La galería Xippas se complace en presentar Vislumbrar Extático, una exposición personal con la más reciente obra de la reconocida artista uruguaya Rita Fischer. Con la curaduría de Manuel Neves, la exposición se dedicada exclusivamente a su trabajo en pintura.
«Durante estos diez años la artista formalizó experimentaciones en un espacio incierto de representación, orientándose hacia la abstracción, es decir hacia la ambigüedad y lo enigmático, que es el significado más básico de esa palabra. Así mismo, aunque no se puede distinguir claramente lo figurativo y lo abstracto, se evidenciaba una sutil relación con el paisaje y la naturaleza.
En esta nueva serie de obras aborda la tradicional técnica del temple al huevo sobre placas de madera. En esta técnica, los pigmentos se disuelven en yema de huevo, que funciona como un aglutinante ideal al tener equilibrado materia grasa y agua. Si bien, el temple está asociado al mundo bizantino, el medioevo o el renacimiento, era junto con la encáustica utilizado desde la antigüedad en el arte egipcio.
La rigidez de la madera y la ausencia de brillo que esta técnica aporta, proyectan una sensación de estabilidad y solidez. Al mismo tiempo, la palabra temple en su narrativa significante evoca un sentido de mesura y equilibrio, pues en su origen deriva de la expresión italiana pittura a tempera, que a su vez se origina en la palabra latina temperare, que significa: mescolare nelle giuste proporzioni, es decir mezclar en las proporciones justas y adecuadas.
En relación con obras anteriores, la paleta manejada aumenta su variedad tonal y complejidad cromática y se utiliza para representar elementos de la naturaleza: plantas, ramas, hojas o cortezas de árboles. Estos detalles figurativos se podrían asociar a una renovada
aproximación a la tradición del paisaje, aunque en estas obras, el horizonte y la perspectiva, componentes fundamentales que definen este género, no están presentes.
Así la artista profundiza sus indagaciones con la representación de la naturaleza estableciendo una posible conexión con cierta tipología vegetal autóctona que se puede reconocer en la paleta de colores elegidos -marrones, verdes, naranjas o terracotas-, y a la vez por algunos elementos figurados como las espinas. Estos rasgos sugieren las formas y el aspecto general de los singulares montes de espinillos, que conforman los montes nativos del campo uruguayo y que además se caracterizan por ser extremadamente densos, cerrados y sombríos.
Pero esas representaciones o signos, lejos de una búsqueda realista, no consuman una representación cabal de esos montes y la sensación de simbiosis que podemos sentir frente a la naturaleza no parece cumplirse. Por el contrario, estos signos se conectan y se complementan a elementos puramente abstractos, como lo son las grandes manchas y planos de color que ocupan un espacio importante en estas obras.
La imagen construida por la artista, de una extrema ambigüedad semántica, genera un clima de incertidumbre, perplejidad y deseo. Pero a la vez, cuando nos detenemos y descansamos nuestra mirada en esas escenografías herméticas e inestables, habitadas de conflictos y tensiones, lentamente una sensación comienza a invadirnos: la sensación de ser testigos de una epifanía, que revela una singular belleza.
Rita Fischer está habitada por la idea que el artista genera situaciones que desconoce, y así las imágenes que construye son el anhelo y a la vez la negación de una presencia, generando un evento en permanente latencia, y en un tiempo suspendido.»