«El día en que la mentira se destape por sí misma, la prensa y los medios quedarán desnudos».
(José Tejada Maury)
El planeta Marte ha sido la fuente de inspiración de todas aquellas personas y escritores que en su mundo fantasioso se dedicaron a escribir estos temas para captar un público fascinado con sus historietas.
El astrónomo Percival Lowell (13 de marzo de 1855 – 12 de noviembre de 1916), quien era un hombre muy afortunado, construyó su propio laboratorio en Arizona (Estados Unidos de Norteamérica), desde el cual obtuvo miles de fotografías de la superficie del planeta Marte y sobre las cuales elaboró mapas. En los dibujos realizados a partir de las fotografías, mostró unos canales similares a los que hacen en la Tierra para conducir agua; esto en su época fue vox populi y se pensó que tales canales habían sido construidos por seres superiores, dotados de una inteligencia superior; como consecuencia de ello, se inventó la existencia de marcianos.
Este fue el motivo que inspiró al escritor Herbart George Wells (Bromley, 21 de septiembre de 1866- Londres, 13 de agosto de 1946) para escribir su novela titulada La Guerra de los Mundos, publicada por primer vez en 1898 , obra que hace referencia a una invasión que efectúan los marcianos al planeta Tierra en busca de agua (recuerden los canales de la superficie del planeta: supuestamente las hicieron para conducir agua desde sus casquetes). Según la obra de ciencia ficción, la tecnología terrestre no pudo acabar con la invasión marciana y fueron las bacterias y microbios los que acabaron con estos invasores marcianos. Años más tarde, exploraciones de la superficie de Marte realizadas por la sonda Mariner 9, la cual fue puesta en órbita en torno a Marte y trazó un esquema sobre la superficie. La sonda reveló la existencia de grandes volcanes apagados, huellas de lo que parece haber sido lechos de ríos y casquetes helados que bien pudiera ser dióxido de carbono o presumiblemente agua convertida en hielo.
Con ello se demostró que no había nada parecido a los canales construidos por los seres descritos por Hebart George Wells, y que sólo se había tratado de una ilusión óptica vista por el astrónomo Percival Lowell: allí no existía nada de vida, ni la más sencilla de las bacterias.
Existe otra mentira de la que hablan los gnósticos sobre un viaje a Ganímedes. Ganímedes es uno de los cuatro satélites de Júpiter, este satélite tiene una densidad de 1,9: se concluye que este satélite es puro hielo o de pronto algo menos que eso, imposible que allí exista vida bajo ninguna forma.
Entre más distante se encuentre un planeta del Sol, más frío será y no es posible que exista vida en ninguno de los de nuestro sistema solar, a excepción de la Tierra, claro está.
¿Cómo se haría para saber si realmente existe vida alienígena?
Para que nosotros podamos saber si realmente existe vida extraterrestre, nuestro estudio debe traspasar las fronteras del sistema solar. Miremos hacia otras galaxias. A simple modo de pensar, imaginemos el universo conformado por millones de galaxias (agrupaciones de estrellas en forma de espiral), distribuidas a lo largo, ancho y alto del espacio sideral, en donde el Sol sea el centro de alguna de ellas. En una de ellas vivimos nosotros e igualmente existirán millones de galaxias similares a la nuestra, con un sistema solar similar al nuestro. Así podríamos hipotetizar que efectivamente existe vida en sus diversas formas en otras galaxias; por supuesto que nadie podrá demostrar ni confirmar que existe vida en otros rincones del universo. A lo mejor, si existe, ellos estarán al igual que nosotros explorando, tratando de buscar una respuesta a este interrogante que todos nos hacemos y cuál sería el camino para encontrar las respuestas, un interrogante que sencillamente nos explicamos y las solucionamos teniendo en cuenta las distancias interestelares.
