Cuando hablamos de moda muchas veces la gente cree que se trata de algo frívolo, que no tiene importancia. Pero la moda va más allá de la vestimenta. Gracias a los creadores, a los directores artísticos, y a la industria que gira alrededor de estos, ya nadie puede negar que la moda es arte. Y es de esa belleza de lo que se alimenta la exposición “Vogue like a painting”, que estos días, y hasta el 12 de octubre, podemos encontrar en el Museo Thyssen-Bornemisza de Madrid.
La exposición explora la relación entre la creación fotográfica de moda y la pintura a través de una selección de fotografías procedentes de los archivos de una de las cabeceras más importantes del mundo. En ella, y a través de 67 imágenes y dos vestidos, se puede ver cómo la fotografía de moda se asemeja a la pintura y el arte clásico. De algún modo, todas las fotografías que encontramos en la exposición reflejan recursos frecuentemente utilizados por los pintores: la teatralidad de los escenarios, el drama del claroscuro, los cuidados escenarios, la composición y, por supuesto, la importancia de la belleza de las figuras.
En todo caso, la moda es solo un pretexto. Los fotógrafos que trabajaron para Vogue nunca se sometieron a la tiranía del vestido; querían experimentar con los cuerpos, la luz y las sombras, los encuadres y las texturas. Y eso es lo que “Vogue like a painting” representa. Una exposición que va más allá de la moda y de la fotografía de moda. En la muestra podemos ver imágenes tomadas por nombres fundamentales, tanto de la fotografía como de la revista Vogue, como Cecil Beaton, Peter Lindbergh, Annie Leibovitz, Irving Penn, Mario Testino, David Sims, Patrick Demarchelier, Horst P. Horst o Steven Klein. Entre las piezas colgadas en la muestra hay homenajes explícitos y recreaciones de pinturas como La joven de la perla, de Vermeer, con dos fotografías de Erwin Blumenfeld (1945) y de Erwin Olaf (2013) o la Santa Isabel de Portugal de Zurbarán, recreada por Michael Thompson con la modelo Carmen Kass (2000). También podemos encontrar imágenes que se inspiran en obras de Sorolla o Hopper como Una tarde encantada de Peter Lindbergh o Mujer sola de Camilla Akrans.
La exposición ha tardado entre tres y cuatro años en fraguarse pero ya es una realidad. Un lujo para aquellos que amamos la moda más allá del vestido y queremos admirar las imágenes de maestros como Leibovitz (Premio Principe de Asturias de Comunicación y Humanidades 2013), Mario Testino o Cecil Beaton. Imágenes que han salido de los archivos de Condé Nast y que ahora están colgadas de las paredes del Museo Thyssen madrileño.