Estoy completamente seguro de que muchas personas no van a estar de acuerdo con lo que en el siguiente texto voy a escribir. Sin embargo, es mi esperanza que al menos esto ayude un poco a despertar el interés en intentar un verdadero cambio para el bien (y futuro) del waterpolo. Sobre todo en mi país de origen.
Tal vez de forma un tanto ingenua seguimos pensando que nuestro juego mundialmente está caminando bien, cuando en realidad no lo está. En Europa, el núcleo principal del waterpolo, el estilo de entrenamiento y ejecución, no ha cambiado en más de 70 años (muy útil para algunos, pero fatal para muchos más), y aunque expuse en mi anterior texto sobre el waterpolo japonés que posiblemente este sea un camino para redirigir el deporte, el panorama actual es un poco menos optimista.
He estado involucrado en el waterpolo más o menos unos 15 años, todos de jugador, la mayoría de ellos en un equipo amateur de mi país natal y los últimos tres años en un equipo profesional de Europa del Este jugando ligas y copas internacionales a un nivel mucho más que satisfactorio. Y aunque lo que voy a escribir no suena muy conforme, la mera verdad es que ha sido un honor y felicidad absolutos pertenecer a mi actual equipo sin ninguna duda. Honestamente hablando, hay una diferencia abismal de juego entre América y Europa, por diversas razones; sin embargo, a pesar de estas discrepancias deportivas, hay muchas cosas que me hacen pensar y sentir que nuestro deporte profesionalmente hablando dista mucho de otras disciplinas en cuanto a infraestructura, popularidad, poder adquisitivo, y un largo etcétera, que he llegado a experimentar en carne propia. Algunos ejemplos:
En los equipos top en Serbia, Croacia o Hungría es muy difícil poder vivir del waterpolo como jugador profesional, al menos vivir holgadamente; aun cuando seas campeón de la LEN Champions League, campeón de Liga o incluso campeón olímpico: muy, pero muy pocos jugadores y/o equipos pueden realmente mantenerse del waterpolo, teniendo que ejercer otros oficios o profesiones alternativas para sustentarse.
En países como Serbia, Croacia y Hungría (hasta Italia), las albercas, incluso las que son propiedad de equipos importantes, son comunitarias. Esto significa que tus horarios de entrenamiento y uso de espacio son muy restringidos, por no decir castigados, pues para la Administración, los jugadores tienen la misma importancia que personas comunes y corrientes, las cuales solo usan la alberca para esparcimiento.
Hablando de los Balcanes específicamente: Un equipo X (guiño guiño) puede ser multicampeón de la liga local y continuamente aparecer en las fases finales de la Liga Adriática o calificar casi siempre a la Champions League e incluso aportar varios jugadores a los cuadros nacionales (que por cierto son campeones mundiales, olímpicos y europeos), pero no por ello va a recibir si quiera la mitad de la atención que merece un partido de fútbol del mismo equipo (el cual está a media tabla y ni siquiera compite en Europa), ni la mitad del marketing, y ya ni hablemos de dinero o inversión.
Pero ¿por qué razón sucede todo lo anterior? Yo sé que suena a un tremendo lamento de mi parte. Y obviamente lo es. Sin embargo, las dimensiones de ello van mucho más allá:si esto sucede en los países más ganadores y poderosos del waterpolo, ¿en qué circunstancias se podrían encontrar el resto? Además, tenemos un deporte francamente muy impopular, y muy difícil de ver, pues sabemos que es demasiado estático y bastante lento.
La gran mayoría de los países en el mundo no apoyan el waterpolo como deporte nacional y muy poca gente lo practica de manera regular. Hay menos de 10 naciones en el orbe, la mayoría de ellas europeas, que tienen posibilidades reales de ganar un campeonato mundial o unos Juegos Olímpicos. No hay muchas ligas formales fuera de Europa, pero definitivamente de Estados Unidos para abajo, Asia y África, el waterpolo es prácticamente inexistente. Como ya lo dije muchas veces, nuestra disciplina apenas sobrevive en el panorama deportivo.
