Nada más cruzar las puertas de “Il salotto”, la sala de la galería BlueProject que acoge durante estos días en Barcelona la exposición personal del artista italiano Michelangelo Pistoletto, un gran símbolo rojo se dibuja en el suelo. Tres grandes círculos, trazados sobre un espejo, transfiguran por completo el aspecto del símbolo matemático del infinito para concebir lo que el artista denomina el “Tercer Paraíso” o el “nuevo símbolo de la eternidad”.
Con ello, Pistoletto – uno de los grandes precursores del movimiento artístico Arte Povera desde los años setenta (reivindicándose posteriormente independiente) – pretende hacernos reflexionar sobre la etapa actual que transita la humanidad. Y es que hemos ganado en tecnología, pero perdido en naturaleza.
Olvidamos el “paraíso natural” de donde viene la humanidad (que Pistoletto representa en el primer círculo, a la izquierda) para arrojarnos a la conquista del arte y de la tecnología, en definitiva, al “paraíso artificial”(el segundo de los círculo representado a la derecha). Y ahora que vivimos en esta segunda fase evolutiva, cada vez somos más conscientes de que debemos reconciliarnos con la primera. De ahí que Pistolleto proponga incluir ese tercer círculo central, más grande y ostentoso, para representar la necesidad social de encontrar una solución a estas crisis y conflictos.
Fue, no muy casualmente, el 22 de diciembre de 2012 (fecha en la que, según la profecía maya, acabaría el mundo) cuando Pistoletto proclamó el “Día del Renacimiento”, creando para ello el símbolo del “Tecer Paraíso”. En más de 70 países, a modo de ritual o ceremonia – y sirviéndose de todo tipo de materiales –, se trazaron estos nuevos símbolos de eternidad, de norte a sur. Desde entonces, la representación del “Tercer Paraíso” ha estado presente en muchos centros emblemáticos, como la Pirámide de Cristal del Museo del Louvre o el hall de la sede del Consejo de la Unión Europea en Bruselas.
Pero, ¿por qué un solo símbolo artístico podría ejercer de catalizador en este proceso de reconciliación entre naturaleza y tecnología? Porque “el arte es responsable de buscar el equilibrio, como una balanza”, explicaba una vez el artista en una entrevista a Europa Press. De nada sirve comercializar con el arte, convirtiéndolo en otro producto económico más, si no se tiene constancia del significado que esta conlleva.
Pistoletto propone el arte como un medio de guía para elevar a la sociedad a un nuevo estado utópico. Para alentarla a tomar parte de esta revolución ideológica, para despertarla, para fomentar la creatividad de la ciudadanía, y en definitiva, para armonizar la reconciliación entre naturaleza y tecnología de una forma paulatina y consciente a la que sólo se puede llegar a través del sentir conjunto de la colectividad.