Como muchos afirman, se podría decir que el siglo XX, sin duda alguna, ha sido el siglo de los modistos. Pero hay que echar la vista hacia atrás y darse cuenta que esto no siempre ha sido así. Fue cerca de 1870 cuando surge esta nueva profesión. Me atrevería incluso a asegurar que es una de las más recientes profesiones. No hay que olvidar que la moda siempre ha existido, pero lo que predominaba era el vestido sobre el creador. Antes los diseños se hacían por encargo, los modistos (que ni siquiera gozaban de prestigio) cosían en base al gusto del cliente; por tanto, pedían lo que ellos mismos querían llevar.
De esta manera, el nacimiento del modisto (tal y como se entiende hoy en día) se lo debemos a Charles Frederich Worth. Un burgués de la sociedad inglesa, hasta que su familia se arruinó, y que con tan sólo 12 años empieza a trabajar. Defiende la libre creación y por encima de todo aporta creatividad. Los clientes pedían lo que querían llevar, él cambió esta idea, él era el que creaba. Se consideraba un artista igual que un pintor o un escultor. Además fue el primero en poner etiqueta con su firma y precio a sus vestidos.
Cuando abre su primera tienda, intenta dar confianza a sus clientes, haciéndoles sentir como en una sala de fiestas, simplemente con un toque de luces y decoración. Le da realismo. De esta forma surge la idea del desfile, sus clientes ven los diseños en salones como a los que asisten ellos y ven cómo quedarían.
Consigue acceder a la corte a través de su mujer. Ésta acude a una fiesta con un diseño de su marido y todo el mundo queda enamorado del vestido. Y más todavía cuando descubren que lo ha diseñado un hombre. Así consigue su primer gran encargo, petición expresa de Eugenia de Montijo (esposa española de Napoleón III) para una fiesta en Lyon, y hace el traje con sedas de esa región. Eugenia lo ve demasiado ostentoso para la ocasión, quiere algo más sencillo. Worth le persuade alegando que, al ser los tejidos de la tierra, el pueblo va a pensar que lo hace por agradarles, y finalmente así es. También lució sus diseños, entre otras, la emperatriz de Austria Sissi.
Hay que ser justo y recordar que Leroy (un sastre destacado de la época) fue el primero en vestir a un personaje importante, ya que fue quien realizó los trajes de la coronación de Napoleón. Pero con el fin del emperador el sastre desapareció.
Por tanto, a Charles Frederich Worth se le considera el padre de la Alta Costura, creando cada año una colección. Luchó toda su vida contra la copia de sus creaciones en la Cámara sindical de Alta Costura.
Worth da paso, en el último tercio del siglo XIX, al que sería el siglo de los diseñadores, el XX. Los modistos continuaron con su labor: Paul Poiret, Mariano Fortuny y Madrazo, Madeleine Vionnet, Coco Chanel o Cristóbal Balenciaga, entre otros.