Hasta la fecha, el estatus de olímpico y el apoyo de FINA han ayudado al waterpolo a perdurar como deporte internacional. Pero dicho estatus es puesto a prueba cada 4 años y al parecer está muy en entredicho últimamente, pues poca gente dentro de FINA siguen «bancándolo». Como todo en esta vida gira alrededor de los ingresos y ciertamente con la falta de popularidad del waterpolo en comparación a la natación, los clavados o el nado sincronizado, es muy posible que sea excluido de ser deporte olímpico en un futuro no muy lejano, lo que sería fatal para todos sus aficionados (sin tomar en cuenta para nada, la inclusión reciente de los e-sports que irán ganándole terreno paulatinamente a diversas disciplinas «físicas» no tan populares, pues recordemos que para Tokio 2020 ya estarán presentes como deportes de exhibición, algo que ni el raquetbol, por ejemplo, ha logrado todavía).
Creo que toda la gente que sentimos pasión por el waterpolo deberíamos estar pensando qué hacer para atraer a más personas alrededor del mundo y también para descentralizar el juego de los Balcanes.
Necesitamos contagiar de la misma excitación que sentimos nosotros sus amantes, a mucha más gente para practicarlo o para verlo. Un deporte el cual sea viable jugar para más personas y que se pueda entender más fácilmente. Tal vez, se requiera más marketing, mayor inversión, más apoyo de los organismos deportivos de cada país y sí, claro que se necesita todo lo anterior, pero para que ello ocurra deberemos construir un mejor deporte que pueda trascender hacia la meta que deseamos.
En mi opinión (muy personal y sesgada) cómo se juega el deporte actualmente no es suficiente para atraer a la muchedumbre. No necesitas ser un jugador/entrenador experimentado para notar que los partidos dependen mucho del físico, y que son bastante estancados, que la mayor parte «interesante» del juego sucede bajo el agua, de manera vertical y que prácticamente no existe el movimiento a excepción de cambiar de portería en cada ataque. Supongo que sería mejor ver personas moviéndose y no solamente un balón haciéndolo. Como ya lo comentaba, el énfasis del deporte en el tamaño del jugador es suficiente para dejar a un lado a millones de personas alrededor del mundo.
Nuestro Frankenstein particular
Existen muchos problemas alrededor del waterpolo empezando por el medio en el que se practica. El agua disminuye considerablemente el movimiento de todos los jugadores, y es por esa misma razón que una buena parte de la acción sucede abajo, donde ni siquiera los árbitros pueden ver a ciencia cierta qué está ocurriendo. Para un fan desde la grada, o desde la televisión, observar cabecitas con gorritos blancos o azules no resulta del todo atrayente. Ahora, a esta restricción natural del medio, sumémosle que nos decantamos por el waterpolo estilo balcánico completamente vertical y estático, que es lo que practicamos todos actualmente, en mayor o menor medida, con una sola excepción (ya la mencioné): tenemos como resultado un aletargamiento enorme del juego.
Con este estilo, por supuesto que lo que se potencia es el físico, y mucho más el del boya. Y ya que lo menciono, ¿qué tan importante es el rol del boya en un equipo? Es clave para el estilo actual. Sin un boya físicamente poderoso es imposible que un equipo domine el escenario presente. Sin embargo, jugar con el centro enfrente de la portería es una tradición que lleva más de 70 años sin cambio, solo que ahora el rol es mucho más influyente para el modo de juego, lo cual nos ha orillado al cerco deportivo que vivimos.
Realmente, ¿qué es lo que el boya hace para contribuir al ataque de su equipo, cuando todos juegan zona estática, además de provocar expulsiones? Citemos las palabras del entrenador más exitoso del mundo Ratko Rudic en referencia a esta posición del juego y que cada uno saque sus propias conclusiones(quien guste corrobore en Google):
Muchos equipos tienen a un solo boya en su cuadro. Esto es básicamente porque si el balón llega a los 2 metros la expulsión está totalmente garantizada. Entonces, un coach solamente necesita a un jugador físicamente muy fuerte que «pretenda» recibir el balón, y no a un jugador realmente técnico con un buen manejo de balón y que sea capaz de anotar.
¿Cuántos deportes permiten a un jugador mantenerse completamente anclado a una posición, luchando con su defensivo, mientras los otros jugadores se colocan casi igualmente estáticos a su alrededor, simplemente pasándose el balón hasta que dicho jugador central obtenga una «ventaja» para recibirla? Solamente el waterpolo.
