No sabemos a través de nuestro intelecto sino a través de nuestra experiencia.
(Maurice Merleau-Ponty)
Desde el inicio de la historia del pensamiento humano, los conceptos de razón y percepción han sido objeto de profunda polémica. Es dentro de este debate acerca de la relación entre la esfera de lo sensible y la racionalidad, que la práctica artística de Julius Heinemann sugiere una exploración de las diversas capas de la percepción, entendidas como la clave de la relación entre el sujeto y la realidad. La percepción es un elemento crucial en el trabajo de Heinemann, puesto que propone una práctica artística que nos aleje de la occidentalización del conocimiento – en la cual un objeto es limitado a su mera función práctica dentro del discurso racional – y que nos acerque al objeto y al mundo a través de una experiencia sin mediación, que traspase la frontera de la razón.
Así como alguna vez dijo Paul Valéry, un mal poema es aquel que se desvanece en el significado; Julius Heinemann no está interesado en la obra de arte coptada por las categorías lingüísticas, atribuciones intelectuales o interpretaciones, sino que privilegia la primacía de la percepción, presencia e inmediación. El acto de ver y permitir constelaciones aparentemente aleatorias de elementos como luz y sombra, pintura y figuración, gesto y trazo, vacío y objetos simples para interactuar y generar una experiencia efímera meramente subjetiva sin darle un nombre, se vuelve vital en la obra de Heinemann. Que las cosas sean lo que son: cosas. Sin más simbología. Lo que ves, es lo que ves en ese mismo instante. Y lo que no veas podría revelarse después.
El título de la muestra: “Dinge und Undinge (o las formas de las cosas)” que no por casualidad incorpora tanto alemán como español, se convierte así en un elemento visual para aquellos que no hablan ambos idiomas – sugiere esta delgada línea entre lo concreto y lo abstracto, lo identificable y lo inconcebible: ambos existen inseparablemente.
En esta exposición, Heinemann propone una instalación envolvente, que consiste en pinturas, objetos, intervenciones espaciales de formas aparentemente accidentales o sueltas; un doble comentario acerca del acto de ver y al mismo tiempo el acto artístico de producir una imagen considerando su percepción. ¿Cómo percibimos la luz? ¿Cómo enfocamos un objeto? ¿Cómo influyen los elementos circundantes, nuestro pasado y nuestro presente, todo integrado en la imagen? ¿Qué vemos realmente en términos físicos? ¿Es ese tono parte de la pintura, o es una sombra real que cae sobre el lienzo? Y ¿existe una diferencia real si el resultado percibido es el mismo?
Dado que podríamos no ser capaces de dilucidar esta diferencia, sería posible considerar el consejo del filósofo Ludwig Wittgenstein, aceptar las limitaciones lingüísticas y solo percibir:
De lo que no se puede hablar se debe callar.
(Ludwig Wittgenstein, Tractatus Logico- Philosophicus).