La retrospectiva dedicada a Mario Merz (Milán, Italia, 1925-Milán, Italia, 2003) recorre las derivas de una obra suspendida en una suerte de tiempo prehistórico, ajeno al discurso de la historia en la era moderna. Dicha perspectiva anacrónica, evidente en la elección de los materiales y la iconografía, es resultado de la posición ideológica y comprometida del artista en relación con el contexto político e intelectual italiano de los años sesenta y setenta del siglo XX, así como de su rechazo a la penetración del capitalismo y el modo de vida americano en el mundo de la posguerra.
Vinculada al arte povera, la práctica artística de Merz incorpora varios de los rasgos fundamentales que el crítico de arte coetáneo Germano Celant identificó con esta corriente: además de su oposición a la sociedad posindustrial del consumo, hallamos un uso consciente de materiales orgánicos como arcilla, ramas, cera o carbón. De su empleo emergen algunas de las asociaciones recurrentes en el imaginario pre-moderno del artista, como la del fuego, el rayo y la flecha; figuras con significados míticos y geológicos como, por ejemplo, el iglú, la mesa, la espiral o el río; o animales ancestrales como el rinoceronte o el cocodrilo. Estos motivos junto con la idea del nómada atraviesan toda su poética, con la que reivindica modelos de vida en connivencia con la naturaleza que se resistan al proyecto depredador de la modernidad capitalista. En este sentido, la búsqueda de lo mítico distingue la obra de Merz de la de sus contemporáneos afines, pues su arcaísmo no tiene que ver con el anhelo melancólico del pasado, sino con una incisiva crítica a la modernidad industrial y consumista.
Su biografía da cuenta de esta implicación tanto política como poética. Militante del grupo de resistencia antifascista Giustizia e Libertá, fue encarcelado por su activismo en 1945, momento en que comenzó a recurrir a materiales tan precarios como cartas y envoltorios de comida. Desde muy temprano, desarrolló sus preocupaciones políticas y sociales en términos estéticos, destacando obras emblemáticas como Igloo di Giap o Che fare?, surgidas al calor de los acontecimientos de Mayo del 68 y de las ideas políticas y filosóficas que, sobre todo en Italia, modificaron la concepción clásica del marxismo sobre el papel del intelectual como sujeto revolucionario.