Las flores están más de moda que nunca. Lo dice la calle, las redes sociales y los propios floristas. A pesar de que todavía estamos bastante lejos de la cultura europea, que consume mucha flor en su día a día, se ve una incipiente tendencia que asegura que nos encontramos en el principio del camino para conseguirlo. No podemos hablar de hábito, pero sí de que cada vez más apostamos por los detalles florales para cenas con amigos, fechas especiales, darle un toque de color a nuestro despacho o mesa de trabajo o simplemente auto regalarnos un bonito ramo porque nosotros lo valemos.
Las redes sociales tienen mucho que ver en este cambio de estilo de vida. Bloggers, influencers, artistas… todo perfil con un número de seguidores que se precie publica (muchas) fotos de y con flores: comprando en la misma floristería, compartiendo rincones de casa decorados con flores, luciendo el look del día con un ramo envuelto en papel de periódico… Y este boom, sobre todo en los blogs e Instagram, se refleja en la venta directa de flores. Así lo aseguran cuatro floristas que, además de expertos en la materia, son los cuatro mejores de Madrid, aunque sus trabajos llegan a toda España y más allá de nuestras fronteras.
Floreale. Eugenio Salazar, 35. Madrid
No tienen tienda de venta al público, pero no les hace falta para ser considerados uno de los grandes del arte floral. Antonio Rodríguez y David Enríquez, socios de este negocio que lleva ocho años en Madrid, se dedican, sobre todo, a hacer montajes y eventos. Ambos están de acuerdo con que existe una corriente floral digital y afirman notar la repercusión en las ventas tras haber hecho un evento que ha sido publicado en las redes sociales. “Al ser muy visual y llamativo, a la gente le gusta y hace que las fotos sean más bonitas y obtengan más likes".
Frasen et Lafite. Calle Espejo, 5. Madrid
Patric Frasen y Francisco Javier Lafite son los dueños de esta floristería por la que corre savia española y francesa. Llevan cinco años al mando y en este último, sí han notado la influencia de las redes sociales en el negocio. Aseguran que el hecho de que bloggers, influencers, marcas de estilo de vida y agencias no paren de subir fotos con todo tipo de flores en sus perfiles sociales hace que cada vez sean más las personas que compran flores para sí mismas como auto regalo, cuando hace unos años se pensaba en flores únicamente para regalar. “Se nota el tirón de las redes sociales. Ahora muchos clientes llegan a la floristería y mientras esperan o nos piden asesoramiento, hacen fotos a flores o rincones de la tienda y las publican al instante”.
Margarita se llama mi amor. Calle Fernando VI, 9. Madrid
Tal vez sea la ubicación o la variedad y cantidad de flores con las que cuenta a diario (hasta 150 jarrones al día), lo que hace a esta floristería, con nombre de canción, estar en boca de todos. Tina Rubio, su propietaria, asegura que es sorprendente cómo mucha gente joven “de repente” está empezando a consumir flores y está segura de que es por dos motivos: el barrio en el que se encuentran (en pleno auge y muy de moda) y el efecto arrollador de las de redes sociales. “No es de forma inmediata, pero sí hemos notado más visitas de chicas jóvenes en la floristería haciendo mención a fotos publicadas en perfiles de Instagram o en blogs de algunas influencers”.
Sally Hambleton. Gabriel Lobo, 10. Madrid
Es el claro ejemplo de cuando una persona se convierte marca. Decir Sally Hambleton es hablar de Sally: 50% española, 50% inglesa, florista por necesidad personal, risueña y amante de la vida… Pero también es hablar de flores: diferentes, de campo, de calidad, de lujo. Cree que las redes sociales son el mejor altavoz para dar a conocer su trabajo y afirma que son vitales para el negocio. Tanto es así que a través de su perfil de Instagram le contactaron desde Nueva Zelanda para desarrollar un proyecto floral y allí se fue a realizarlo.
Piensa que todavía queda para que las flores conquisten nuestro día a día, pero al menos estamos empezando a apreciar lo felices que nos hacen y lo bonito que convierten los lugares que con ellas se decoran. “Hay más moda de flores en el sentido de querer que los espacios sean más bonitos: cenas, eventos y también regalos. Ahora gusta más regalar un ramo de flores que un pañuelo, como hacíamos no hace tanto. Sin embargo, no ocurre lo mismo en el consumo propio, porque lo seguimos viendo como un pequeño lujo, pero sí ha habido un cambio en el hábito del regalo y la decoración. Esta Navidad hemos vendido el triple de flores que el año pasado”.