Para toda mujer la belleza es símbolo de poder, respeto y confianza en sí mismas; su imagen es su carta de presentación hacia el exterior. Motivadas por la necesidad de siempre verse bellas a lo largo de la historia, se han encargado de practicar diferentes técnicas de maquillaje, peluquería, mejoramiento de la piel, entre otras, con el objetivo de realzar su feminidad. Aunque no lo crean, algunas veces eran capaces de maltratarse con tal de ser consideradas como «la mujer perfecta».
Con el propósito de conmemorar el mes de la mujer, es propicio realizar un recorrido histórico por las diferentes técnicas de embellecimiento que utilizaban las féminas en diversos lugares del mundo, así como también conocer cómo han sido los cánones de belleza en cada época hasta la actualidad.
Belleza egipcia
La civilización egipcia fue una de las primeras en aprovechar el ámbito de la cosmética. Recurrentemente, las mujeres se aplicaban cremas y ungüentos que favorecían el cuidado de la piel dejándola protegida contra las altas temperaturas. Los mencionados productos también podían ser a base de pulpa de albaricoque o de caracoles cuando se quería prevenir la aparición de las arrugas.
Para iniciar con su maquillaje, las egipcias empleaban en sus ojos una mascarilla elaborada con hollín y amoníaco conocida con el nombre de Kohl. Como regla que señalaban los cánones de belleza de la época, los ojos debían estar delineados en colores negro y verde. Asimismo, recurrían a compuestos de óxido de hierro con ocre rojo para pintarse los labios.
Los conceptos de manicura al igual que pedicura también comenzaron a utilizarse en este lado del planeta al igual que la depilación con cera, preparados a base de gomas o cenizas. Para ellos, esta última técnica era una de las más importantes en su camino al embellecimiento, puesto que un cuerpo sin vellos podía ser considerado «perfecto».
La reina Cleopatra ha sido descrita como una de las mujeres más hermosas de Egipto, para lograr una piel más suave y elástica esta tomaba baños de leche de burra con miel.
¿Qué hacían los griegos y romanos?
Tanto hombres como mujeres griegos y romanos se peinaban, depilaban y maquillaban por igual ya que, para ambos sexos, la belleza era de gran importancia.
Los cánones de la antigua Grecia respondían a patrones armónicos además de matemáticos. Para ellos, los cuerpos eran perfectos cuando gozaban de gran simetría. Según el escultor Policleto: un cuerpo debe medir por siete veces la cabeza para ser considerado «ideal».
Por si fuera poco, las mujeres debían tener los senos pequeños, caderas anchas, cabello ondulado y nariz afilada para ser tomadas como referencias en materia de belleza.
Por su parte, las mujeres romanas utilizaban el ácido tartárico obtenido de las sobras del vino para los procedimientos de peeling químico. Cabe destacar que, entre las ocupaciones de ciertos esclavos romanos, se encontraba el embellecimiento de sus amos, por lo que estos debían ser especialistas en maquillaje, así como también en peluquería.
En esta civilización ya se hablaba de cirugías estéticas, las cuales tenían un valor reconstructivo. Las mujeres se sometían a ellas cuando necesitaban hacerse un retoque de ojos, labios, dentadura o nariz. Este último caso era el de aquellas adulteras o ladronas, a quienes ordenaban quitarles la nariz como castigo.
Cristianismo vs belleza
Durante la Edad Media las mujeres no se preocupaban por su aspecto físico debido a que, según los ideales del cristianismo, la fémina solo debía enfocarse en la salvación de su alma en lugar de la frivolidad que representaba la moda.
Con el paso del tiempo, la coquetería volvió a tomar auge con la influencia de la cultura musulmana, puesto que ellos sí le daban real importancia a su aspecto personal.
Este tipo de mujeres brindaban un importante cuidado a sus rostros aplicando carmín tanto en sus mejillas como en los labios además de delinear sus ojos con Kohl. Para salir a cualquier lugar cubrían sus rostros con velos largos de variados colores.
También se mantenían perfumadas con aromas muy finos, cuidaban sus uñas y adornaban sus manos con diferentes clases de joyas. De igual forma, se realizaban varias sesiones de masajes relajantes para el cuidado de su piel. Es así como la belleza volvió a tomar la importancia que merecía durante esa época.
