Cuando se sostiene el engaño con la recompensa y la fama, en algún momento se traba el engranaje académico y retrocede la rueda de la historia.
(José Tejada Maury).
Antes de comenzar nuestro análisis sobre la teoría de la relatividad, es conveniente que conozcamos las leyes de Kepler. Es de anotar que Kepler no solo fue astrónomo, también fue geómetra.
Primera ley de Kepler: las órbitas de los planetas son elipses en cuyo foco está el Sol. Ley formulada en 1609.
Segunda ley de Kepler: mientras un planeta se mueve en su órbita, el radio vector recorre espacios iguales en tiempos iguales. Esta ley la formula Kepler diez años después de formular su primera ley (1619).
Tercera ley de Kepler: los cuadrados de los tiempos en que los planetas describen sus órbitas son proporcionales a los cubos de los ejes menores.
Haciendo un parangón entre Einstein y Kepler, se detecta una imitación en su conducta con respecto a Kepler. Kepler publica su primera ley en 1609 y la segunda y tercera diez años después (1619).
Einstein publica su teoría especial de la relatividad en 1905 y, diez años después, la teoría general de la relatividad.
El mundo de la física tradicional utiliza a Isaac Newton como una cortina de humo para cubrir la copialina que hace Albert Einstein de Kepler.
Es importante tener la cronología de los nacimientos de Kepler y Einstein ya que esto nos permite tener mejor ubicación con respecto a sus vivencias. Johannes Kepler nace el 27 de diciembre de 1571 y muere el 15 de noviembre de 1630, mientras Albert Einstein nace el 14 de marzo de 1879 y muere 18 de abril de 1955; es decir, Albert Einstein nace 249 años después de la muerte de Johannes Kepler.
Kepler, en su primera ley, ya había descrito las condiciones geométricas del espacio al manifestar la existencia de una figura elíptica. También, en su segunda ley, se refiere a que los planetas dentro de su radio vector recorren espacios iguales en tiempos iguales, en este escenario nace la equivalencia espacio-tiempo.
Debemos tener en cuenta que tanto el espacio como el tiempo son intangibles. El espacio es infinito, es decir; no tiene principio ni tiene fin, el espacio no tiene masa, por consiguiente, no puede tener forma, se podrá curvar la materia gaseosa a su alrededor, pero este jamás.
El tiempo es convencional, se puede medir de acuerdo con unos parámetros establecidos, pero para el universo es eterno, lo mismo que el espacio. El tiempo y el espacio no poseen masa, por consiguiente, afirmar que la gravedad es la curvatura del espacio-tiempo no es más que una fábula literaria. Afirmar esto por un simple fenómeno de reflexión de un rayo de luz debido a la convexidad del lente o ignorar la naturaleza electromagnética de la luz es caer en el campo especulativo de la alucinación académica.
El movimiento continuo, movimiento intrínseco derivado de fuerzas electromagnéticas, es el responsable de que los cuerpos celestes, planetas, galaxias se mantengan en órbita y no es la fuerza de gravedad o la «ley de gravedad universal», ya que el día en que dejen de rotar o su movimiento continuo se acabe a nivel universal todo colapsará .La ley de equilibrio universal es la que impide que unas se vengan contra otras, ya que existe un límite en las distancias entre ellos en donde la sumatoria se hace igual a cero.
Se han dedicado a introducir fábulas y metáforas dentro de la física que la han convertido en una colcha de retazo de cantidad de absurdos, como el caso de los viajes en el tiempo, el regreso al pasado; debates insustanciales.
El solo hecho de vociferar que la gravedad es la curvatura del espacio-tiempo ha sido el causante de que jamás se pueda encontrar ni elaborar una teoría unificada para la física y menos para el universo, ya que las unidades de magnetismo, electromagnetismo, masa, peso, espacio y tiempo son incompatibles, por lo tanto, hay que dejar de tratar de acomodar una ecuación totalizada del universo y más vergonzoso es hablar de una teoría del todo.
La física tradicional seguirá en ascuas y será una fuente infinita e inagotable de utopías sin sentido alguno.
