A lo largo de la década de los sesenta del siglo XX y en tan solo doce años, Lee Lozano (Newark, 1930-1999) desarrolló una obra radicalmente provocadora, urgida por un firme cuestionamiento de todas y cada una de las estructuras impuestas socialmente. Su trayectoria coincide con la eclosión de los movimientos civiles, antibélicos y el espíritu reivindicativo, libre y desenfado que emergió en aquellos años en el horizonte político y estético norteamericano. Esta retrospectiva aborda la capacidad de Lozano para entender e incorporar las casuísticas de un periodo que redefinió las condiciones cambiantes del arte y su progresiva desintegración en la vida. Su recepción de Herbert Marcuse, quien en Eros y civilización (1955) había abogado por la sensualidad y el juego, así como su interés recurrente por la ciencia y, particularmente, los fenómenos relacionados con la energía y el rigor matemático, vertebran su breve carrera y articulan esta muestra.
La selección de obras presentadas incluye un volumen excepcional de dibujos y pinturas de gran carga erótica realizados entre 1961 y 1963. Estas piezas conjugan órganos del cuerpo y utensilios de trabajo en un híbrido agresivo y devorador. El año 1964 marcó un punto de inflexión en su obra, tanto en términos de formato como de color virando hacia una paleta más austera. Detalles sobredimensionados de herramientas industriales ocuparon entonces los primeros planos, imprimiendo una tensión amenazadora, propia de la cadena de producción en serie. Estos objetos de turbadora ambigüedad y contornos definidos aún retienen una lejana referencia sexual que traslada cierta sensación de riesgo. Alrededor de 1965 se vuelve más abstracta y minimalista, centrándose en lo que la artista denominó “pinturas de energía”. En ellas la experiencia de la espacialidad se consigue mediante la intersección de planos geométricos que generan efectos ópticos.
Lozano comenzó de manera temprana a conceptualizar su práctica pictórica mediante cálculos matemáticos que la llevarían a perforar el lienzo. La rigurosidad y precisión de este método culminó en las Wave Series (1969-1970), obra especialmente significativa para sus investigaciones sobre la energía y el impacto de las ondas electromagnéticas. Paralelamente, entre 1968 y 1969, realizó numerosos trabajos lingüísticos de carácter conceptual y performativo, que se basaban en el estricto seguimiento de instrucciones autoimpuestas. Las consecuencias de esta imparable desmaterialización fue Drop Out Piece (1972), un manifiesto desencantado en el que Lozano renunció a formar parte del sistema del arte, dando así fin a su meteórica carrera y apartándola para siempre de la escena artística.