Cada día somos más los usuarios de las redes sociales, millones de personas en todo el mundo estamos conectados a ellas a través de nuestras computadoras, tablets o smartphones con el fin de estar comunicados con los demás. Compartimos en línea nuestros intereses, noticias, estados de ánimo, fotografías y ¡hasta lo que estamos comiendo! Todo con el fin de interactuar y lograr una cercanía con nuestros amigos y familiares que viven lejos de nosotros e incluso conocer gente nueva afines a nuestros gustos.
Nadie puede negar lo útiles que son las redes, incluso para el trabajo. Vivimos en la era de la comunicación y nunca había sido tan fácil interactuar con los demás vía internet en cualquier parte del mundo y en tiempo real.
Solo hay que dar una mirada a nuestro alrededor, cuando estamos en una cafetería o restaurante vemos a la mayoría de las personas con la mirada puesta a su smartphone, sin importar si están acompañadas o no. Hay gente que literalmente se vuelve adicta a ellas, no puede dejar pasar mucho tiempo sin estar revisando sus redes sociales, si por alguna razón no puede hacerlo, se siente ansiosa y estresada.
El excesivo uso de las redes sociales está haciendo que nos alejemos de la gente más cercana e importante a nosotros, físicamente estamos con ellos pero nuestra atención está en otro lado. Es triste que estemos más enterados de lo que les pasa a otras personas porque lo pusieron en Facebook y no sabemos lo que les pasa a los que viven con nosotros. Quizá suene exagerado, pero hay familias enteras que ya no platican entre sí, viven juntos pero no se relacionan, puede que incluso a la hora de la comida se reúnan todos, pero cada uno está conectado a otro lado. Recordemos que las relaciones de pareja y de padres-hijos se basan mucho en la comunicación, pero esta debe ser interpersonal. Nunca un mensaje electrónico por muy cariñoso que este sea va a sustituir a una buena charla acompañada de sonrisas o de un abrazo.
Por disfrutar las redes sociales estamos dejando de disfrutar cosas mucho más importantes. Antes, durante un largo viaje por carretera disfrutábamos de mirar los paisajes que no vemos a diario y platicábamos durante el trayecto; ahora lo importante es llevar cargados nuestros dispositivos móviles para estar conectados, incluso a los más pequeños les estamos enseñando a hacer lo mismo. Ahora procuramos ponerles videos en YouTube para que se entretengan e interactuar mínimamente con los demás.
Con esto no quiero decir que está mal utilizarlas. Al contrario, son muy buenas. Pero debemos utilizarlas con moderación y de forma responsable. Disfrutemos al máximo la vida real y después la virtual, fomentemos el apego a la gente cercana a nosotros.