judía y que en algún momento también hicieron alianza con los nazis para que destruyeran cualquier posibilidad de emancipación hebrea. Esta medida fue anulada en el año 1991, en el marco de la Conferencia de Madrid que serviría de base para las negociaciones de paz que llevarían a Oslo en 1993 (posteriormente en 1995).
Por supuesto, hay judíos que no apoyan el sionismo, como bien se ha explicado a través del presente documento: grupos de izquierda, ultra religiosos, asimilistas, etc., lo que necesariamente no dice mucho. También han existido judíos con auto odio, ante lo cual no se considera que esto sea una idea generalizada entre el judaísmo, lo que más bien muestra es la diversidad de criterios que existe.
Hay comunidades y grupos como los mencionados anteriormente que no tienen puntos favorables a la ideología sionista, ya sea porque comparten los ideales de la izquierda revolucionaria y consideran a Israel un producto del capitalismo o el liberalismo económico. Otras, porque creen que el Estado judío solamente se puede dar en la Era Mesiánica o simplemente porque no tienen ningún interés por Israel como Estado ya que su vida se desarrolla en otro territorio que tiene sus propias ideologías con las cuales se identifican más en su identidad nacional.
También debe destacarse que en el espectro del sionismo hay diversas posiciones en el espectro político clásico: izquierda y derecha (económica o política), religiosos, laicos, ateos, etc. La base es la autodeterminación, pero el espectro de ideas es mucho más amplio en la forma en la cual el sionismo se puede desarrollar, un elemento que se puede notar desde la conformación de los primeros grupos sionistas en el mundo.
La pregunta de rigor que se debe analizar con profundidad es: ¿se puede ser antisionista sin ser judeofobo?
La respuesta plantearía inicialmente que es probable contender contra la ideología del sionismo; sin embargo, la línea entre negar un movimiento nacionalista, cuya base ideológica se sustenta en la autodeterminación judía, y la negación del judaísmo es en muchas oportunidades delgada y casi invisible. En un artículo el escritor español Ángel López, citando al escritor argentino Gustavo Perednik lo explicó del siguiente modo:
Aun cuando desde un punto de vista estrictamente teórico se podría ser antisionista y no judeofóbico, el antisionismo propone acciones que llevarían a la muerte de millones de judíos. Por ello en el mundo las dos expresiones de odio (a Israel y a los judíos) están íntimamente entrelazadas, como muchas veces revelan sus propios voceros... (López, Á., 2007).
Cuando esa afiliación opositora le quiere negar el derecho de desarrollarse libremente a los judíos y a tener su propio Estado, basado en las normas morales y sociales de su propia doctrina religiosa, se cae en elementos de carácter judeofóbico. Nadie le niega a la inmensidad de países islámicos el tener su propia afiliación religiosa y proclamarse en su nombre o tener una teología específica, o su constitución.
Lo mismo debería ocurrir con los judíos y su intención de tener un Estado, con la salvedad de que el judaísmo, más que una religión, es una identidad nacional vinculada a una espiritualidad común que pasa entre generaciones. Es por esta razón que la IHRA al adoptar su definición de antisemitismo involucra al antisionismo como un blanqueamiento del odio contra los judíos, desde lo que actualmente se considera «políticamente correcto», ya que se utiliza esa muletilla para tirar odio y generalizar en contra de las juderías.
La judeidad de Israel como Estado no quiere decir que en él otras doctrinas no tengan cabida y espacio; salvo aquellas que buscan su destrucción parcial o total, ya que el país se desarrolla en democracia (imperfecta por supuesto), con políticas que procuran ser inclusivas, sin perder la naturaleza judía del país, algo que garantizó de manera normativa la ley del Estado nación, promulgada desde el 2018, que blindaba la posibilidad de que ante la organización social de algunas regiones del país pudiera existir la motivación de realizar un proceso de autodeterminación bajo otras realidades.
En cuanto a los abusos que cometen algunos israelíes contra poblaciones palestinas, estas acciones son fuertemente criticadas por muchos de los actores políticos y sociales del Estado. El asesinato alevoso de miembros de las comunidades palestinas genera una introspección nacional que ha restado puntos a un gobierno, al punto de que es causal para no extender un período más su labor, porque la agenda externa relacionada con los palestinos siempre se considera a la hora de postularse en las elecciones nacionales.
Por otra parte, una de las señales más claras de que se está pasando una línea peligrosa con respecto a la crítica válida contra las acciones del Estado hebreo es cuando se cae en nociones judeofóbicas y señalamientos contra las comunidades judías fuera de Israel, acusándoles en reiteradas ocasiones de tener una «doble lealtad» para con el país donde se desarrollan y otra en función de los intereses del Estado judío, al mejor estilo panfletario del libro de Henry Ford, El judío internacional.
Es en ese punto que cualquier señalamiento sobre el supuesto del antisionismo no tiene un asidero fuerte. Cuando el señalamiento es que los judíos obedecen a lo que venga del gobierno israelí, ante lo cual se convertirían automáticamente en traidores del país en el que han nacido o se han desarrollado desde la llegada de sus padres, ahí la delgada línea se rompe y se da el paso hacia un antisemitismo justificado por el doble juego que se aplica cuando se habla contra el sionismo.
Notas
Aurora. (2019). Familiares acusan de «gatillo fácil» a la policía por la muerte de un joven etíope. Enero, 20.
Barnavi, É. (2008). Cinco proposiciones sobre la historia del sionismo político. Universidad de Tel Aviv.
Emergui, S. (2017). El soldado israelí Elor Azaria, culpable de homicidio por matar a un atacante palestino herido en Hebrón. El Mundo. Enero, 4.
Gilboa, E. (2021). La decisión de la CPI de investigar a Israel es infundada pero peligrosa. Aurora. Febrero, 10.
Gumucio, J. C. (1991). La ONU anula la resolución que condenaba el sionismo como una forma de racismo. El País. Diciembre, 16.
Naciones Unidas. (1975). 2400ª sesión plenaria.
Naciones Unidas. (s.f.). Convención para la Prevención y la Sanción del Delito de Genocidio.
Persico, T. (2018). Sobre la Ley Básica Estado Nación del Pueblo Judío. Hatzad Hasheni. Agosto, 8.