Imaginemos una escena cotidiana de pleno invierno: fiebre, dolor de cabeza constante, garganta que pincha al tragar como si fuera un cactus y -por si este malestar propio de cualquier proceso gripal típico de la temporada fuera poco- la temperatura en la calle no sube de los 2 grados centígrados, con el cielo encapotado a más no poder. Se trata, desde luego, de un panorama poco alentador para acudir al médico.
Sin embargo, actualmente se abren distintas alternativas tecnológicas para que, al cabo de escasos minutos, tengamos a nuestra plena disposición al profesional de la salud que hayamos seleccionado en la misma pantalla del móvil. Sin lugar a dudas, todo un avance.
El secreto para gestionar este tipo de encuentro virtual se basa en distintas apps o plataformas interactivas que cada país ofrece de modo particular. Así, por ejemplo, Estados Unidos proporciona este servicio médico a través de soluciones online como Doctor on Demand o American Well; mientras, Reino Unido se añade a la lista con Babylon y Suecia con KRY para, finalmente, España poder seguir la tónica gracias a Sanitas, una de sus aseguradoras más reconocidas.
Victoria Schulz, ciudadana sueca, estaba preparando su maleta de viaje para irse de vacaciones en avión cuando empezó a sentir décimas de fiebre. Llamó al doctor pero, como bien podía suponer, le dieron cita para quince días después (hay que tener en cuenta que en el país nórdico es muy difícil lograr una cita médica en poco tiempo). El caso es que Victoria vio fulminados de golpe todos sus proyectos relacionados con el tiempo libre del que en principio iba a disfrutar.
No obstante, su marido le habló de KRY, una app diseñada para establecer videocosultas médicas. “Descargué la herramienta y en 10 minutos estaba hablando con el doctor desde el mismo taxi en el que iba de camino al aeropuerto; me recomendó unos antibióticos mediante receta electrónica, los compré en la primera farmacia que encontré y, afortunadamente, pude irme de vacaciones”.
A este respecto, Johan Flodin, director médico de la aplicación sueca, afirma que “atendemos a 200 personas al día, mucho más que los médicos de atención primaria de forma presencial. Es más, hemos tenido un crecimiento exponencial, ya que los pacientes están muy contentos y vuelven: el médico siempre te ve en el día o a la hora que desees o poniéndote a la cola a la espera del primer hueco libre”.
El hecho es que la telemedicina se está extendiendo. La consultora estadounidense Tractica estima que el crecimiento de las videoconsultas alcanzará la cifra de 158 millones de sesiones en el año 2020. De hecho, la firma subraya como ventajas “el ahorro de costes en un escenario con falta de médicos, gastos de sanidad en aumento, la necesidad de atender a una población envejecida que crece y a personas con dolencias crónicas”.
En el ámbito español, César Morcillo, jefe de Medicina Interna del Hospital Sanitas CIMA, relata su experiencia: “en mi agenda hoy tengo 15 pacientes a los que ver físicamente y dos mediante videoconsulta. Los usuarios, por lo que nos cuentan, están encantados. No tienen que salir del trabajo y ganan muchísimo tiempo: si al enfermo le tienes que pedir un análisis o una radiografía o prescribirle un medicamento, el volante o la receta se envía a su móvil”.
De igual modo, Sergio Vañó, presidente de la Asociación de Investigadores eSalud (AIES), manifiesta que “este tipo de consultas tiene muchas ventajas, siempre que se den unas condiciones determinadas para garantizar la calidad; además, evitan desplazamientos, se ahorran costes, se gana en inmediatez y aumenta la satisfacción de los enfermos. No obstante, las desventajas pueden declararse a la hora de tener buenas conexiones online. Por otra parte, a nivel legal el servicio no está bien delimitado, hay un vacío relacionado con la protección de los datos de los pacientes”.
Para terminar, no viene mal subrayar que un estudio de videoconsultas vía Skype, que es el modelo más parecido, ha desvelado que este tipo de encuentro virtual se emplea sobre todo en dolencias crónicas, estrechamente vinculadas al corazón y la circulación, junto con la diabetes. Unas enfermedades, no obstante, en las que ya no nos sentiremos desamparados sino todo lo contrario, muy cerca de quien mejor nos puede diagnosticar y aliviar nuestros peores síntomas.