Rudolf Schmitz-Perrin es ciudadano del mundo y titular de un pasaporte germano-francés.
Tras cursar estudios en Münster, París y Roma y dar clases como profesor asociado en Salamanca y Sevilla, abandonó el mundo académico como profesor titular de Filosofía y Ciencias de la Religión en la Universidad de Estrasburgo (Francia).
Ha publicado a nivel internacional y ha dado conferencias en Roma, Jerusalén, Nueva Delhi, Bangalore, San Francisco, Sedona y La Habana.
En 2006 cofundó el proyecto de la Universidad de la Unidad Humana en Auroville, India, donde organizó en 2010 el congreso internacional: «Hacia una espiritualidad universal más allá de las religiones».
Rudolf es psicoterapeuta, escritor independiente y aprendiz permanente. Sus intereses abarcan la historia de las ideas en los campos de la filosofía, los estudios religiosos, la psicología y las artes.
Ha sido investigador de la terapia Gestalt en el Instituto Esalen de California, así como investigador en el Centro de Estudios José Martí de La Habana, Cuba.
Los editores de Meer me piden que complete el texto anterior para llegar a un texto más ampliado y de una verdadera percepción de mis visiones:
Me siento en un viaje de investigación personal en el que todas las certezas y convicciones, ya sean religiosas, filosóficas, ideológicas o psicológicas, se cuestionan constante, sistemática e invariablemente y se rompen en pedacitos para volver a descifrarlos de nuevo de una manera más individual, primero para sobrevivir y, cuando se consigue, para experimentar una felicidad sentida, en un proceso de vida cuántica como búsqueda espiritual sin fin, con el esfuerzo constante de volver a unirnos al sentido colectivo de una coherencia habitable, un acuerdo mínimo sobre nuestra percepción común de la realidad, que necesitamos mantener, siempre, para estar alerta críticamente, como comunidad; para resistirnos a lo que vemos inadecuado, así como para abandonar, para cambiar actitudes y hábitos mentales cuando ya no sirvan, para entonces intuir nuevas directrices para acciones que hagan del mundo un lugar mejor para todos nosotros y nos permita elevar energéticamente nuestras vibraciones como cuerpo colectivo de la Humanidad, como una única Familia Humana.
Encuentros edificantes e ideas inspiradoras sostienen esta energía de crecimiento, aunque el camino personal se esté sintiendo aquí y allá como un paseo bastante duro... con sus experiencias concomitantes de fracaso y los sentimientos subversivos de estar en un viaje solitario, con la soledad toda siempre abierta a convertirse en toda-unidad y los grandes temas son manifiestamente dignos de todos los esfuerzos, ya que son para nuestro bienestar colectivo y es parte de nuestra misión común impulsar el avance de ese mundo en el que nos gustaría nacer. Quien tiene hijos siente esta evidencia en su propio ser.
« Para nacer he nacido» dice el poeta Pablo Neruda, equivalente a: "He nacido para seguir naciendo».
El proceso de nacer forma parte de nuestra evolución exterior e interior, es la regla de crecimiento que el amor, la gratitud y la bondad pueden convertir en alegría y dulzura de existir.
En el centro de esta experiencia de aprendizaje, investigación y escritura se encuentra el presentimiento de una especie de misión o más bien tarea, de no seguir escondiéndose, guardando las percepciones para uno mismo, evitando las fricciones creadas por tener puntos de vista discordantes que no encajan con las construcciones de esa realidad consensuada tan diligentemente vigilada por los principales medios de comunicación al servicio de la preservación de una percepción-decepción preprogramada para encajar en la matriz, un término que alude a lo que algunos llaman una gran simulación.
Aquí estamos en las fronteras y traspasarlas puede hacernos parecer fronterizos.
¿O es que los sociópatas patológicos de línea fronteriza están ejecutando su guión y lo que todavía es saludable en nosotros nos hace despertar para resistir, para decir un no rotundo, valiente, sincero y auténtico. ¡No!
La misión casi olvidada, el papel ético del «intelectual» como luchador de la resistencia denunciante me viene a la mente cuando reflexiono sobre el sentido de un compromiso para comprender las narrativas construidas o inventadas para servir a los intereses del tejido geopolítico de nuestro mundo contemporáneo plagado de crisis manipuladas por estos individuos mencionados anteriormente, en su mayoría no elegidos, autoaprobados, imponiendo su dictadura encubierta o abierta como las botas en nuestras caras a las que George Orwell se refirió en la entrevista en su lecho de muerte, advirtiendo: "¡No dejes que suceda!"
¿Qué nos queda para que esto no suceda?
Lo que queda en nuestro mundo de IA digitalmente deslumbrante o de ficción (donde las palabras ya no salen del espíritu de humanos identificables), lo que queda es la luz que llevamos en nosotros, cada uno de nosotros, la luz con la que vinimos a este mundo. Esta luz permanece como referencia última cuando todas las ciencias, datos e infos y epistemologías fallan en nuestra experiencia al nivel psicológico íntimo.
Sí, tenemos en lo profundo de nosotros o en lo alto de nuestro corazón y de nuestro espíritu esta Luz que no nos engaña.
La Luz que hace brillar nuestra Alma espiritual única y nos inspira a resaltar la luz que vemos en nuestros semejantes. ¡Somos el Faro de la Humanidad ! He creado una Fundación llamada «Artes de la Evolución Co-Creativa», uno de sus proyectos es un Festival sobre ¡Somos el Faro!