Esta pasada noche se celebró la gala de los Óscar y «Green Book» fue coronada por la Academia como la mejor película del año.
Toda película es un viaje a otro tiempo, dimensión y realidad. Como en todas las cosas, hay viajes y viajes. En este caso, Green Book nos lleva a los estados del sur en los tiempos de la segregación racial. Los personajes son: Don Shirley, un pianista de fama mundial, egresado del conservatorio de San Petersburgo en Rusia, de color, y su chofer Tony Lip, un italoamericano del Bronx acostumbrado a la vida dura. El primero personalizado por Mahershala Ali y el segundo por Viggo Mortensen bañado en salsa italiana. Don Shirley contrata a Tony Lip más bien como protector y ambos viajan en coche desde Nueva York hasta Birmingham, Alabama, pasando por New Jersey, Ohio, Indiana, Kentucky, Tennessee, Arkansas, Georgia y finalmente Alabama.
El nombre de la película evoca el título de una guía turística para automovilistas de color, que indica los lugares donde se puede comer y dormir, evitado las desagradables sorpresas de la segregación racial. Los diálogos iniciales entre los dos protagonistas nos introducen en sus mundos, modo de ser y sobre todo sus diferencias. Don Shirley es una persona sofisticada, refinada culturalmente, obviamente un amante de la música clásica y gran conocedor de esta, además de sus enormes calidades como pianista. Tony Lip es un hombre forjado en la calle, a fuerza de golpes, con un espíritu práctico, que sabe cómo lograr sus objetivos. Don Shirley, bien vestido, formal, con un uso estilizado del leguaje y Tony Lip, una persona acostumbrada a imponerse físicamente, habituada a distinguir rápidamente entre amigos, personas útiles y enemigos.
El viaje, las horas juntos, las vicisitudes y conflictos hacen que ambos se abran hacia el otro y que entre ellos nazca una amistad basada en el respeto y una cierta reciproca admiración. Para el espectador, la película es un confrontamiento sistemático con los prejuicios y convenciones absurdas de un mundo incapaz de superar sus propias limitaciones y ceguera. La policía del sur con su actitud servil ante los poderosos y arrogante frente a los débiles, la ambigüedad de las personas que aceptan y admiran la genialidad y sensibilidad del músico sin dejar de considerarlo, al mimo tiempo, un ser de segunda o tercera clase y las reglas recalcitrantes de una sociedad rígida y obsoleta, que en un mundo moderno convive con viejos y superados compromisos y costumbres de épocas ya pasadas, sintiéndose orgullosos de hacerlo, más bien por debilidad que por superioridad moral y humana.
En este viaje, Tony Lip vive su propio viaje. Al inicio de la película, en casa con su familia, bota a la basura dos vasos que habían sido usados por dos artesanos de color, que habían efectuado un trabajo de reparación en su apartamento y lo hace como un gesto casi natural y automático, contraponiéndose a la actitud abierta y cordial de su mujer, Dolores, para terminar invitando a Don Shirley a festejar con él y su familia las Navidades del año 1962 y confrontándose con los suyos cuando usaban epítetos racistas.
La película está basada en una historia real, en una amistad que duro muchos años y en hechos que ilustran y nos hacen entender que la humanidad es una sola. La virtud excepcional del pianista nos confronta al hecho, que a pesar de todas las sutiles diferencias, en el fondo nos reconocemos como iguales y a la vez como individuos, cada uno administrando su pasado y potenciales, sus sentimientos y capacidades, sus puntos fuertes y debilidades, sus conocimientos y prejuicios de un modo, que no podemos dejar de calificar como simplemente humano y en esto encontramos nuestras limitaciones y también, a veces, esperanzas y sorpresas.