Entiendo que existen las entradas desde cuatro metros, los cambios de boya en tiempo real, el colocar dos boyas en cada poste, etc. pero estas «variaciones» son prácticamente una rotación de la media luna, y bastante transparentes para una zona estática dependiente de la fuerza física. He visto equipos bien entrenados aplicando el estilo actual, perder completamente el aire contra otros equipos sin entrenar o fuera de ritmo, por el simple hecho de que estos últimos son físicamente mucho más fuertes. Y es que ¿quién no se va a cansar luchando contra un mastodonte de 2 metros todo el tiempo tratando de vencerlo en su propio territorio?
Romper los paradigmas
En un deporte francamente tan arraigado como el waterpolo, donde innumerables vacas sagradas abundan entrenando y masificando un estilo arcaico en sus respectivos países (que ni les funciona a muchos tristemente), frenando los cambios necesarios y no contribuyendo en lo absoluto al crecimiento del deporte en muchos lugares del orbe, será en extremo difícil romper el establishment. Tener una disciplina que ha creado una tradición por muchísimo tiempo está bien, pero si ya no puede funcionar más, es imperativo un progreso y primeramente me parece deberemos identificar las áreas que requieren mayor atención hoy día, en cuanto al tema deportivo se refiere.
Los puntos a continuación presentados, son meramente una «clarividencia» personal por lo poco o mucho que he experimentado y/o escuchado, y claro, no es ni por equivocación la verdad absoluta, pero puede ayudar a preguntarnos si estamos contentos/satisfechos con todo aquello que construye a nuestro waterpolo, ya que estoy seguro de que mucha gente allá afuera desearía ver otro país fuera de Serbia, Croacia o Hungría estar en la cima de un medallero olímpico alguna vez:
Demasiado estático.Me parece que es lo que he repetido hasta el hartazgo desde el anterior texto. El juego debiera ser mucho más horizontal, mucho más fluido, con mayor conducción, con defensas hombre a hombre y que se atacara directamente la portería con todo ello, en lugar de lo que tenemos con las reglas y marcaciones actuales. Por supuesto teniendo en cuenta las restricciones del medio.
Demasiadas exclusiones. El juego está enfocado al boya, incluso las marcaciones del árbitro; realmente cada ataque lo que se busca es generar una condición de 6 contra 5, en lugar de buscar anotar con otros recursos en igualdad de condiciones, porque las reglas y el deporte así lo permiten. No hay muchas variaciones al respecto, lo que vuelve al juego bastante soso y predecible.
Fouls (faltas) en contra. Algo que contribuye mucho más al juego estático, cuando un jugador intenta quitarse a su defensa moviéndose o nadando, el árbitro marca muy fácilmente el foul ofensivo.
Un juego inherentemente hecho para fouls. Probablemente otro de los puntos cruciales por los que el deporte se vuelve demasiado lento y tedioso. En el waterpolo, los fouls ocurren casi a cada segundo, y el árbitro los marca. Hacer falta, es extremadamente sencillo en este deporte, fácilmente un arbitro puede pitar más de 100 veces en cada partido. Y si las reglas lo permiten, claro que es más fácil para un defensa hacer una falta para detener una jugada o para evitar un pase, ya que tenemos un número ilimitado de fouls que podemos cometer (sin contar las exclusiones). Me parece que somos uno de los pocos deportes en el mundo, si no es que el único, que básicamente puede hacerle falta a un jugador que va a tirar y no ser expulsados o castigados por ello. Y muy a pesar de la regla FINA 7.3, diseñada aparentemente para incrementar la ventaja del ataque. Esta nos dice sobre la expulsión de un jugador que haya cometido foul sobre un atacante directamente frente a la portería, porque le quita totalmente la oportunidad de anotar. En realidad, esta regla es una falacia absoluta, ya que no da ninguna ventaja, pues a partir de su implementación, los entrenadores motivan más a sus defensas a cometer el foul, porque es más sencillo intentar defender un hombre de más, que una ventaja franca frente a la portería.
La regla 7.3 «destruye» al boya. Además de la falacia en la ventaja del ataque, esta regla ha cercado aún más el rol del boya a lo que hemos descrito con anterioridad. El boya ya no recibe un foul sencillo, ya es una expulsión automática. En consecuencia, el boya se limita muchísimo (como lo dijo Ratko Rudic): ya no tira, ya no pasa, ya no distribuye, su rol se restringe a ser un saco de faltas para crear expulsiones, que los entrenadores explotan de sobremanera como una táctica primaria y teniendo modalidades de ataque muy limitadas.
