«La cosa más oscura sobre África ha sido siempre nuestra ignorancia de ella».
(George Kimble)
África, la gran olvidada, el tercer mundo, el continente percibido como un foco de pobreza, de conflictos civiles y de inmigrantes ilegales. Sí, es una visión cotidiana, pero no es auténtica, África también es una fuente de oportunidad y diversificación para la economía y las empresas del primer mundo.
España ha aprobado el III Plan África, un plan estratégico de largo alcance que puede ser un punto de partida hacia nuevos territorios más allá de las fronteras del Magreb. El Gobierno del PSOE cree que la África de hoy, comparada con la América Latina de los 80, es más democrática y próspera. Entonces, el Gobierno español inició un gran trabajo político para que nuestras empresas estuvieran presentes en América Latina, y ahora cree que podemos y debemos hacer lo mismo en África.
Borrell ya ha realizado su viaje oficial como ministro de Exteriores a Gambia y Etiopía, y es que las compañías españolas parecen recoger el guante que supone explorar un mercado con más de 1.200 millones de habitantes, una población que se duplicará en las próximas tres décadas. Un continente diverso y marcado por grandes disparidades políticas y económicas, pero que ofrece muchísimas posibilidades.
Es evidente que nuestra posición geoestratégica y de vecindad nos permite ser un puente entre Europa y África. De momento las empresas españolas en África subsahariana destacan por su actividad comercial más que por su presencia inversora. Las exportaciones al continente vecino el año pasado fueron más de 18.000 millones al año a países como Marruecos, Argelia y Egipto. Nuestro Gobierno es sabedor del potencial en materias primas que supone el continente africano, tampoco ignora la competencia que supone la alta demanda de países como China e India de recursos minerales y energéticos.
La presencia de España en el norte de África ya es bastante sólida, por ello el III Plan África señala su expansión a cinco países subsaharianos como mercados prioritarios, por su peso político, potencial económico y situación geográfica: Sudáfrica, Nigeria, Etiopía, Angola y Senegal. Además, nos interesa especialmente países como Ghana, Costa de Marfil, Kenia, Tanzania y Mozambique, son ahora mismo los emergentes africanos.
Actores internacionales como Estados Unidos, Reino Unido y Francia llevan años posicionados en África, pero es China la que, aplicando toda la potencia de su brazo inversor, ha convertido a este continente en una pieza principal de su partida de ajedrez por la influencia global. Las empresas chinas llegaron hace dos décadas al continente africano, con una oferta financiera sin igual para las empresas provenientes del entorno de la OCDE, lo que ha facilitado el desarrollo de proyectos de sectores de infraestructuras, energía y telecomunicaciones.
Como un grito al cielo, África debe poner en marcha programas sanitarios que hagan descender la mortalidad infantil, incrementar la educación, y promover políticas de igualdad. Es la forma de atraer inversiones directas extranjeras, es la forma de crear un entorno empresarial favorable con nuevas iniciativas. África debe luchar erradicar los contrastes. Un ejemplo es Nigeria: es el mayor productor petrolero de África, el octavo de la OPEP y el décimo del mundo, amén de lo bueno, vive paralizado por el terrorismo yihadista, el tráfico de drogas y personas, y la corrupción institucional.
En mundo africano aún existen muchos gobiernos con presidentes que llevan muchos años en el poder, acusados de corrupción y crímenes contra la humanidad. Podrá ser el continente del futuro, pero tiene que superar la pobreza extrema y los más de 25 millones de personas que sufren SIDA. Cada país africano tiene diferentes velocidades de crecimiento económico, desarrollo social, educativo, de infraestructuras y de políticas fiscales.
La cuestión es vital importancia para España, el III Plan África y todos los planes de inversión extranjera. Hace más de cincuenta años que miramos a África, a través de la Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo gestionamos ayudas, pero las transferencias son insuficientes y seguimos lidiando con la llegada masiva de migrantes. Somos el puente de Europa y necesitamos que África dé el salto a lo industrial, y que sea el continente con más potencial de crecimiento del mundo.
¿Debemos esperar que África sea el milagro del mundo? Y si probamos… y el mundo fuese el milagro de África.