No es la primera vez que grandes creadores se inspiran en España para crear sus colecciones o diseños icónicos. Yves Saint Laurent fue uno de los primeros en rescatar la tradición española en sus colecciones. Ya en 1977, sus colecciones de Alta Costura y Prêt-á-porter incluían detalles como mangas farol, encajes y mantones estampados. Eso sí, con una evolución propia a la época y alejándose, en cierta manera, de los tópicos. Él fue el primero, el precursor.
Esta año, treinta y ocho años después de la colección de Yves Saint Laurent, creadores como Joseph Altuzarra, Slimane o Dolce&Gabbana vuelven a inspirarse en España, en su cultura y en sus tradiciones para crear colecciones. Hace algunas semanas, en la entrega de los Premios de la Música británicos, Paloma Faith subió a recoger su Brit Award a la mejor voz femenina vestida en un diseño de encaje y flores firmado por el dúo italiano Dolce&Gabbana y el pelo decorado con claveles rojos. Días antes, en la celebración de los Grammy, Madonna se paseaba por la alfombra roja con una versión reinterpretada del traje de luces creada por Riccardo Tisci para Givenchy. Ahí no queda la cosa. Madonna, que es una enamorada de España, aparece en el videoclip de Living for Love, canción de su último disco Rebel Heart, vestida de torera.
La moda crea en ocasiones corrientes de temporada que saben extenderse como la pólvora hasta convertirse en hits denominadas “tendencias”. Y este 2015 es el año de la inspiración española: lunares (Saint Laurent, Dolce&Gabbana, Marc Jacobs), boleros (Givenchy, Valli), volantes (Valentino) y accesorios.
Pero ha habido más diseñadores que se han sumado a esta tendencia. Peter Copping, en su colección para Óscar de la Renta en la pasada New York Fashion Week, se inspiró en la relación de Ava Gadner y su amante torero en la década de los cincuenta, así como en los colores de las pinturas sobre el toreo con claras reminiscencias a Goya. Lazaro Hernández y Jack McCollough, los hombres detrás de Proenza Schouler, presentaron una de las colecciones más aplaudidas de la New York Fashion Week. Los diseñadores llevaron a su terreno ciertas influencias españolas (y cubanas) en una colección ultasofisticada y moderna, en la que destacaron tanto los vestidos como los complementos. Se aproximaron, de manera innovadora, a siluetas de toda la vida: volantes, topos, lazos, en una propuesta que parece ser la candidatura perfecta para ocupar la silla vacía de Balenciaga. Joseph Altuzarra, por su parte, se inspiró en el libro Wilder Mann y en los trajes tradicionales de fiestas paganas con una clara referencia a la cultura y a la historia vasca. Entre los detalles que nos dejó su colección en la New York Fashion Week están las alpargatas. Eso sí, adaptadas a la sofisticación y a la feminidad de que hace gala la marca Altuzarra.
Y si los diseñadores internacionales se rinden a la cultura española, David Delfín, uno de nuestros diseñadores estrella, tampoco ha podido resistirse. En su propuesta “PSOAS” Delfín ha abrazado el folclore de su tierra, Andalucía, pero desde la distancia y combinado con el deporte, seña de identidad de la marca. Aunque se considera “cero folclórico”, el volante del vestido de faralaes ha vertebrado su propuesta para mujer, eso sí, con toques “naif” y tomando como inspiración la imagen más cándida y pizpireta de Marisol. El diseñador malagueño coge una dosis de volantes de traje de luces, otra de zapatillas de deporte y el traje de “tradición sastre”, lo mete en la coctelera y ofrece vestidos de líneas puras acompañados por volantes de quita y pon, o u esmoquin en negro petróleo, acompañado con pajarita, que se convierte en vestido de faralaes.