Hoy fui a caminar por La Valeta, la capital de Malta. Una ciudad que sorprende por su belleza y arquitectura. Calles en subida desde el mar. Palacios en varios estilos y de varias épocas. Herencias de la cultura griega, romana, árabe, italiana e inglesa. Un toque melancólico de Lisboa con sus colores, balcones de todos los tipos, un poco de Venecia con aguas azules y de una versión más antigua y clásica de Estocolmo.
El misterio de la ciudad sorprende en cada esquina, en cada ángulo, rincón y detalle. Sus colores son típicamente mediterráneos y su mensaje es claro como las aguas de su mar: La Valeta está llena de pasado, de arte, de historia y también de futuro. Me impactó su grandilocuencia, su elegancia, su carácter. El cuidado de la administración de la ciudad en proteger su armonía e identidad. En una de sus dos catedrales, la de Juan Bautista, se encuentra un bellísimo cuadro del Caravaggio pintado en 1602, La decapitación de Juan Bautista. Esta pintura en esta catedral confirma que por aquí pasó el mundo para dejar sus huellas.
Al llegar, entrando a la ciudad vieja por puerta “Victoria”, nos encontramos con una comparsa de un film protagonizado por Christian Bale, The promise, sobre el imperio Otomano en el 1929. Una de las calles, que seguía paralelamente la costa, estaba llena de banderas turcas y un edificio de la administración pública protegido por sacos de arena, como en plena guerra. Delante del edificio, viejos camiones militares y un olor a caballos que me hizo volver al pasado. Quizás no lo sabéis, pero el cine es una de las industrias más importantes del aís. The Gladiator fue filmando en Malta, como Midnight Express, entre muchos otros, y el ambiente y la gente se prestan a estas reconstrucciones visivas de los países y paisajes del Mediterráneo, donde el mar es siempre un elemento fundamental.
Desde una costa de la ciudad, se observa la belleza de otra costa, en un mosaico de luces vivas y reflejos, como si el mundo circundante fuese una pintura de un pasado remoto que se proyecta en el tiempo. Las murallas, las torres de defensa, los fuertes nos hablan de una historia de guerras, de conquista e invasiones, que nunca subyugaron la isla nación y que hoy viven con fuerza su presente.
Cerca de la reconstrucción del teatro de la ópera en estilo romano, encontramos el palacio de exhibiciones, ambos en los mismos colores, usando los mismos elementos arquitectónicos, columnas y arcos, pero ambos arraigados en su tiempo, que no los separa, sino que los une en un mismo proyecto de urbanidad y de cotidianidad ciudadana. A unos pasos de allí, el líder de la oposición tenía una conferencia de prensa y hablaba al público en un clima de paz y tolerancia.
Las calles de La Valeta estaban llenas de turistas de muchas nacionalidades, los restaurantes estaban llenos y todos dedicaban las primeras horas de la noche para disfrutar de la ciudad y para soñarse en otros tiempos, llenándose de belleza, historia, sabores, olores y amabilidad. Un viaje en el viaje que nos presenta un pasado tan lleno de presente, de posibilidades, de juventud y de progreso y el clima otoñal de un octubre avanzado era tibio, generoso y perfecto.