Si nosotros analizamos la estrella más cercana a nuestro planeta (Tierra) sin contar el Sol, vemos que se trata de Alfa Centauri, la cual se encuentra a 4,4 años luz de distancia. Para tener una idea de esta medida analicemos: la luz recorre una distancia de 300.000 kilómetros por segundo, una hora tiene 3.600 segundos, multipliquemos por 24 las horas que tiene el día y luego por 365 días que tiene el año y nos da la cifra de 31.536.000; luego esta cifra la multiplicamos por 300.000 y nos da una distancia de 9.460 billones de kilómetros en un año, multipliquemos por 2,2 nos da 20.812 billones de kilómetros de ida y 20.812 billones de kilómetros de regreso (un billón equivale a un millón de millones): tamaña distancia para la estrella más cercana a nuestro planeta. Imaginemos ahora a un presunto contactado con visitantes pleyadinos, si las pléyades están a 440 años luz de distancia de la Tierra, saquemos la cuenta para ver la distancia y el tiempo de llegada a la Tierra y sacar la conclusión.
Con lo anotado anteriormente tendríamos que considerar muchas inconsistencias sobre los supuestos avistamientos y los supuestos contactados por alienígenas: si un simple viajecito a una estación espacial orbital a la altura de 300 kilómetros de distancia de la Tierra pone a tambalear a un transbordador espacial, para aquellos que imaginan una nave espacial procedente del exterior de nuestro sistema solar, tendríamos que preguntarnos de qué clase de material estará construido esa nave espacial para poder resistir un desplazamiento de esa magnitud.
¿Cómo y de dónde surgen los alienígenas?
Según los avistamientos y los contactados, las aeronaves se asemejan a un platillo. Al parecer el que ingenió esta fábula lo hizo en francachelas , comilonas y bacanales, por ello cometió errores en su mala interpretación no sólo de las leyes de la física, también las leyes de la aerodinámica: al igual que el diseño de aeronavegación, se olvidó de los flaps, los slats, los alerones, ignoró que para entrar a la atmósfera terrestre se necesita un diseño especial para una nave, pues esa forma de platillo jamás lograría penetrar la atmósfera terrestre Si es de un material resistente rebotaría como una pelota de caucho o simplemente se quebraría en mil pedazos, pero jamás hubiese podido ingresar a la atmósfera terrestre y menos lucirse en los cielos de la tierra y pasearse sobre los cerros y montañas sin mecanismos y dispositivos externos de sustentación.
Nos deja muchas dudas e inquietudes los supuestos contactados no tanto por sus «experiencias e intercambios de conocimiento», sino por las circunstancias materiales y aerodinámicas en que se desarrolla la aventura de unos platos que sólo hasta hoy con la tecnología podríamos hacer volar y sustentar en el aire, pero que dejarían ver sus motores exteriores como los pequeños drones, o los motores de los helicópteros o el avión de despegue vertical Harrier AV8, no tanto el ingreso a la Tierra a través de las capas superiores de la atmósfera con su diseño de plato sopero. ¿Cómo tendría que maniobrar con ese diseño para lograr su velocidad de escape del efecto centrípeto terrestre para salir de la tierra a una velocidad de 11 kilómetros por segundo?
Tal vez si los creadores de la fábula sobre ovnis hubieran sido futuristas en su visión o se hubieran asesorado muy bien por personas conocedoras, en la actualidad no se le caería su mentira
¿Por qué se toma el ejemplo de la novela La guerra de los mundos?
Es importante resaltar que los grandes monopolios mediáticos contribuyen a un objetivo como es el conocer el grado de influencia de los medios dentro de la sicología social y no como medios para informar la verdad, educar o culturizar, sino como formadores de opinión a interés de los monopolios financieros, comerciales y al color político del sistema imperante en el momento.
Recordemos el caso de un experimento de control mental de las masas que se realizó el 30 de octubre de 1938 por The Mercury Theatre on the Air, un programa radial que presentaba obras teatrales de la compañía creada por Orson Welles y John Houseman. Esa noche se trasmitió la adaptación radiofónica de la novela La Guerra de los mundos de Herbert G. Wells, con el guion de Howard Koch. El recurso resultó demasiado convincente, los oyentes creyeron que una invasión extraterrena se realizaba en el planeta y el programa produjo una histeria de masas. Realmente aterrorizó a muchos oyentes desprevenidos y se convirtió en un hito sociológico, pero realmente era un estudio psicológico pagado por la fundación Rockefeller y enviado a la Reserva Federal y a otros bancos, con el objeto de conocer el grado de influencia de los medios en la creación de crisis.
