Los picos de la Catedral y del Palacio se recortan en el skyline de la ciudad que Plinio el Viejo describió como urbs magnífica y que, tras la Guerra de la Independencia española, fue nombrada muy noble, leal y benemérita.
Son miles las personas que cada año visitan la ciudad de Astorga. Sita en el noroeste de la provincia española de León, Astorga nació con el asentamiento de la romana Legio X Gemina en el alto cerro que hoy ocupa la ciudad. La extracción de oro en sus cercanías y el Imperio Romano provocaron el nacimiento de esta ciudad, que es uno de los principales atractivos turísticos del noroeste de España.
Uno de sus mayores atrayentes se ubica en el centro de la ciudad, el Palacio Episcopal. Tras el incendio del anterior palacio en 1866, el Obispo de Astorga Joan Baptista Grau i Vallespinós encargó la construcción de uno nuevo al arquitecto modernista Antoni Gaudí. En 1889 comenzaron las obras pero, con el fallecimiento de Grau, Gaudí no se entiende con el Cabildo y decide abandonar el proyecto que todavía tenía pendiente la construcción de la segunda planta y del ático. Finalmente fue García Guereta quien finalizó la construcción, aunque con cambios respecto al proyecto original. Aun así, el Palacio se alza como el de un cuento de hadas en medio de la ciudad, convirtiéndose en uno de los monumentos más visitados de Castilla y León.
Junto a él, y formando una perfecta estampa, se ubica la Catedral de Santa María. Astorga es la capital de una de las diócesis más antiguas de España. Aunque la primigenia seo data de 1069, fue reconstruida en 1087 y en el siglo XIII se volvió a renovar para ampliarse en 1471. En la misma se unen elementos barrocos, renacentistas y góticos que le dan un aire especial a la seo y que se deben a que no se finalizó hasta el siglo XVIII. Incluso las torres rompen la simetría, puesto que la izquierda es rosa debido a que se vio afectada por el terremoto de Lisboa de 1755 primero y por la Guerra de la Independencia después —motivo por el cual no se finalizó hasta 1965—, y la derecha se inició en 1692 y se terminó en 1704. Uno de los elementos fundamentales del exterior de la Catedral, y que forma parte del paisaje de la ciudad, es la figura de Pedro Mato, coronando una de las torretas y cuyo origen todavía aún hoy es desconocido. En el interior destacan un sinfín de elementos entre los que cabe reseñar el coro con sillería del siglo XVI y reja del XVII, la capilla de Nuestra Señora de la Majestad, en cuyo retablo se halla la imagen de la Virgen de la Majestad, del siglo XII; la Capilla Mayor, en la que se encuentra el retablo de estilo renacentista obra de Gaspar Becerra.
Formando un trío perfecto con el Palacio y la Catedral, Astorga cuenta con una muralla que rodea el casco antiguo de la ciudad. Esta tiene antecedentes en aquellas que realizaron los romanos para defender sus primeros asentamientos en el cerro, así como la primera ciudad. La tercera muralla, que todavía se conserva, se construyó a finales del siglo III o principios del IV y sufrió varias remodelaciones en la Edad Media. De las antiguas puertas no queda ninguna en pie, aunque se conservan en la nomenclatura callejera de la ciudad moderna: Puerta Obispo, Puerta del Rey, El Postigo, Puerta del Sol, y Puerta de San Miguel. Tras el ábside de la Catedral se conserva todavía la única puerta de época romana de la que se tienen noticias.
La Guerra de la Independencia contra las tropas francesas dejó varias fracturas y huellas en la ciudad y uno de los lienzos de estas heridas es la muralla. Además de estos envites, la venta de parte de la misma por parte del Ayuntamiento a particulares, así como la falta de plan de urbanismo, llevaron a que si en 1810 había nueve cubos en el lienzo norte y 19 en el oeste, a finales del siglo XX la ciudad solo contaba con ocho cubos en el lienzo oeste y 13 en el lienzo este. Aun así, continua siendo uno de los principales atractivos de Astorga.
Tanto la Catedral como el Palacio acogen en su interior importantes museos que recorren la rica historia de la Diócesis, pero son cientos los lugares imprescindibles en la ciudad. Entre ellos destacan los museos municipales como el del Chocolate, el Romano y la Ruta Romana.
La Ruta Romana es una forma atractiva y novedosa de conocer la historia romana de la ciudad. A través de la visita a varios yacimientos, el visitante conoce, de primera mano, el nacimiento de la que se llamaría Asturica. Entre los restos se conservan dos conjuntos termales, la red de cloacas, el foro romano, el Aedes Augusti, templo dedicado al culto imperial, y la Ergástula. También se pueden visitar construcciones domésticas como la Domus del mosaico del oso y los pájaros. Esta visita se puede completar con el Museo Romano, ubicado sobre uno de los yacimientos romanos, la Ergástula. Además de conocer, a través de un video, cómo sería la vida en la ciudad romana, la amplia colección museográfica, realizada con piezas encontradas en las numerosas excavaciones, recoge objetos de diferente naturaleza que narran cómo era la gente que vivía en Astorga, que llegó a ser capital del convento iuridicum asturum.
El Museo del Chocolate se ha convertido en los últimos años en la estrella del turismo astorgano. A finales del siglo XIX y principios del XX la industria de Astorga, en gran parte, se debía al chocolate. Esta floreciente industria llevo también al florecimiento de la ciudad. En 1994 un astorgano decidió recoger toda esta historia y crear un museo que en 2005 paso a ser de propiedad municipal. En febrero de este año se amplió y paso a ubicarse en el barrio de los chocolateros por excelencia y en una de las casas que estos ocuparon, de estilo modernista. Entre la colección se pueden contemplar las piedras para amasar cacao que se utilizaban en los orígenes de este hasta máquinas de aspecto surrealista. Uno de los mayores atractivos es la amplia colección de cromos y de elementos publicitarios que dejan atrás a los actuales gurús del marketing.
Otros lugares de interés son el Ayuntamiento del siglo XVIII, culminado por dos autómatas que dan las horas y que recuerdan al traje regional de la comarca; dos maragatos, llamados Colasa y Juan Zancuda; así como la Casa del poeta Leopoldo Panero o las diversas iglesias de diferentes épocas que jalonan el callejero de la ciudad.
Sin duda, una ciudad digna de visitar que hará al turista revivir otras épocas con las comodidades actuales y con una amplia oferta gastronómica que va desde el cocido maragato a la cecina al chocolate, las mantecadas y los hojaldres. Una rica oferta para todos los sentidos.