Inauguración, 17 de noviembre de 2018. En singularidad material, Toshiro Yamaguchi añade a la sonoridad opaca de los pigmentos, las estructuras dimorfas. El artista japonés combina el color puro que intensifica la vibración visual con las formas biomórficas que descolocan el discurrir habitual de su trabajo proponiendo un momento discrepante en la cadencia de su discurso.
De este discurrir desde la energía y por la materia concluye un color vibrado por la suma de capas de colores. Cada obra propone una luz singular que provoca una tensión muy precisa y que sumerge al espectador en un cierto estado de hipnosis al que es arrastrado por la ubicuidad de la fuerza de aquello que trasciende.
Destaca la implacable presencia del poder de la vida natural a través de formas orgánicas y estructuradas que capturan y expresan la energía vital de la existencia liberando al arte de las restricciones impuestas por la civilización y dotando al artista de la capacidad de restablecer la armonía mítica y espiritual con la naturaleza cuya conexión parece estar diluyéndose con la llegada de la tecnología.