El Museo del Prado expondrá por la primera vez, hasta el 26 de ferbrero, su desconocida colección de miniaturas, una de las más relevantes y , quizás, de las más ocultas que se conservan en España. La exposición está constituida por 36 miniaturas y tres pequeños retratos y se encuentra en la primera sala de la cámara acorazada en la que se exhibe de forma permanente el Tesoro del Delfín. La colección completa comprende 164 miniaturas y 16 pequeños retratos, y ha sido catalogada en un libro coordinado por la especialista Carmen Espinosa Martín.
Espinosa y el director adjunto del Museo del Prado, Gabriele Finaldi, advierten que el término miniatura no hace referencia al tamaño de la obra sino a una específica "técnica pictórica", que fue introducida para la primera vez en Inglaterra, mientras que en España no se practica hasta la llegada de los Borbones. Son trabajos hechos sobre vitela tablillas de marfil o papel con pigmentos disueltos en agua. La miniatura representa la faceta más íntima de la pintura ya que en general se utilizaban en la esfera de la vida privada, por ejemplo para concertar matrimonios pero también para darse a conocer ante los embajadores extranjeros, con motivo de su proclamación, matrimonio o por la firma de tratados, convenios y acuerdos.
Las 36 miniaturas propiamente dichas son obra de artistas poco conocidos por el gran público y corresponden a la escuela española, en un cincuenta por cien, y a las escuelas europeas. Se incluyen obras de miniaturistas españoles, mayoritariamente del siglo XIX. Entre ellos el retrato de Pedro de Alcántara Téllez-Girón y Pacheco, IX duque de Osuna de Guillermo Ducker; el retrato del periodista Ramón de Navarrete y Fernández Landa obra de Cecilio Corro; Isabel II, reina de España, de Juan Pérez de Villamayor; o un San Miguel, de Manuel Arbós y Ayerbe. Entre los artistas extranjeros de finales del siglo XVIII y principios del XIX aquí se encuentra la Pareja de retratos de mujeres, de Charles Guillaume Alexandre Bourgeois; el retrato de Francisco I, emperador de Austria, de Heinrich Friedrich Füger; o el retrato de Hans Axel von Fersen de Niclas Lafrensen.
Entre los tres pequeños retratos que se exhiben, realizados con la técnica tradicional de la pintura al óleo, se encuentra una pieza firmada por Goya. Es un retrato al óleo sobre cobre de Juana Galarza de Goicoechea, de 1805, pintado a propósito de la boda de su hijo Javier.