Para elaborar una fórmula que nos describe que E=MC2, tendríamos que preguntarle a un observador si esa velocidad de la luz es constante para este caso. Sin embargo, esta ecuación nos lleva a sucesos infinitesimales, ya que el infinito para objetos materiales no existe. Se cae en contradicción en su esencia ya que la misma ecuación nos indica que la energía no es materia, dado que el evento supera la velocidad de la luz. Entendemos por observador la conciencia del individuo ya que, en la práctica, es un suceso imposible.
Han hecho de la física un embrollo tan intrincado que ni ellos mismos logran salir del laberinto que han creado con tanta especulación y mitomanías académicas.
La energía se trasforma de una forma de energía a otra, no se trasforma en materia. La energía es una variable dependiente de la materia, ella coexiste con la materia. Absolutamente nadie ha tomado un trozo de energía y lo ha moldeado a su gusto, tampoco lo ha pesado, por consiguiente, la expresión literaria de materia igual a energía es otra metáfora de la física.
Continuando con los baches de Albert Einstein nos topamos con un premio Nobel de contenido arribista. Pues, sobre su otorgamiento, se teje todo un manto de dudas, ya que el galardón le fue entregado en el año de 1921 por su interpretación del efecto fotoeléctrico. Sin embargo, Philipp Lenard Von (1862- 1947) consideró que Albert Einstein le había robado su invento.
Debemos considerar que Philipp Lenard Von fue secretario privado de Heinrich Rudolf Hertz (1857-1894), físico alemán que experimentó sobre las ondas eléctricas y que se constituyeron en el eje central de la teoría de Maxwell James Clerk (1831-1879), físico nacido en Edimburgo que, en el año de 1864 (quince años antes que Albert Einstein), dio a conocer la teoría de las ondas electromagnéticas según la cual estas se propagaban por el éter (hoy espacio) con la misma velocidad que la luz. También estudió los fenómenos de la percepción de los colores.
Philipp Lenard Von en 1902 (antes que Albert Einstein), mediante el llamado efecto fotoeléctrico, demostró que los electrones que componían los rayos catódicos provenían del metal que conformaba el cátodo (electrodo negativo), de él parten los electrones y a él van a parar los iones positivos, y no de la fuente de corriente, por lo que quedó demostrado que el electrón es una partícula subatómica. Philipp Lenard Von investigó el efecto fotoeléctrico, fue profesor de física experimental de la universidad de Heindelbergen (Alemania).
Por consiguiente, la historia debe darles crédito a las reclamaciones de Philipp Lenard y reconocerle su trabajo sobre el efecto fotoeléctrico ya que no se le concedió, al parecer como estrategia mañosa del comité de premios nobeles de la Academia de Ciencias de Suecia. Inclusive, ya para el año de 1900, Max Plank había introducido el concepto de cuanta y no fue introducido por Albert Einstein.
Otro detalle importante es que Albert Einstein nada tiene que ver con la elaboración de la bomba atómica ni mucho menos la obtusa ecuación E=MC 2, ya que el padre de la radiación artificial fue Enrico Fermi (1901-1954), galardonado con el premio Nobel de física en el año 1938 por sus trabajos sobre la física del neutrón.
Fue el fisicoquímico alemán Fritz Strassman (1902-1980) quien, junto con el fisicoquímico alemán Otto Hahn (1879-1980), descubrió la fisión del átomo de uranio al ser bombardeado con neutrones. Strassman recibió el premio Nobel de física y Otto Hahn el de química en el año 1944, lo único relacionado con este suceso y Albert Einstein fue el hecho de actuar vulgarmente como un soplón al manifestarle, en carta enviada al presidente de los Estados Unidos de Norteamérica, Franklin D. Roosevelt, el 2 de agosto de 1939, que Alemania podía desarrollar la bomba atómica (traición a la patria). De allí que Estados Unidos acelera el proyecto de los Álamos con las consecuencias conocidas por la historia.
Nos quedaría por resolver el interrogante de si Albert Einstein, valiéndose de su oficio de secretario de oficina de patentes, usurpó trabajos ajenos o si fue un oportunista que supo ponerse al servicio de sus amos con intereses específicos.
El otro interrogante que se desprende está en las cláusulas de los misterios que encierran los procesos de los premios nobeles, entre ellos la condición de otorgarlos a partir de los 62 años y la información de consulta y desclasificación de trabajos y candidatos solo se puede hacer 50 años después de las postulaciones, además del arribismo mediático y propagandístico deparado a Albert Einstein.