Madrid no es solo la viva capital de cerca de cinco millones de habitantes que ocupa el centro de la Península. Madrid, la Comunidad, posee muchísimo más que eso: palacios de un gigantesco valor histórico y artístico como los de Aranjuez o El Escorial, villas de un fuerte sabor castellano como Chinchón, ciudades Patrimonio de la Humanidad como Alcalá de Henares… Y la Sierra, pulmón y lugar de descanso y relax para los ciudadanos de una urbe que acusa el tráfico y añora el mar.
La Sierra de Madrid es un fantástico y amplio escenario natural de una increíble variedad, que comprende lugares tan dispares como La Pedriza y su sorprendente paisaje semidesértico atestado de gigantescas rocas de mil formas o la verde zona de Cercedilla, plagada de elevados pinos y riachuelos de agua cristalina. O como Navacerrada, uno de los espacios referentes en nuestro país para los aficionados al deporte de montaña.
Pero quizás el lugar más bonito de toda la Sierra se encuentre en los alrededores de la estación de Cotos, de donde parten espectaculares rutas de senderismo. Una de ellas es la que nos lleva a la laguna de Peñalara, un suave recorrido de cerca de cinco kilómetros con un premio final muy superior al esfuerzo que conlleva llegar allí.
El principio del camino es el único tramo con algo de exigencia en toda la ruta, una fuerte subida por un sendero de tierra que discurre entre pinos. Luego este se vuelve suave, los grandes árboles desaparecen y el caminante puede disfrutar del amplísimo, vacío de huella humana y sobrecogedor paisaje que se extiende a su alrededor, entre la montaña que le protege y el valle que le rodea.
Y eso que falta la joya de la corona. Tras un giro a la izquierda, iniciamos un pequeño ascenso atravesando un espacio de ensueño: las afiladas montañas que coronan un antiguo circo glaciar adornado por lagunas como la más famosa, la de Peñalara. Llegar allí y comer un bocadillo en ese escenario es un placer sencillo al alcance de cualquiera que sepa comprender que Madrid es mucho más que la gran ciudad.