Se busca a persona dinámica, original, extrovertida y con don de gentes. El salario dependerá del ritmo de trabajo y, sobre todo, de la aceptación del público y, por ende, del número de visitas. Ref: Youtuber
Quizás dentro de un tiempo este será el tipo de anuncio que corone las secciones de empleo de los diarios (digitales, claro) pero, por ahora, solo algunos privilegiados pueden disfrutar del trabajo denominado “youtuber”. Un youtuber es aquella persona que sube regularmente vídeos a su canal propio en esta plataforma digital de vídeos, de temática absolutamente variada y libre a su elección y que constituye una comunidad de fans y seguidores fieles que valoran, comentan y difunden sus nuevos contenidos.
Desde mi experiencia personal, he “conocido” a youtubers que enseñaban trucos de moda y maquillaje, youtubers gastronómicos, youtubers que realizan bromas ocultas o desafíos, llamados en la jerga “challenges” (por ese amor por lo anglófono que hay en este mundillo) y otros que hacen demostraciones de videojuegos jugando a la vez que lo comentan. Es en esta categoría donde se encuentra el youtuber más exitoso de España: ElRubius.
Tiene 26 años y más de 16 millones de suscriptores en su canal. Rubén Doblas Gundersen comenzó en el mundo de YouTube en 2006 subiendo un vídeo que en su día tuvo una escasa repercusión, pero a lo largo de los años ElRubius convierte en oro aquello que toca. Será por su tono humorístico, por su don de palabra o porque, quizás, haya gente que tenga una facilidad especial, pero no existe ni un vídeo dentro de su canal que haya recibido menos de un millón de visitas y será por algo.
La temática de sus vídeos siguen un hilo conductor común como es la prueba de videojuegos que sus seguidores le sugieren y le piden, aunque también alterna con menos frecuencia piezas sobre los ya comentados “challenge”, en los que el youtuber en cuestión debe realizar retos consistentes en comer comida muy picante o en poner en apuros a los dependientes de algún establecimiento público tales como una pizzería en la que el dueño del canal va pidiendo los bordes de las pizzas entre los clientes porque es “lo único” que le gusta. Pero claro, son youtubers con millones de suscriptores y eso les hace de otra pasta diferente o, al menos, siempre podrán justificar que es un “challenge” de esos y que, si los afectados son benevolentes, siempre pueden salir en agradecimientos.
Lógicamente, un trabajo que consiste en subir vídeos grabados en tu cuarto, con una edición sencilla y en los que te dedicas a jugar a videojuegos mientras los comentas o te pones a comer espaguetis porque te ha entrado el hambre, trae también muchas críticas entre la gente que, probablemente, envidie que estas personas puedan estar ganando dinero a través de la publicidad mientras ellos madrugan cada día para hacer trabajos bastante menos creativos. Y es lógico. Ser youtuber no nace de ninguna necesidad social, no es algo que la sociedad pidiera a gritos ni es un empleo que tenga una función que ha estado ausente hasta la fecha. No. El youtuber es una persona que un día piensa que puede ser buena idea probar a mostrar lo que más le gusta hacer y ver qué pasa. Es una persona que se la juega, que expone su vida de algún modo y que, si tiene éxito, entra en una complicada rueda en la que no todo es oro e ingresos publicitarios.
ElRubius se ha convertido en el youtuber con más seguidores dentro de España, el segundo en idioma español y el cuarto a nivel global. ¡A nivel global!
A una corta edad, este joven se ha enfrentado a comentarios críticos de personas anónimas que sacaban la lengua a pasear desde la sombra sin ninguna necesidad de dar la cara; a gente que descubría su dirección personal y acudían a su casa día sí día también en modo fanático activado. Entendamos que se trata de un éxito repentino difícil de gestionar partiendo de cero a cien en pocos segundos y sumándole a ello una juventud y un desconocimiento total de este mundo.
Los youtubers se coronan como las nuevas estrellas del rock, con sus hordas de fans enloquecidos y sus peticiones de autógrafos y, cómo no, selfies por la calle. Preparémonos, una nueva era ha comenzado.