“Soy como un plátano. Amarillo por fuera y blanco por dentro”
Cercano, amable, bromista, trabajador y familiar. Se llama Hung Fai, cocinero de prestigio que por su nombre todo indicaría que trabaja exclusivamente la cocina asiática. Por lo menos así lo pensaban muchos clientes cuando pasaban por enfrente de su local, situado desde el 20 de agosto de 2015 en el atractivo mercado de la Ribera de Bilbao. Tanto sucedía que el mismo Hung, nacido en Hong Kong pero con acento vasco por sus más de 20 años en la ciudad bilbaína, tuvo que retirar el letrero que hacía referencia a su persona “Brasserie Hung Fai”, dejándolo huérfano. Y es que la especialidad de Fai en su restaurante es el pescado, marisco, verduras a la brasa, y todo tipo de comida mediterránea.
“Estaba cansado de escuchar a gente que pasaba y asociaba el nombre con la comida asiática. Hay muchos estereotipos en este país. Fuera están mucho más acostumbrados”, afirmó el mismo día que modificó el nombre. “Un español sí puede cocinar comida asiática, pero un chino no puede hacer comida vasca. Esto es un poco lo que sucede y lo que muchos piensan”, señaló.
Por ello dejó solo “Brasserie”. En sus vitrinas se puede ver el pescado fresco y marisco que tras cocinarlo a la brasa queda un sabor exquisito, siendo un regalo para el paladar.
Su paso por el programa Top Chef
De nacionalidad china, Hung llegó a España con 22 años. Tras mucho trabajar y buscarse un hueco en la cocina, fue seleccionado para el prestigioso programa de cocina Top Chef. En él aprendió y disfrutó mucho, ganando una prueba con un pincho de jamón con melón. ”Fue muy bonito entrar, sobre todo cuando un asiático es seleccionado entre 9.000 personas en un programa de tanto renombre”. Con una sonrisa destacó su participación, donde coincidió con grandes de la cocina española. Y aunque finalmente Chicote le mandó colgar los cuchillos, se llevó una gran experiencia, llena de alegrías como conocer a sus compañeros y algunas dificultades como lidiar con la vitrocerámica.
Familiar y encantador
Hung Fai menciona todo el tiempo a su familia. No hay respuesta en la que no cite a su abuela, a su tío, a su mujer o a sus hijas. Todo está relacionado con su gente. Tal vez gracias a ellos se inspire en hacer la exquisiteces que salen de sus manos cuando se pone el delantal. Es cocinero por vocación. Lo lleva en los genes y viene de una tradición larga de hosteleros. Y pese a ser una profesión complicada y a veces mal tratada, no ha dejado de ser fiel y luchar para hacerse un hueco entre los fogones. Hoy en día vive de ello y está feliz. Se aprecia al hablar con él, cuando describe cómo conquistó a su actual mujer, y cómo formó la familia que tiene con dos hijas pequeñas, y otra de 17 años de su anterior matrimonio.
“Esta profesión me ha dado muchos quebraderos de cabeza, pero también muchas alegrías. De hecho, mi primer matrimonio se rompió por la falta de tiempo. Pero también me ha dado la felicidad al conocer a mi esposa actual”, reconoció. Hung se fue a vivir a Bilbao con su actual mujer tras conocer que iban a ser papás, para así contar con el apoyo de la familia de ella. Su historia de amor es el romanticismo personificado. Se conocieron y “hubo un chispazo desde el primer momento”. “Conocí a mi mujer en el Corte Inglés de Sanchinarro de Madrid, en Dior. Le regalé un reloj el mismo día que la vi y una nota con mi teléfono. Tardó dos semanas en llamarme, y la conquisté en el mejor restaurante posible, mi casa, con un salmón con verduras”, subrayó.
Diferencias conla gastronomía china
Amante de las artes marciales, es curioso cuando asegura que uno de sus platos preferidos son los huevos fritos con patatas y chorizo, nada elaborado. Aunque también le encantan los guisos en general, sobre todo los de carne y las lentejas. Uno de sus platos a destacar es “la receta del tío Johnny”, que es pollo rebozado con una salsa de miel, elaborada por su tío chino.
Las diferencias con China son enormes: “La cultura gastronómica es muy distinta y la adaptación cuesta. Si llevamos los callos o los percebes no tendrían la misma aceptación. Es igual que si traemos aquí las medusas o ancas de rana para comer. Allí el marisco está todo vivo. En los mercados de China las ranas están saltando en las jaulas vivas, el pollo te lo matan delante, y el marisco y los peces están en cubos y peceras”.
Otra de las cosas que destaca es la gran capacidad de sacrificio y el respeto de los chinos por los mayores . “Allí no se pelean por las herencias, sino que las familias se apoyan mucho y están unidas. Hay respeto por los ancianos. Esto falta aquí. En China hasta que no se sienta la abuela en la mesa no se sienta nadie a comer”, sentencia.
Por lo tanto, Hung Fai asegura que lo bueno es la combinación de ambas culturas y sobre todo el respeto. Su trato y su cocina lo tienen. Vale la pena pasar por su local, probar los vinos y sus platos. La sonrisa con la que te recibe te hace sentir en casa.
Es feliz trabajando en su restaurante. Actualmente dispone de dos programas en Canal Cocina donde sigue fiel a su cultura gastronómica con Cocina oriental con Hung Fai. Fiel a sus principios, enseña platos que de alguna manera le han formado en lo que es hoy en día, un cocinero completo y sin prejuicios.