Hay ciudades que tienen encanto siempre, pero la nieve, el frío y los mercadillos navideños le otorgan un halo especial. Hay ciudades que huelen a Navidad y Múnich es una de ellas.
Múnich es una ciudad mágica para los que adoran la Navidad: sus calles iluminadas, sus mercadillos navideños llenos de gente a pesar del frío, el olor a canela del vino caliente o a salchicha recién horneada, cientos de puestos donde comprar figuritas del Belén o adornos de navidad, la pista de hielo… y la nieve. Sin duda, la nieve hace que Munich sea aún más especial.
Con los termómetros normalmente por debajo de cero grados es lógico que el Glühwein (vino ardiente si lo traducimos literalmente) sea uno de los principales reclamos para los visitantes de los mercadillos navideños. El vino caliente es una bebida tradicional que se bebe en la zona de los Alpes, como en otros lugares del centro y norte de Europa, durante el Adviento y la Navidad, sobre todo. Se sirve en tazas de porcelana que te calientan las manos durante el frío diciembre alpino. Si las devuelves te devuelven 1 ó 2 euros (depende del sitio) pero sin duda son un bonito souvenir de Múnich.
He de reconocer que al principio su sabor es peculiar, pero a medida que el frío se mete en el cuerpo y los vinos calientes lo combaten, aprendes a disfrutarlo, y a encontrar diferencias entre unos y otros. Se hace con vino (normalmente tinto), azúcar y añadiduras como corteza de limón, naranja y canela. Es curioso que cada mercadillo – y cada puesto – tiene sus propias tazas.
Mi vino caliente favorito lo tomé en el mercadito de Residenz Palace, también llamado Weihnachtsdorf der Residenz, situado en uno de los patios del famoso palacio. En este mercadillo hay puestos de regalos y decoración navideña, puestos de comida y también puestos de figuras que representan cuentos y escenas navideñas.
La Marienplatz tiene uno de los mercadillos navideños más famosos de Europa y el principal de Múnich, el Christkindlmarkt am Marienplatz, con más de 150 puestos de madera con productos artesanales, decoración navideña, juguetes, velas y comida. Este mercadillo se remonta a los mercados de San Nicolás del siglo XIV. En esta plaza hay un árbol de navidad de casi 30 metros de altura en el que brillan más de 2.500 luces. En la Marienplatz está el ayuntamiento nuevo de Múnich que tiene una torre con un reloj muy especial, con 43 campanas y 32 figuras de tamaño real que protagonizan un espectáculo de música y baile a las 11 y a las 12 del mediodía. Justo al lado de la plaza, en la Neuhauser Strasse se encuentra el Kripperlmarkt, que es un mercadito exclusivo de figuras de navidad.
Otro de los mercadillos que merece la pena visitar está en el Englischer Garten (Jardín Inglés) justo donde la Chinesischer Turm, que es una pagoda de madera de 25 metros de altura, construida a finales del siglo XVIII, al igual que el jardín. Es la sede de un encantador mercadillo navideño y, a pesar del acceso oscuro por el parque si vas cuando ha anochecido, merece la pena visitarlo y está abarrotado, de día y de noche.
Pero Múnich es mucho más que mercadillos navideños. De hecho, si eres un amante de la cerveza cualquier momento del año es bueno para visitar Múnich. De todas las cervecerías que hay en la ciudad hay tres que deberían ser visita obligada: Hofbräuhaus, Augustinerbräu y Löwenbräukeller.
Hofbräuhaus es la cervecería más famosa del mundo y fue allí donde Adolf Hitler empezó a dar discursos a los obreros en el año 1920. La antigua fábrica de cerveza Hofbräuhaus se remonta al año 1589 cuando el duque Guillermo V la fundó para suministrar cerveza a la corte. Desde entonces no ha dejado de elaborar cerveza. Dicen que en un día por Hofbräuhaus se pueden llegar a pasar hasta 8.000 clientes y acabar con 10.000 litros de cerveza Hofbräu. Tiene tres plantas inmensas, aunque el bullicio, amenizado con música bávara en directo, está en la planta baja. Llaman mucho la atención, las estanterías de hierro donde los clientes más asiduos guardan sus jarras de cerveza con su nombre, algo que sucede en las cervecerías más importantes de la ciudad.
Löwenbräukeller es el símbolo de las cervecerías de Múnich y su fábrica es la más grande de la ciudad. La cervecería Löwenbräukeller se encuentra situada en un edificio histórico que data del 1883. Aquí tiene lugar en marzo, la ceremonia de apertura del primer barril que anuncia la 5ª estación de la cerveza. El león que se encuentra en la puerta de entrada es el símbolo de Löwenbräu; la tradicional cerveza cuyo origen se remonta al siglo XIV.
Augustinerbräu se encuentra en un edificio histórico del año 1829. La cervecería y el restaurante tienen una decoración especial, como la Muschelsaal, una de las salas principales que tiene las paredes cubiertas por conchas. El restaurante sirve comida típica de Baviera: consistentes asados de carne de cerdo y albóndigas de patata para acompañar la cerveza más famosa del lugar: Augustiner. La cerveza se elabora desde el año 1328 en un monasterio anexo a la Catedral de Múnich. Los entendidos la consideran el «champán de las cervezas».
Si vas a Múnich no deberías perderte uno de los paisajes más idílicos del mundo, el del Castillo de Neuschwanstein, en los Alpes Bávaros y a sólo 130 km de Múnich. Este castillo se concibió como un sueño y así lo percibe cualquiera que lo visite. Y es que el Rey Luis II – más conocido como el Rey Loco – encargó este proyecto pensando en un mundo imaginario y poético en el que poder refugiarse y soñar. Conocido a nivel mundial como símbolo de la arquitectura romántica idealizada y por la peculiar historia de su dueño, el Castillo de Neuschwanstein es una maravillosa construcción de ensueño que inspiró al mismísimo Walt Disney para la creación del castillo de la Bella Durmiente. Además, la foto que te regala el castillo si ha nevado es algo que recordarás para siempre como la mejor postal navideña que hayas visto jamás.
Y después de estas líneas solo me queda desearos a todos una Feliz Navidad, o como dirían en Múnich: Frohe Weihnachten.