A la crisis producida en las ciudades por el derrumbe del modelo productivo industrial le ha sucedido la necesidad, por parte del capitalismo globalizado, de hacerlas entrar en la competencia interurbana para convertirse en foco de atracción de capitales, de inversiones, de nuevos habitantes, de valores añadidos, fondos públicos, infraestructuras de transporte y conexión, tanto física como simbólica, y eventos que singularicen y focalicen la atención del mundo, por lo menos durante un periodo dado de tiempo.
En España se da la paradoja de que la incipiente instauración de algo mínimamente parecido a una precaria sociedad del bienestar coincidió con el declive del capitalismo industrial y la exigencia de su progresivo desmantelamiento mediante políticas de privatización de bienes y servicios públicos, entre ellos, la cultura, que queda subordinada a su rentabilidad económica. Esto conlleva, a su vez, el desarrollo de una cultura macdonalizada, es decir, caracterizada a grandes rasgos por la previsibilidad, la uniformidad y la automatización.
Como en el caso de otras ciudades similares, Málaga se ha visto arrastrada a la reconversión a esta nueva economía, apostando sus élites por hacer de ella un objetivo del turismo cultural. Esta operación se desarrolla a partir, principalmente, de la monumentalización del nacimiento en la ciudad del célebre pintor Pablo Picasso, y de la compulsiva apertura de establecimientos más o menos museísticos. Estos –en muchos casos, autoproclamados unilateralmente– museos, se acercan actualmente a la treintena, lo que ha dado pie al lema turístico que titula a Málaga como “ciudad de museos”. Otro no menos brillante la corona como “Ciudad genial”, emparentándola una vez más con Picasso. Y otro, en un lapsus aún más revelador, reza: “Málaga, donde la cultura es capital”.
Estos museos no tienen como objetivo satisfacer necesidad alguna de la ciudadanía, sino generar beneficio económico extrayéndolo del flujo turístico, siendo sus principales beneficiarios la industria hostelera y la especulación inmobiliaria.
Cuando las gestión de la cosa pública no tiene otro modelo que el mercado mismo, cuando no se mueve por otra finalidad que la de recuperar lo invertido e incrementar
el margen de beneficios, no hay más que hablar sino de cantidades. Cantidades contantes y sonantes: desde el número de turistas al número de museos; o al número
de visitas de turistas a cada uno de los museos; o al número de cruceros atracados; o al número del número del número.
En este taller, que se presentó el 26 de marzo de 2017 en el marco del seminario Picasso en la institución monstruo. Arte, industria cultural y derecho a la ciudad en La Casa Invisible en Málaga, los artistas Rogelio López Cuenca y Elo Vega proponen una reflexión sobre esta situación, enfocada directamente a la intervención en el ámbito local de la ciudad de Málaga, de acuerdo a las dinámicas generadas en colaboración con los participantes del propio taller.