Lo que podemos sacar como conclusión sobre el tema de los alienígenas es que llamaría menos la atención el estado psicológico y las condiciones mentales de los supuestos contactados, que preguntarse para qué organización laboraban los que presumiblemente contactaron alienígenas o sufrieron avistamientos y que necesariamente requirió de la participación de los medios para continuar con otro experimento de psicología social quizás para fines bien elaborados, repitiendo en forma sofisticada el caso de la novela La guerra de los mundos, pero esta vez tratando de hacerla real.
Al parecer la mitomanía hegemónica de los que se creen amos y señores del planeta Tierra, además de gendarmes del universo, ha ideado una supuesta invasión extraterrena para ellos descargar sus responsabilidades en otras entidades y aplicar los planes eugenésicos y de control de los recursos vitales para monopolizar el libre desarrollo de la vida, el sostenimiento de la diversidad, el libre pensamiento, esclavizar y someter a la especie humana y animal en una prisión pincelada de libertad gracias al desarrollo de los programas de psicología social como el aplicado el 30 de octubre de 1938 y refrendada en avistamientos y presuntos contactados después de la Segunda Guerra Mundial. El objetivo es que todos sigamos ese jueguito de la mentira y el engaño marcado por el inicio de la guerra fría entre los años 1945 y 1947 dentro de un proceso que involucra la carrera espacial entre las dos potencias imperiales con la competencia de las dos agencias espaciales la NASA y la Agencia Espacial Rusa, generando aventuras costeadas con el presupuesto de la nación y terminando en una burocracia como forma de vivir, ya que supuestamente todas las aventuras que se hacen o se han hecho han sido para buscar esa supuesta vida en cualquiera de sus formas, o buscando agua para «ver» si es habitable otro lugar diferente a la Tierra, además de utilizar a títeres y medios para aterrorizar y engañar a incautos con unos supuestos reptilianos, abducciones y supuestas profecías, reaparición del triángulo de las Bermudas, el área 51, los agujeros negros y tantas baratijas fantasiosas.
Y resulta que los autores de tanta fábula, mentiras, engaños y proyectos de control mental están aquí mismo en este planeta, esa es su estrategia hipócrita para evitar cualquier represalia, pues saben y entienden que como proceden mal, en cualquier momento todo se les puede venir en su contra, por eso tratan de imponer controles de alta peligrosidad como los verichips, simplemente para controlar y dominar a quienes según su mezquina forma de pensar somos inferiores a ustedes, ignorando que estamos hecho a imagen y semejanza uno del otro, es decir, ningún ser humano por muy poderoso que se crea en su paranoia, tendrá cuatro ojos o cuatro brazos, ningún varón por elitista y poderoso que sea jamás tendrá tres testículos, el bien no puede existir en un corazón tan perverso como los que dirigen los proyectos de control y esclavitud de sus semejantes. Acabemos con ese circo. No más mentiras: demasiados hicieron de la mentira un modus vivendi como modelo paralelo a la realidad de este mundo.
Quienes aún viven ilusionados con las aventuras y contactos alienígenas seguirán siendo ufólogos que mantienen despierta la ilusión de una fantasía convertida en pasatiempo, para distraerse por un momento de la realidad de la vida y al igual que la novela la guerra de los mundos ni las falsas pandemias podrán extinguir el maravilloso don de la vida en la Tierra. Si declaran la guerra a la humanidad, sus búnkeres perdieron vigencia, pues, sólo fueron útiles para las dos primeras guerras mundiales, con las tecnologías actuales, éstos serán tumbas y sepulturas colectivas.
¡Adiós a las fábulas alienígenas!