La antológica que Juan Luis Moraza (Vitoria 1960) presenta en el Museo Reina Sofía bajo el título república, reúne una selección de sus obras desde 1974 a 2014 estructuradas en diferentes situaciones que “interrogan” al Museo como sistema de convenciones y de reglas. Lo que se va a contemplar es la república de Juan Luis Moraza. Para ello, utiliza puntos de vista complejos y metodologías que van desde la escultura al vídeo a través de diferentes series con un acento en la interacción con el público. Se trata de un hipotético museo dentro del museo, ya que reflexiona sobre el propio espacio expositivo y la materialización de las ideas. El artista toma referencias donde confluyen ciertas teorías políticas, así como antropológicas, estéticas y psicoanalíticas.
Esta exposición supone un reto para la interpretación que de ella haga el espectador. La pasividad de éste va a ser permanentemente cuestionada, siendo invitado a participar en el “Museo republicano de un artista”, en la república de Moraza; museo como espacio de transformación en el que se invita al visitante a la participación.
Componen la muestra tres proyectos diferentes que ha ido realizando en los últimos años: Repercusiones, Implejidades y Software. A partir de ellos, Moraza se pregunta cuáles son las posibilidades que de cara a la ciudadanía podemos encontrar en el arte y en el museo. El artista pretende analizar el papel de éste como instrumento transformador para el visitante.
Partiendo de la base de que la democracia ofrece dos vertientes al ciudadano (el dilema que enfrenta la pasividad con la participación), Moraza plantea el museo como un espacio de convergencia entre el artista ciudadano y el espectador ciudadano. Para el artista la cuestión pública no es solo un asunto político, es también una cuestión antropológica íntimamente ligada a la condición humana, donde construimos nuestra identidad.
Moraza ha concebido siempre su obra de artista visual interrelacionando su discurso conceptual con ideas definidas y los objetos de su trabajo. El museo, en este caso, va a ser un “Museo de Moraza”. Dado que en su obra se percibe una crisis de la representación, que él detecta en la relación entre el arte y sus temas, esa crisis va a ser por él abordada uniendo lo político a lo artístico. Moraza juega entre la representatividad y “represencialidad”. La cuestión no solo es representar una cosa, sino estar presente en lo que se presenta.
Por otra parte, propone su exposición como un sistema de “implejidades” (término inventado por el artista y que define como cruce entre complejidad e implicación). En la muestra propone una implicación del visitante, que el espectador y el artista de impliquen juntos: Derechos y responsabilidades del artista y del espectador como parte de la sociedad.
Diferentes variaciones del concepto “Museo”
Al igual que se declinan los verbos, hay varias declinaciones en el museo, diferentes formas en las que éste se va a transformar para el universo de Moraza. Propondrá la participación, donde el espectador/ciudadano se encontrará con urnas de voto, o formularios de sondeos para preguntar al público que decida cuáles son las características que debería tener el artista ideal; o un formulario para que cada visitante de el destino que considere necesario a los impuestos que paga, o declaraciones de la Renta con epígrafes novedosos…..
Moraza también construirá un museo con símbolos, al igual que los tienen la república o la monarquía. Se cuestionarán los usos de los monumentos en el arte dentro de la vida social y cotidiana. Para él, un monumento puede ser cuestionado a partir de elementos, como por ejemplo la altura de los tacones, que hace que nos subamos a un pedestal. El tacón es el principio de los monumentos. Puede ser visto (el monumento) en la vida cotidiana o en las plazas públicas.
También podemos hablar de un museo demográfico. Para Moraza la cuestión demográfica es fundamental dentro de la historia de la humanidad. La natalidad y sus controles están muy presentes en su obra y se podrán ver en el Museo a través de diferentes elementos relacionados con el cuerpo humano, la medicina y el ciclo de la vida.
Otra variante es el museo antropológico, donde se muestra el museo de las ciencias del hombre. Hay aspectos sobre la existencia de la condición humana fundamentales (la sexualidad, la reivindicación del cuerpo o el deseo) que son parte primordial del individuo. Pero Moraza va a tratar al ser humano como “dividuo”, (que es divisible): Todos tenemos diferentes formas de comportarnos y presentarnos en la sociedad: con los amigos, con la familia, en el trabajo. Moraza presenta obras como los cerebros reptilianos: los diferentes cerebros que tenemos dentro de nosotros mismos.
Como se deduce de todo lo anterior, en la república de Moraza el arte siempre es un proceso de reflexión crítica sobre distintas cuestiones, en la que el artista ha optado por la escultura como el lenguaje disciplinar más adecuado a un análisis que plantea la obra de arte como condensación material, integrada en un espacio.
Doctor en Bellas Artes por la UPV-EHU (1994), Juan Luis Moraza es profesor titular del Departamento de Escultura de la Facultad de Bellas Artes de la Universidad de Vigo y ha ejercido la docencia en la Universidad del País Vasco. Ha representado a España en la Expo 92 de Sevilla, en la Bienal de São Paulo de 1994 y en Bienal de Venecia de 2001 y realizado exposiciones individuales en diversos museos, galerías y centros de arte. Su obra está presente en multitud de espacios públicos y privados y en Museos como el Guggenheim de Bilabo, el Reina Sofía, ARTIUM, y colecciones como la de Rona Hoffman, la colección Dona & Howard Stone, o la colección Helga de Alvear, entre otras.