El Museo Reina Sofía presenta, en el Palacio de Cristal del Parque del Retiro, la exposición Escrito en los cuerpos celestes, creada específicamente para dicho espacio por la artista Soledad Sevilla (Valencia, 1944). Su trayectoria, que empezó a finales de los años sesenta vinculada al Centro de Cálculo de la Universidad Complutense de Madrid —junto con artistas como Elena Asins o Eusebio Sempere— ha sido reconocida mediante galardones como el Premio Nacional de Artes Plásticas (1993) y la Medalla al Mérito de las Bellas Artes (2007), entre otros.
Escrito en los cuerpos celestes es una instalación conformada por una estructura de aluminio y paneles translúcidos de policarbonato impreso de un denso color azul oscuro que reproducen las bóvedas del Palacio de Cristal, a la vez que recrean la imagen del cielo nocturno. Sobre estos paneles, flotando como si fueran estrellas, aparecen estampados signos de puntuación. La bóveda del Palacio se convierte en bóveda celeste.
De esta forma, el firmamento parece estar dentro y fuera al mismo tiempo: en el exterior se halla el cielo diurno, con el sol y las nubes; en el interior, una recreación del cielo nocturno encierra “nuestro universo mental”. Los signos de puntuación son, a su vez, astros, y dotan a la escritura del sonido del habla, actuando como una constelación de herramientas sonoras que articulan el lenguaje: admiración, pregunta, silencios, pausas (puntos y comas, que sirven para coger aliento y respirar), paréntesis (hablar en voz baja), acentos (que imprimen volumen y música a las palabras), asteriscos y guiones (que dirigen o sitúan los pensamientos colaterales).
Desde siempre el ser humano ha observado el firmamento tratando de entender, interrogándose sobre sus misterios. Soledad Sevilla considera que “dado que el misterio está ahí, todavía sin desvelar, nuestra mente no tiene esa capacidad pero el arte, me otorga la posibilidad, de sumergirme en esas dudas, intuiciones, certezas a medias y elaborar con esta representación la materialización de todos esos interrogantes”.
La obra constituye uno de sus proyectos más monumentales y de mayor envergadura — tanto en términos poéticos como de construcción y diálogo con el público— de su última etapa, en la que explora las relaciones entre la luz, la materia y el espacio. Su monumentalidad viene determinada por las dimensiones colosales del antiguo invernadero que fue el Palacio, y ha requerido un complejo proceso preparatorio de diseño y realización, en el que la artista ha colaborado estrechamente con un equipo de técnicos e ingenieros.
El invernadero, que fue levantado en 1887 con ocasión de la Exposición de las Islas Filipinas para proteger las delicadas plantas de los trópicos que albergaba del áspero clima madrileño, se transforma, en manos de Soledad Sevilla, en un espacio de reflexión sobre el lenguaje y sus signos, subrayando la necesidad de comunicar y compartir. Escrito en los cuerpos celestes encarna una paradoja poética y espacial entre interior y exterior, ver y percibir, hablar y escribir, y convierte el Palacio de Cristal en un observatorio astronómico mental que sirve de acceso a un universo interior.
LOS SENTIDOS, EL ESPACIO Y LA LUZ
Las instalaciones de Soledad Sevilla pueden ser consideradas pioneras en España. Se caracterizan por una lógica poética interna que las hace singulares y por la importancia, al igual que el resto de su obra, de la evocación, la intuición o la percepción. Generalmente giran alrededor de un tema específico que dialoga siempre con los elementos ya existentes: el espacio y la luz, especialmente ésta última, que la artista activa potenciando sus aspectos variables.
Mientras que en sus series pictóricas se puede rastrear el uso de la geometría o la exploración de la memoria cultural —temas como por ejemplo las Meninas, los toros o la Alhambra—, las instalaciones establecen una complementariedad entre ellas: en conjunto, constituyen una compleja investigación sobre las percepciones de los sentidos. En cada proyecto, la artista pone de relieve la tensión que surge cuando la racionalidad se aplica a la experimentación de una sensibilidad interior. A través de estructuras abstractas, Soledad Sevilla muestra en estas obras su interés por los valores atmosféricos y espaciales, presentes ya en su anterior creación pictórica. “Mi objetivo es añadir al mundo físico de la creación algo intangible. Aportar un presentimiento a unos acontecimientos presentes pero no visibles, que oímos pero no vemos”, explica.
INTIMIDAD COMPARTIDA Y ESPACIO PÚBLICO
Desde mediados de los noventa, después de presentar su retrospectiva en el vecino Palacio de Velázquez, las instalaciones de esta creadora se han hecho más “públicas”, dotadas de una intimidad que precisa ser compartida y debe ser asumida de manera abierta y comunitaria en grandes espacios públicos. De este modo, sus proyectos realizados en los últimos años involucran al espectador de un modo más corporal que visual. La
monumentalidad de esos trabajos se ha acentuado, mientras que, paradójicamente, se reducen al mínimo los recursos y los efectos espectaculares. Ejemplos de ello son El Esqueleto (2004), un mapa de la ciudad de Barcelona que, colgado en el interior del Hospital de Sant Pau, proyectaba su sombra sobre el suelo, o Temporada de Lágrimas (2003), intervención en el Jardín Secreto de la Fundació “la Caixa” en Barcelona, proyectado por el arquitecto japonés Arata Isozaki, en la cual convergían lenguaje, arquitectura y agua, creando una evocadora toma de consciencia de la realidad social actual.
DATOS BIOGRÁFICOS
Soledad Sevilla nació en Valencia en 1944. Se dio a conocer en el entorno artístico al formar parte del Seminario del Centro de Cálculo de Madrid (1969–71), en el que un grupo de creadores experimentaron con la generación automática de formas plásticas. En sus inicios, realizó una pintura geométrica y seriada en la que se puede reconocer el germen de las estructuras con las que trabaja en la actualidad y que cuentan con formas más libres, pero basadas en un riguroso análisis técnico. En estas obras se aprecian también ciertos aspectos ambientales muy destacados en su etapa pictórica de los años ochenta: pinturas de alta densidad cromática en las que consigue una difícil combinación entre la reducción formal y la riqueza sensorial. A partir de ambas experiencias, la geométrica y la óptica, la artista ha evolucionado hacia una obra más compleja y radical que se sitúa en la frontera entre la escultura, el paisajismo y la arquitectura.
Sevilla realizó estudios en la Escuela de Bellas Artes de Sant Jordi (Barcelona) y en la Universidad de Harvard (Estados Unidos). A lo largo de su carrera ha recibido diversos galardones, como el Premio Nacional de Artes Plásticas (1993) y la Medalla al Mérito de las Bellas Artes (2007). Su trabajo está presente en los principales museos y colecciones españolas (IVAM, ARTIUM, Fundación March, Fundació La Caixa…) y, recientemente, el Museo Reina Sofía ha adquirido un importante corpus de obras de su primera época geométrica.
El Parque del Retiro no es ajeno a su trabajo. En 1994, el Centro Nacional de Exposiciones presentó, en el Palacio de Velázquez, una retrospectiva de su trayectoria en la que se incluían diversas instalaciones que se desplegaban como sucesivas estancias centradas en los elementos naturales —agua, fuego, humo— que planteaban paradojas para los sentidos.
ACTIVIDAD PARALELA:
Encuentro Soledad Sevilla. Escrito en los cuerpos celestes
Conversación entre la artista Soledad Sevilla y Santiago Olmo, crítico de arte y comisario independiente.
Fecha: viernes 11 de noviembre
Hora: 19.30h
Lugar: Auditorio 200. Edificio Nouvel