Visitar Irlanda supone adentrarse en el descubrimiento de una cultura que conserva cantidad de tradiciones desconocidas en el resto del mundo, que se mantienen fieles a sus orígenes y hacen de este un gran pueblo.El espíritu celta está continuamente presente en la vida del país, en la música, las construcciones, las fiestas y también en los deportes.
A diferencia de lo que sucede en el resto del globo, en Irlanda el fútbol no goza en absoluto de la popularidad que cabría imaginar. Este ha sido sustituido por la gran expectación que causan el hurling y el gaelic football, dos deportes nacionales regidos por la Gaelic Athletic Association, es decir, la asociación que gestiona los deportes gaélicos tradicionales.
Pese a que el origen del hurling no es preciso, se habla de su presencia en leyendas como la de Cú Chulainn, el héroe mitológico irlandés más famoso (podría datarse de hace más de 2.500 años, si así fuese). En textos de los monjes de los siglos VIII y IX también se hace referencia al citado deporte, y algún siglo más tarde (alrededor del siglo XIII) se sabe de su prohibición por haberse considerado excesiva la violencia de los jugadores.
El hurling se juega en Irlanda en el campeonato denominado All Ireland Hurling Championship, en el que se dan cita equipos representantes de los treinta y dos condados de la República de Irlanda, Irlanda del Norte, un equipo representativo de Londres y otro de Nueva York. La final del campeonato suele disputarse en el estadio Croke Park de Dublín, y el actual campeón es el equipo de Kilkenny.
Pero no es este el único país en donde queda constancia de su práctica. A mediados del siglo XIX, tuvo lugar en Irlanda la crisis conocida como la Hambruna de la patata (Irish Potato Famine), que ocasionó un gran número de muertes y migraciones hacia diversos países, llegando a perder más de un cuarto de su población. Canadá, Estados Unidos, Nueva Zelanda o Argentina fueron algunos de los lugares donde los inmigrantes irlandeses viajaron, llevando consigo, entre sus pocas pertenencias, el amor por su tierra y sus tradiciones.
El hurling (iomáint o iománaíocht, en gaélico) es considerado el deporte más rápido del mundo. Los equipos se componen de quince jugadores, cada uno de ellos en posesión de un palo (hurley, o camáin en gaélico), fabricado en madrera de fresno, con el que han de golpear una pelota (sliotar), fabricada de corcho y recubierta de piel, de siete centímetros de diámetro. Los partidos tienen una duración de setenta minutos repartidos en dos tiempos.
Los jugadores podrán tocar la pelota con las manos y también con los pies, incluso podrán dar hasta tres pasos con ella sostenida en las manos. Para cogerla del suelo y pasarla a los compañeros deberán emplear el hurley.
A cada lado del campo existe una portería formada por dos postes unidos a una barra lateral en forma de H. Los postes pueden tener una altura de hasta siete metros y están separados entre ellos por unos seis metros y medio; la altura de la barra lateral es de unos dos metros y medio; la parte inferior forma una portería con red. Si la pelota pasa por encima de la H, el equipo marca un punto, y si mete gol en la portería, entonces marcará tres puntos. Alrededor de la portería se determina un área de seis metros al que solo puede acceder el portero.
Los saques de banda se realizan golpeando la pelota con el palo desde el lugar por donde salió esta. Las faltas se sacan desde donde se hacen. Es córner cuando un jugador toca la pelota y sale por la línea de fondo; un jugador del otro equipo sacaría desde el centro del campo directamente a portería. Y si se produce un empate, se repite el partido.
Estos son solo algunos apuntes básicos que deben conocerse antes de ir a un partido. Después, en el campo, la emoción y el bullicio a borbotones. Y al finalizar, con independencia del resultado, siempre se puede hablar del árbitro.