Ventaja total para los «tanques». Con reglas que favorecen una defensa agresiva capaz de cometer demasiados fouls, disminuyen considerablemente las oportunidades de ataque para equipos con condiciones físicas menores a las de sus contrincantes. Y disminuyen más si el boya no es lo suficientemente fuerte para aguantar la lucha por las faltas en su posición inamovible.
Sinceramente veo poco probable se puedan ajustar cambios tan profundos en este deporte (al menos en tan poco tiempo); creo que los puntos expuestos son un problema efectivo, y aunque suene bastante acomodaticio de mi parte, pues muchos dirán: «Ya mejor dedícate a otra cosa, hijo», como dije la situación balcánica va achicando cada vez más las posibilidades de esta disciplina en el mundo. Tal vez una opción para no modificar las reglas o el deporte, sea practicarlo de otra manera como en Japón (algo que escribí en mi anterior texto), pero habría que ejecutar un cambio radical de igual forma.
Verdaderamente casi ningún practicante de waterpolo, con nacionalidades distintas a las del elite 4, podemos jactarnos de sentirnos «suficientemente buenos» a mi modo de ver. Quizá algunos incautos se sientan «muy capaces» dentro de su pequeño mundo limitado a una confederación débil, y se vean a sí mismos como dioses inamovibles-insustituibles para su país, pero seguramente no se dan cuenta de que no lo son, ni en drogas. Da exactamente lo mismo si están o no, o si estuvieron o no. Sobresalir en competiciones muy locales es un primer paso que todos damos, después algunos llegan más lejos que otros por diversas circunstancias, pero jugar a cualquier nivel este bonito deporte es un lujo y exige un respeto absoluto para todos sus aficionados-jugadores, el cual muchas veces personas sin logros visibles o trascendentales(o «bufeados» sin razón alguna)intentan opacar creyéndose muy valiosos.
Por esa razón, si algún día por obra y gracia nos llega una cubetada helada de realidad, veremos que nuestras capacidades, comparadas con las de los jugadores en los Balcanes, son completamente risibles.
Claro, siempre y cuando estemos dispuestos a confrontarnos con lo mejor del orbe, no con los modelitos de papel que pululan muy cerca de ustedes mis lectores. Pero el éxito solo llegará el día que un país (hablo de la rama masculina exclusivamente debo aclarar) le pueda ganar sustancialmente a Serbia, a Croacia, a Hungría (y a Italia) y sus respectivos clubes.
Porque, aunque en mi anterior artículo admití que existen clubes europeos grandiosos, capacitados para hacerle frente al Jug o al FTC, sin tanta atención mediática, ellos exhiben los problemas que mencioné al principio del texto, y terminan apagándose muchas temporadas o desapareciendo.
La mera verdad es que todos estos puntos que planteo, ya se los han planteado muchísimos entrenadores del viejo continente, siendo un tema muy actual, porque de lo que se trata ahora amargamente es de salvar el waterpolo; su supervivencia depende de hacer el juego más «presentable» a todos si queremos seguir conservando ese status de Olímpico.
Quién sabe, quizá surjan algunas buenas ideas por ahí muy pronto. Ojalá.
PD. Ah sí, aquí les dejo algunas de mis referencias usadas como apoyo en este pequeño texto por si gustan informarse más sobre el estilo e influencia del Waterpolo balcánico en el mundo, su historia y sus problemas tanto deportivos, como «ajenos» (las guerras mundiales, la guerra de los Balcanes); las referencias no son electrónicas. Penosamente no puedo adjuntar fotos de los libros en este espacio, para que puedan checarlos, pero pueden pedirlos por internet, supongo. Todos han sido consultados, leídos enteramente y aprendidos casi de memoria; (por si alguien remotamente pensaba que no sabía de lo que hablaba en el texto (disculpen si no utilizo el formato de la APA):
Knjiga Preokret, Branislav Mitrović.
Vaterpolo, Darko Sarenac.
Zlatno Desetljece hrvatskog vaterpola 2007-2017.
A century of Croatian Waterpolo, Cro WP.
Srbija, mislim medalja.