La “moda lenta” o slow fashion no es sólo una tendencia, es un movimiento que quiere cambiar la forma en que consumimos moda. Podríamos describirla como moda hecha de forma consciente y respetuosa con el medio ambiente. La moda lenta promueve un nuevo estilo de comprar que hace que nuestra ropa sea más ética y sostenible para el planeta. Como alternativa a la moda rápida, aboga por un menor consumo, la transparencia, y apoya a los artesanos locales y a los pequeños fabricantes.

Muchos consumidores se están dando cuenta que las prendas cada vez son de menor calidad y siguen costando lo mismo o en algunos casos más, debido al aumento de los costes de energía, materias primas y producción.

La industria de la moda necesita hacer cambios, y rápido. Según los expertos, la moda rápida es responsable de hasta el 10% de las emisiones mundiales de dióxido de carbono. La sobreproducción de ropa es un problema mundial y, como consumidores, podemos ayudar a cambiar las cosas eligiendo mejor. Asimismo, los gobiernos deberían acordar normas globales e implantar tasas y regulaciones para las empresas de moda de todo el mundo, especialmente para aquellas que no respetan los derechos humanos y laborales ni el planeta.

Debería crearse una legislación más estricta sobre la fabricación de productos de moda para, de esta forma, promover prácticas sostenibles y condiciones de trabajo éticas con un salario justo.

Lo que hace, de la moda lenta, una posible solución a muchos de los problemas de ésta industria. La ropa fabricada según los estándares de la moda lenta tiene una mejor calidad en cuanto a materiales, construcción de las prendas, tejidos y durabilidad, porque la ropa se produce con mucho cuidado a lo largo de todo el proceso. Este tipo de producción no aprueba la mano de obra barata, los materiales de baja calidad ni el uso de prácticas insostenibles como el uso de plástico o productos químicos tóxicos.

Se podría decir que esta forma de comprar y consumir moda es un estilo de vida. Casi. Comprar ropa que esté fabricada bajo las directrices de la moda lenta es una solución que, como clientes podemos afrontar.

¿Existe otra alternativa para luchar con la fast fashion y sus prácticas?

El auge del 2017 del DIY (Hazlo tu misma/Do it yourself) aún sigue presente, aunque con menos fuerza. Durante la pandemia y el confinamiento volvió a surgir como una forma de mantenernos ocupados y olvidarnos por un momento de los problemas que estábamos viviendo a nivel mundial.

Mucha gente vio en los hobbies de coser, hacer punto y ganchillo una vía de escape y hasta de negocio. Si no, recuerda cuantos tutoriales para hacer mascarillas de tela salieron esos meses.

El coser nuestra ropa es una de las alternativas que promueve el slow fashion. Si no podemos acceder a marcas éticas que respeten el medio ambiente o los derechos de los trabajadores, tenemos esta alternativa que nos permite ser nuestro propio diseñador.

Existen cientos de tutoriales, patrones gratuitos y un montón de información para empezar en la costura. Yo te animo a que pruebes cosiendo aunque sea un alfiletero o un simple monedero y después vayas a la ropa. Te aseguro que te enganchará.

Te va a permitir tener la prenda que quieras, como quieras sin tener que depender de lo que salga en las tiendas. Podrás elegir materiales que sean buenos, ecológicos y sostenibles. Incluso puedes ayudar a costureras locales y pequeños talleres de confección dándoles las prendas para que las cosan.

Es un oficio tan bonito que es una pena que se esté perdiendo por grandes cadenas, marcas y empresas que no le tienen el respeto que se merece y lo ven como un simple negocio y no un arte y hasta una necesidad básica de protección y abrigo.

Pero no es oro todo lo que reluce. En cuanto a los aspectos negativos, hay quien sostiene que la moda lenta no es una idea realista porque no es sostenible a largo plazo. Algunas de las razones mencionadas son el mayor coste de producción y la dificultad para conseguir mejores materiales. Además, es difícil cambiar los hábitos de compra y la mentalidad de la gente, acostumbrada a comprar barato y a tener nuevas colecciones casi cada semana.

Así que, en general, para luchar contra el cambio climático y reducir nuestra huella de carbono, necesitamos ser consumidores más responsables estando más informados, dando una segunda vida a la ropa y comprando a marcas éticas. Esto reduciría los residuos y haría del mundo un lugar mejor.