Las palabras no se las lleva el viento.
Son las que originan, promueven y enriquecen al ser humano. Vivir por ellas es una meta y un ideal. Así vivo yo y quiero vivir siempre, por y para ellas.
El periodismo me permite ser fiel a lo que desde muy joven me había dedicado; a escribir y a viajar a través de las palabras, a obtener los principios que me conforman y así poder salir de la caverna oscura para contemplar un pedazo de realidad.
Cuando apenas caminaba en el mundo laboral, justo después de acabar la carrera, entré en uno de los medios más asentados de la prensa escrita española, el periódico El Mundo.
Allí comprendí que el periodismo no es una profesión, es mi estilo de vida. Comprendí que para comprender es necesario el trabajo duro, las buenas relaciones que no entienden de ideas preestablecidas y un compromiso con la verdad y el entendimiento.
Dejar de pensar en uno mismo para obtener el gran angular de la sociedad en la que vivimos. Mi primer trabajo me enseñó muchas cosas y reforzó el amor por las palabras por encima de cualquier cosa.
Aprendí millones de cosas más, pero decidí seguir el camino de la radio, teniendo mi propio programa a través de Internet. Aquí las palabras se llenaban de vida y de ego, el directo marcaba una pauta y el papel se hacía a un lado para que fuera el viento quien enfundara las palabras.
A la par que seguía con el programa (algo más con fines autodidácticos que económicos) estuve trabajando en otra de las facciones de la gran empresa que es Unidad Editorial, allí la economía fue mi tema central dentro del periódico Expansión.
En esta beca me encargué de Aragón y de temas relacionados con las nuevas tecnologías, algo que terminó llevando mi carrera profesional por el canal exclusivo de la tecnología, una de las facciones que me encantaban, ya que desde un principio consideré que algo que hoy mueve el mundo no debe de dejarse de lado, ya que es más trascendental de lo que parece a primera vista.
A partir de ahí, estuve en una revista exclusivamente tecnológica, donde hice grandes amigos y aprendí a escribir a vuelapluma, pero los viajes, la experiencia personal, la lucha diaria en otros lugares del mundo llamó mi atención y terminé dejando todo de lado, durante un año, para vivir las palabras y contar, sin fechas de entrega y con maletas llenas de experiencias.
Ahora he vuelto y me propongo empezar un master y asentar todos los conocimientos que de la mano de mi profesión, las experiencias, los anteriores trabajos y mi pluma he ido adquiriendo.
Por lo que de nuevo me dispongo a contar, a contar a todo aquel dispuesto a leer un poco de mi prisma de realidad, siempre con la bandera de la verdad y del espíritu periodístico ondeando bien alto.
A aquellos que dicen que el periodismo está muerto, yo les digo que el periodismo vive en cada octavilla, en cada mensaje publicitario en cada persona que necesita saber antes que dormir en la rutina de la vida. Ahora cuando internet se impone al día a día es cuando el periodismo vive con más pasión que nunca.
Y mis queridas palabras también.