La primera exposición individual de Lúa Coderch en The Ryder Projects se centra en las dificultades para desarrollar un lenguaje que exprese de qué manera nos cuidamos y cómo cuidamos a los demás. exhausta y exuberante, un diagnóstico social propuesto por Jan Verwoert, ilustra la presión afectiva de reproducir constantemente nuestra capacidad de «estar presentes» para nuestras parejas, amistades, trabajos o cualquier vínculo que conecte estas dimensiones en la era de la existencia en red. Es una presión para actuar y, a la vez, una dificultad para articular el disenso, ya que la performatividad moldea la conciencia y el lenguaje. Las obras de Coderch, nos invitan a habitar esta paradoja y convivir con estas contradicciones.
No es casualidad que estas dos palabras, exhausta y exuberante, se relacionen etimológicamente con los conceptos de derramar/succionar.
En el caso de ex(hausta) proviene de exhaurire, literalmente “sacar” + haurire, que significa “extraer (agua).” Por otro lado, ex(uberante) combina ex- (“afuera”) con uber (“ubre”), haciendo referencia a una vaca o cabra que produce tanta leche que gotea o brota naturalmente de la ubre. Ambos términos provienen de la idea de líquido y de la fertilidad (de la tierra y de la carne). Estar exhausta significa estar drenada, seca; ser exhuberante implica rebosar, desbordarse. Ambos estados existen en un espectro de cómo se maneja o controla la liquidez.
El líquido es una sustancia; la liquidez, dinero. Esto se debe a que la lógica capitalista se basa en la vampírica apropiación de formas de ser que esperábamos que permanecieran fuera de su alcance. Lo cual incluye nuestras vidas afectivas, nuestra relación con nosotras mismas, nuestros cuerpos y los cuerpos que nos tocan.
Cuidar implica atención y control. El autocuidado puede ser establecer límites y a la vez acurrucarse en la suavidad, o ambas cosas al mismo tiempo. En la práctica de Coderch, el cuidado puede consistir en controlar la explosividad de los sentimientos entre amantes, monitorear cuánto compartimos, encontrar la paciencia para escuchar o crear ecuaciones sociales para responder de manera correcta. Esta es una forma de liquidez que no necesariamente es agua extraída de la tierra, ni leche de la ubre de una cabra fértil, pero que es igualmente filtrante y generativa, desordenada y seca.
Ferdinand de Saussure, lingüista suizo del siglo XIX, argumentaba que el lenguaje «es el lado social del habla; existe solo en virtud de una especie de contrato firmado por los miembros de una comunidad». Bajo la premisa de que el lenguaje es indicador y reproductor de lo social, te invitamos a experimentar la obra de Coderch mientras consideras el doble significado de «mantra» que proporciona el diccionario. Una definición lo describe como un principio espiritual que ayuda a la meditación; la otra, como un eslogan producido en masa. Estas definiciones coexisten simultáneamente en una sociedad moldeada por la corporativización continua de la vida afectiva, espiritual y del cuidado interpersonal. La práctica de Coderch se sumerge con suavidad y claridad en esta contradicción.