Hablar de Escocia es trasladarnos mentalmente a recónditos parajes medievales, de frondosa vegetación y trampas preparadas en árboles. Es hablar de hombres valientes en continua lucha con los señores feudales en aras de su libertad. Escocia son centenarios castillos de piedra, monstruos en los lagos y faldas de tartán. Deseo de independencia.
Casi automáticamente recordamos el ejército de hombres audaces liderado por William Wallace (reencarnado en la figura de Mel Gibson), de rostros azules y faldas de cuadros (kilts) combatiendo con armas rudimentarias y dispuestos a perder la vida por la única causa por la que merece la pena vivir. Sir William Wallace, que en realidad era hijo de un terrateniente, representa el auténtico espíritu escocés, la lucha por la libertad de su pueblo, causa que persiguió hasta el final de sus días y que pagó con el más cruel de los destinos:"Puede que nos quiten la vida, pero jamás nos quitarán la libertad".
En el puente de Stirling se protagonizó uno de los enfrentamientos más importantes, lugar estratégico que permitió que los escoceses, liderados por nuestro hombre, se hicieran con la victoria sobre los ingleses. Es por ello que el castillo de Stirling y sus inmediaciones, en las Lowlands, son de obligada visita, testigos primordiales de la huella del tiempo y de los grandes acontecimientos que crearon la historia de este gran país.
Dejando a un lado la historia, más allá de las Lowlands, en las Highlands, nos encontramos con un festival anual de juegos que se viene celebrando desde tiempos remotos cuyo origen exacto se desconoce. Se trata de los llamados Highlands games o Juegos de las Tierras Altas, que tienen lugar en Escocia (y también en otros países de cultura celta) durante los meses de verano. En ellos tienen cabida todo tipo de actividades deportivas relacionadas con la fuerza, danza y música. Lucha con espadas, arquería, gaitas, violines, bailes tradicionales y un sinfín de actividades de lo más variopintas que consiguen que retrocedamos en el tiempo para llegar de nuevo a la Edad Media.
En el cartel de eventos se encuentran las demostraciones de fuerza, esto es, el lanzamiento del tronco, el lanzamiento del martillo y el lanzamiento de la piedra. Demostraciones todas ellas que requieren de una gran robustez, así como de una enorme fuerza física.
El lanzamiento del tronco o lanzamiento de cáber es seguramente la prueba más famosa. Esto es un tronco de hasta siete metros y ochenta kilos de peso que cada participante debe sujetar verticalmente por la parte más estrecha y después lanzarlo hacia arriba. El objetivo no es la distancia a la que se lanza, sino el hacerlo girar sobre el eje de mayor longitud, de tal manera que la parte que sujetaba quede lo más alejada posible del lanzador.
Estas breves pinceladas ponen de manifiesto un gran país con una gran historia y curiosas tradiciones. Quedan muchas otras cosas de las que hablar y que cualquier intrépido viajero estaría dispuesto a descubrir, este es solo un pequeño anticipo.