La sociedad tiene una fascinación casi obsesiva por etiquetar y clasificar cada nueva estética y tendencia que surge, en un esfuerzo por darle sentido y pertenencia a lo que vemos y vestimos.

Esta inclinación refleja no solo nuestro deseo de organización, sino también la búsqueda de individualidad en un entorno saturado de estilos en cambio constante.

Así es como surge el término whimsigoth, o whimsigothic, que combina las palabras whimsical y gothic para capturar una apariencia que mezcla lo fantasioso con lo oscuro.

Esta fusión de conceptos hace uso de una herramienta recurrente en este ámbito: fragmentar y recombinar ideas aparentemente opuestas para dar vida a algo diferente.

Evan Collins, arquitecto y cofundador del Consumer Aesthetics Research Institute, acuñó este término con el objetivo de definir una nueva inclinación en el diseño de interiores en la que notaba elementos melancólicos, algo oscuros pero curiosos, como, por ejemplo, figuras de hierro forjado, esferas de vidrio, lámparas y candelabros.

Sin embargo, como ocurre con muchas ideas en la era digital, su alcance se multiplicó rápidamente gracias a TikTok y otras redes sociales, transformándose en un fenómeno global que trascendió hacia el mundo de la moda.

Inspirado en las décadas de los 80 y 90, este aspecto expresa, como muchas otras corrientes actuales, un anhelo por el pasado. Es un híbrido que combina la esencia mística de las brujas y los vampiros con un espíritu hippie y bohemio.

Hay muchos ejemplos de representaciones de este estilo en el entretenimiento. Por ejemplo, en Buffy the Vampire Slayer y en los personajes de Phoebe Buffay en Friends y Misty Day en American Horror Story: Coven.

Se lo ve en películas como Labyrinth, Edward Scissorhands, Practical Magic, Hocus Pocus, The Addams Family y Coraline.

En la industria musical, también encontramos ejemplos en artistas como The Cure, Florence + The Machine, Fleetwood Mac, entre otros.

En términos visuales, esta estética presenta elementos surrealistas que, aunque son oscuros, transmiten una calidez particular, evocando el estilo característico de las películas de Tim Burton.

A menudo incluye imágenes como lunas, estrellas, gatos negros, búhos, escenas nocturnas, hadas y seres mitológicos, que contribuyen a crear un ambiente mágico y enigmático.

En cuanto a la ropa, se trata de prendas delicadas, fluidas y femeninas que se combinan con otras más masculinas y estructuradas, creando un juego interesante de capas. La vestimenta incluye desde vestidos y blusas con mangas campana, faldas y vestidos largos, hasta corsés y botas militares, cada uno aportando su propio carácter.

Los materiales y las telas son fundamentales en cada atuendo. Aportan una rica variedad de texturas —encaje, terciopelo, mesh, piel, tejidos, pana y estampados como el paisley, también conocido como cachemira— que añaden profundidad y carácter al look.

La paleta de colores suele ser oscura, con tonos como rojos quemados, morados intensos, azules y verdes profundos.

Los conjuntos se completan con una gran cantidad de accesorios: varios collares superpuestos, numerosos anillos, adornos para el cabello y algunas piedras naturales como decoración.

Este estilo se asemeja al vestuario que uno imaginaría al leer un cuento de hadas, cuando se describe a una hechicera o a un hada oscura que habita en un bosque encantado.

Dentro de estas características, hay algunos aspectos que han sido controversiales, como las piedras naturales y otros símbolos frecuentemente utilizados en esta corriente, que se relacionan con temas como la wicca, el espiritualismo del siglo XIX y el New Age.

Al incursionar en esta tendencia en busca de definir su identidad, muchas personas se encuentran con conceptos como la espiritualidad, la astrología, el tarot y lo divino. Precisamente porque se trata de algo influenciado por elementos religiosos, es aconsejable que quien solo esté interesado en el aspecto estilístico trate de evitar los símbolos espirituales y los cristales.

En un contexto donde el fast fashion domina el mercado, este movimiento no solo ofrece una alternativa refrescante, sino que también fomenta una visión más consciente del consumo, incentivando la compra de prendas de segunda mano y encarnando un anhelo de originalidad.

Este estilo añade una dimensión teatral y mágica a la moda y ofrece un respiro creativo en una sociedad frecuentemente dominada por la uniformidad.