Rostros no tan blancos para el renacimiento
Durante el Renacimiento, el canon de belleza en el que se inspiraban las mujeres de la época se basaba en la proporción y armonía. Un ejemplo de este estilo a nivel femenino era la Venus de Milo, una de las estatuas más memorables del período helenístico.
Para que una mujer fuera considerada hermosa o perfecta en esa época debía tener las siguientes características:
- Cabello rubio
- Delgada
- Ojos claros y grandes
- Cuello largo
- Senos pequeños
- Manos cortas además de delgadas.
En esta época se recurría al uso de cremas con aroma o perfumes para ocultar los malos olores producto de la suciedad o falta de baño.
Con respecto al maquillaje, las féminas usaban polvo de arroz para una mayor palidez en su rostro. A su vez se le daba una mayor viveza con colorete en las mejillas y Kohl para delinear los ojos.
Quienes padecían de alguna enfermedad optaban por utilizar más maquillaje de lo normal, de esa manera ocultaban dicho padecimiento.
Por el contrario, en el Barroco la tendencia era exagerar las facciones, motivo por el cual se hizo más frecuente la mezcla entre el azafrán y el polen hasta obtener un color azul que se aplicaba tanto en la frente como en las manos para dar una mayor pronunciación a las venas de esos lugares.
De igual forma se colocaban lunares y pelucas. Los primeros podían pintarse de negro o ser de terciopelo para disimular las marcas que quedaron en sus rostros producto de la viruela. También estuvo de moda el uso de los corsés; con ellos se acentuaban las curvas de las féminas.
Belleza oriental
En Japón las geishas fueron otro estándar de mujer perfecta. Ellas se dedicaban a la práctica de danzas tradicionales, canto, literatura, ejecución de instrumentos musicales, poesías, entre otros artes que utilizaban para entretener a sus clientes en los diferentes banquetes o eventos sociales.
Para su maquillaje estas usaban cera binsuke como base, al igual que lápices de pétalos de cártamo aplastados para pintar sus labios, cada una de ellas se encargaba de cuidar su maquillaje debido a que se trata de una pieza fundamental para su trabajo.
Belleza victoriana
Durante el mandato de la Reina Victoria, las mujeres se sometían a dolorosos procedimientos para verse bellas.
Quienes eran mayores de 30 años podían realizarse el maquillaje de la época; este consistía en ocultar el color natural del rostro volviéndolo completamente blanco. Posteriormente, se procedía a realizar delineados con tiza o mercurio. Por si fuera poco, solían tomar baños de azufre para mejorar la calidad de la piel, este también es beneficioso para las uñas y el cabello.
Las mujeres que lo practicaban debían tener mucho cuidado, ya que si inhalaban esta sustancia podían morir envenenadas.
Durante esta época se encontraban de moda las «grandes melenas» que podían ser pelucas o hacerse con el cabello natural. Aquellas que gozaban de una cabellera rubia quemaban algunos mechones para obtener mayor volumen. En vista de la acción reiterativa, las féminas de la época utilizaban grasa de los osos pardos para evitar la caída del cabello y también para suavizarlo. Esta acción provocó la extinción de estos animales.
A medida que avanzaba su edad, se visualizaban más arrugas; para eliminarlas tomaban baños con agua y sal. Posteriormente se realizaban leves descargas eléctricas.
Durante esta época, las mujeres se veían obligadas a seguir estos patrones de belleza para ser vistas como «la mujer perfecta».
¿Cuál ha sido el canon de belleza en los últimos años?
Con la llegada del nuevo milenio los cánones han cambiado rápidamente ya que ahora los cuerpos de las mujeres deben ser delgados, la estatura elevada, busto grande, abdomen plano, cabelleras lisas u onduladas. El físico sigue teniendo una gran importancia, haciendo que algunas deseen realizarse cirugías estéticas sin importar los riesgos que puedan correr para convertirse en ejemplo de belleza.
Además de la mejor apariencia, tanto la calidad humana como el intelecto han cobrado una mayor relevancia, es decir, al igual que un cuerpo escultural, la mujer perfecta también debe tener ideales sólidos, seguridad en sí misma e incluso vocación al servicio de la sociedad.
Por más que cambien las técnicas de maquillaje o de belleza en general, nunca pasará de moda la necesidad de verse y sentirse bellas para enfrentar mejor todos los retos de la vida.