Entendemos por notación un sistema de signos convencionales que se adopta para expresar conceptos matemáticos, físicos, químicos, etcétera. Si de esta definición extraemos la palabra “convencional” la forma de entender la notación se expande más allá de los lenguajes formales hasta sumergirnos en territorios artísticos donde todo puede se inestable, lábil y abierto para hacer que todo sistema comunicativo se abra y se adapte a la visión del creador. Desde esta perspectiva, la exposición El giro notacional supone una extensión, cuando no directamente una transgresión por parte de los autores, del concepto de notación y de sus funciones tradicionales.
No hay nada más contrario que el par notación-arbitrariedad, pero cuando liberamos a un sistema notacional de la convención, no significa que desaparezca el sistema y la organización sino que se transforma en un sistema-otro que presenta diferentes grados de organización, comunicabilidad y densidad. Muchos de los lenguajes artísticos siguen siendo sistemas denotativos, pero con diverso grado de apertura, y siguen siendo coherentes y sistemáticos, aunque con una lógica interna no ciertamente convencional. Son estos lenguajes los que trata de pulsar y dar visibilidad este proyecto.
La notación —el gesto o el hecho de anotar— puede convertirse en obra gráfica (partitura o poema visual), pero la notación es también un repositorio, un soporte de memoria. En otros casos es un conjunto de instrucciones cifradas para la interpretación musical, la acción o el movimiento (performance, danza, improvisación). Podemos, de ese modo, llegar a configurar unos mapas para la acción individual o grupal, lo que implica anotar haciendo uso de los recursos de una ciencia como la cartografía, la cual es también utilizada como mero objeto encontrado para desplegar, en un juego de ida y vuelta, obras soportadas por mapas, o bien mapas que registran acontecimientos. De nuevo, la acción artística situándose a ambos lados del proceso.
En esa realimentación entre códigos cifrados y más o menos normalizados, la palabra puede ser una partitura con instrucciones para desarrollar eventos o para provocar sonidos en su oralización. Pero con los lenguajes informáticos también se escribe: en su caso, sus instrucciones toman la forma de algoritmos que permiten disparar procesos para recoger resultados visuales o sonoros, datos que planifican comportamientos sobre y con muy diversos materiales.
Está además la notación matemática, y ahí encontramos de nuevo la polivalencia de un trazo, del número y la fórmula. De la investigación científica a la geometría y a la arquitectura, pasando por los asientos contables o notariales que el artista utiliza descubriendo su potencial estético en una práctica que toma su legitimación del arte de concepto.
En el fondo, si concebimos la notación como generadora de una ingente cantidad de objetos y conformaciones visuales —entre los que se encuentran también los cuadernos de notas, los bocetos y guiones como terrenos de paso del pensamiento a la obra— lo que esta exposición pretende también es arrojar otras miradas y otras valoraciones sobre ellos, iluminarlos desde un ángulo diferente al habitual, recuperar discursos que estaban ahí pero que, al relacionar unas obras con otras, al ponerlas en diálogo, cobran presencia y les hacen ganar nuevas dimensiones argumentativas.
El objetivo de la exposición es mostrar una serie de prácticas creativas (no todas disciplinariamente artísticas) relacionadas con sistemas notacionales que permiten, por expresarlo de forma rápida, codificar formas para “escribir”, representar e indicar lenguajes que traducen la realidad, traducir lenguajes entre sí o ser descodificados e interpretados. Son, pues, unas “herramientas” para representar, traducir y codificar territorios de todo tipo: físicos, geográficos, mentales, emocionales, sociales, conceptuales, lingüísticos, etc. que se articulan como modos de representación y de expresión de sonidos, movimientos, espacios etc., pero con un giro que los aleja de la mera notación convencional.
La notación, así, ya no es solo la representación de un proceso mental o de unas ideas, sino que es un proyecto en sí mismo que condiciona, entre otras cosas, la manera de pensar. La notación “girada” ni traduce ni representa ni comunica ni codifica —o no solo—, sino que actúa, produce, genera.
Para dar cuenta de la complejidad del uso creativo de la notación, la exposición se organiza en torno a cinco temas genéricos: las notaciones relacionadas con lo musical y lo sonoro, las notaciones cinéticas del movimiento, las notaciones cartográficas y espaciales, las notaciones del cálculo y la ciencia y, por último, las notaciones del pensamiento.