Esta retrospectiva permite tener una visión global y contextualizada de la multifacética propuesta desarrollada por Luis Camnitzer a lo largo de casi sesenta años. Como ensayista, crítico de arte, comisario, pedagogo, conferenciante, creador de objetos, acciones o composiciones musicales, Camnitzer se centra en la capacidad transformadora del arte, al que considera en esencia un producto de la reflexión. Su práctica, sea artística, ensayística o pedagógica, se caracteriza por abordar asuntos controvertidos de nuestro tiempo, como la crítica al arte-mercancía, a la desmitificación y obsolescencia del papel del artista en la sociedad de consumo, a las estrategias que el poder utiliza para imponer su lógica y perpetuar su dominio, o a la capacidad de las sociedades neoliberales de convertir la educación en un instrumento propagandístico y por tanto irrelevante, todo ello a través de la función significante del lenguaje, sus ambigüedades y arbitrariedades, y del poder evocador de las imágenes. Con estas herramientas, Camnitzer busca despertar en el espectador la participación activa y su involucración en el proceso artístico.
La muestra se estructura en torno a tres fases en la evolución del artista: la primera refleja el particular “conceptualismo de Camnitzer”, que toma como punto de partida la desmaterialización del objeto artístico, pero, a diferencia del conceptualismo clásico, no se detiene en el aspecto autorreferencial ni en la condición autónoma del arte, sino que se extiende a la realidad política y social. En los sesenta produce piezas inscritas en el Mail-Art, como Adhesive Labels (1966) y Envelopes (1967), y más tarde otras como la serie Autorretratos/Selfportraits (1968-1969) o la instalación The Living Room (1969), en la que los objetos de las paredes y del suelo se representan a través de descripciones lingüísticas, difuminando así, en el reducido espacio de una habitación, las fronteras entre lo visual y lo textual.
La segunda fase supone el desenlace natural de la anterior, con obras más declarativas y evocadoras, en las que los elementos visuales adquieren mayor prominencia. Son las que se podrían agrupar bajo el epígrafe de “arte político”. Aunque esta tendencia tiene su inicio en los setenta con Leftovers (1970), no será hasta los ochenta y noventa cuando Camnitzer realice las obras políticas de mayor repercusión, como The Uruguayan Torture Series (1982), Los San Patricios (1992) o El Mirador (1996).
En tercer y último lugar, la exposición presta atención a su producción más reciente, a partir de la conciencia del generalizado fracaso político con el triunfo del sistema neoliberal y, sobre todo, de la defensa de un arte que debe funcionar en total comunión con la educación, entendida como aprendizaje, especulación, cuestionamiento, desafío, descubrimiento y tarea colectiva de facilitación del conocimiento. Este ideario se encuentra en las series Insults (2009) o The Assignment Book (2011), y en grandes instalaciones como Lección de Historia del arte, Lesson Nº 1 (2000) o El aula (2005).
La obra Utopías fallidas, incluida en esta sección, da título a la exposición por deseo expreso de Camnitzer. En consonancia con su ironía habitual, hace alusión a la historia “oscura” del edificio Sabatini como hospital y lugar para los “dementes o faltos de juicio”. Pero, además, la retrospectiva recoge el transcurso de la utopía en Camnitzer, que define como “un proceso a través del que uno busca la perfección; como un espejismo, constantemente se distancia a la misma velocidad que uno cree que se acerca a ella. Algo similar a la revolución en la revolución”.
Nacido en Lübeck (Alemania) y criado en Uruguay, Luis Camnitzer se instala desde los años sesenta en Nueva York, donde ejerce su labor artística, ensayística y docente -en la actualidad es profesor emérito de la Universidad del Estado de Nueva York-. Se considera a sí mismo un artista latinoamericano exiliado en la capital del arte contemporáneo y es sin duda una figura clave en el desarrollo del conceptualismo del siglo XX.