En su primera exposición en Barcelona, Iván Argote presenta en ADN Galería Un millón de amigos: una aproximación al arte como reflexión aplicada a la experiencia que establece espacios de encuentro con el otro y explora el júbilo del compartir. Comisariada por Albertine de Galbert la muestra indaga sobre aquella “distancia justa” puesta en evidencia en sus trabajos que lo convierten en un activista del contacto y la relación.

Tomando la ciudad como teatro de operaciones, el artista colombiano busca fallas en la cotidianidad para infiltrarse y activar encuentros: lanzaderas que preguntan sutilmente cómo nos relacionamos con los demás. Del mismo modo, agrieta el recelo en el que encontramos en nuestra ambigua relación con “el otro”, “el desconocido”, proponiendo acortar ese espacio a través de texturas ficticias y fugaces que se activan con sus intervenciones. Utilizando el humor como vehículo y no tanto como objetivo, el artista aborda temas de cierta envergadura con simplicidad efectiva mientras concede nuevas interpretaciones a los espacios que trasforma permitiendo que surjan otras dinámicas.

La exposición se entiende como un espacio por penetrar: empezando por la superficie, lo matérico, para ahondar de forma pausada en conceptos más profundos: cómo nos acomodamos en la ciudad, qué ocupamos en la historia, a través de lo personal, lo colectivo y lo familiar.

Desde el exterior de la galería podemos observar la pieza Extractos, (2013), que reproduce la sección de una pared callejera. El espacio urbano ocupa la galería y se convierte en contenedor de voces individuales que el artista recoge y convierte en la frase que podemos leer grafiteada en el muro. En su reverso, en la fotografía Dándole peso a los besos (2012), la intervención gráfica aparece en el entorno público para fosilizarse en él. El artista impregna de besos una roca situada a las orillas del río de Supatá de Colombia; se trata de un intento de perpetuar una presencia en un tiempo y lugar determinados y darle peso a un encuentro que podría desvanecerse, fugaz y pasajero. Situando la acción de nuevo en el espacio público, el vídeo Caricia realizado en 2012, muestra una pareja de enamorados en el Parc del Tuileries de Paris. En sus cuerpos se distingue la sombra de una mano que les acaricia. Un contacto intruso pero tierno que nunca sucede está presente participando como huella de su intimidad.

Efectivamente las acciones de Iván Argote escapan de los marcos de su escenario cotidiano para contaminar otras esferas; así ocurre en Un año al día que recoge 35 Polaroids de cumpleaños -a modo de archivo- de un proyecto realizado en el Centro de Arte Dos de Mayo (CA2M) en el 2012. Las imágenes congregan una acción que consistía en celebrar cada día un cumpleaños, durante el periodo de la exposición y en una de las salas del centro. El resultado es un compendio de fotografías de personas dispares, que celebran con sus íntimos su cumpleaños al son de cantos y extingo de velas. Un millón de amigos congelados en imágenes que quedan paralizados de nuevo en el tiempo y hacen de un ritual común pero íntimo el verdadero protagonista de una mirada pública.

Otra de las piezas que se inscribe en esta comicidad, en este caso abordando con cierta irreverencia iconos históricos y políticos, es Make me happy, make me sad (2013): un billete de 5.000 pesetas con la cara del Rey Juan Carlos situado encima de un espejo dentro de una peana. Dependiendo del ángulo desde donde el espectador observe al monarca aparece su rostro sonriente o triste.

Le sigue la pieza Turistas: Isabel entregando un contrato y Cristóbal señalando hacia el sur (2012): fotografías de las esculturas de la Reina Isabel y Cristóbal Colón que se encuentran en la plaza “Monumento a los Reyes Católicos” en Bogotá, Colombia. En esta ocasión las esculturas visten “ruanas”, ponchos de la región de los Andes, una acción realizada junto con un grupo de personas con quienes Iván organizó una comunidad efímera en el marco del proyecto La Estrategia (detallada más abajo). El espacio urbano se convierte en un campo de batalla donde cualquier rincón puede ser contenedor de declaraciones.

El vídeo que lleva por título Geometría (2012) muestra a dos muchachas en la selva, ambas sosteniendo un revólver que activan cada vez que una le pregunta a la otra de dónde es o dónde nació entre otras preguntas relacionadas con su lugar de procedencia. Las respuestas son siempre “por aquí” o “por allá” y mientras ellas responden apuntan el revólver en esa dirección y disparan. El artista quiere jugar con la indefinición de sus respuestas y reflexionar sobre la connotación que cuelga de esas respuestas pues tienen consecuencias directas en el sistema político-social actual.

La participación del otro en las piezas de Argote, ya sea de forma directa o sutil, es un hilo conductor que recorre casi todas sus propuestas. Quizás sea en Activísimo! (2011-2013) donde se materializa de forma más literal. El proyecto agrupa bajo diapositivas un taller que realizó en el Museo MAC-VAL con niños de cuatro a siete años ofreciéndoles herramientas para poder manifestar. Las imágenes son acompañadas de una transcripción de una conversación telefónica en la que Iván explica al proyecto a su madre. Además, la pieza establece un vínculo con el pasado autobiográfico del artista pues su padre, sindicalista de Colombia y profesor de colegio solía enseñarles a sus alumnos cómo manifestarse. La singular lona que puede verse en la sala de ADN Galería, Huelga estudiantil es una instantánea de una de las “clases de protesta” que realizó su padre en los años 70s.

También es presentado un video llamado Historia de la Humanidad (2011), en el cual, el artista y su familia reconstituyen “grandes momentos” de la historia de la humanidad en un film de familia grabado en 8 mm que toma por escenario un parque junto a un lago. Una especie de “documento a enviar al espacio”.

El último trabajo presentado en Un millón de amigos es el mediometraje La Estrategia que se expuso en el Palais de Tokyo a principios de este año y aglutina varias piezas anteriormente citadas. Se trata de una inmersión en el pasado. El artista recopiló un gran número de anécdotas que algunos militantes de la Bogotá de los 70s le confiaron. Estos vivían para entonces en comunidades clandestinas. Iván Argote conformó un nuevo grupo de personas a quienes trasmitió estas historias y con ellos organizaron una comunidad que durante dos semanas vivió el “sistema de verdades” que en la época vivieron los militantes. Gracias a esta reconstrucción y a una mirada crítica hacia el presente y aquel pasado, construyeron nuevas anécdotas. El proyecto es una tentativa de vivir en carne propia un pedazo de historia, no con el ánimo de “reconstituir” sino de reactivar en el aquí y ahora. Así, dentro del proyecto se genera un estado de ánimo que nace de un colectivo y de ahí se expande hacia la relación con la urbe, sus monumentos y también con la naturaleza, con el paisaje, de forma pausada, sin por ello reivindicar grandes mandatos o manifiestos.

Iván Argote plantea preguntas que interpelan al espectador bajo un manto tierno mientras espera ansioso su posible efecto. El arte se convierte en un mecanismo de búsqueda: pesquisa constante para modificar el presente y afectarlo en un balanceo que va desde lo privado hasta lo colectivo. De esta manera, el artista representa un arte que se realiza fuera de cualquier tipo de marco establecido, su movilidad y fugacidad se resisten a ser contenidas.

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