El término fue usado por vez primera en 1981 y significa mirar como una amenaza a los inmigrantes. Se diferencia del viejo racismo, en que no se basa en la idea de superioridad racial, sino en la creencia de un mayor desarrollo cultural de la comunidad propia frente a otra. El racismo tradicional asignaba ciertas prácticas o ideas a las personas por razón de su color de piel o de sus características étnicas o religiosas. Empieza con la frase de que «todos los negros, judíos, musulmanes, chinos, nicaragüenses, etc, son así...».
Sin embargo, tenemos ahora un racismo distinto. Este, en vez de asignar una cultura a un color de piel, hace lo contrario: racializa la cultura. O sea, convierte una cultura particular en una raza. El nuevo racismo es una nueva moralidad biológica que promueve el siguiente axioma: una persona que se siente bien y es feliz es una buena persona; la que se siente mal, es una mala persona. El nuevo racismo nos divide en dos razas distintas: la buena y la mala. Estas no dependen del color sino de las actividades culturales y sociales que se van reflejando en los cuerpos. Tampoco se divide por clase social. Tenemos buenos en las clases populares y malos en las altas.
La raza buena es la que nos vende los programas para la familia. Se nos enseña que el cuerpo es un templo que debe ser cuidado. Un ejemplo bastará: las entrevistas de los artistas de la farándula. El artista «exitoso» no viene a hablarnos de su trabajo sino más bien de la vida que lleva, sus hábitos diarios, lo que le gusta beber o comer. Esto no es casual. El mensaje es que el «éxito» va acompañado de una vida «exitosa», o sea la vida sana que se promueve. La enfermedad es prevenible: desde el sida hasta el cáncer existen muchas cosas que podemos hacer para fortalecer las defensas y pelear contra todo, desde las hemorroides hasta la impotencia. Nuestros hábitos, nuestros sentimientos y nuestros placeres ya no son más «asuntos privados» sino ahora conductas que son transformadas en «diferencias humanas» que forman parte de nuestra esencia y que son el terreno para el nuevo racismo. Estas prácticas e ideologías lentamente van «naturalizándose», o sea tomando características corporales. La gente buena no solo viste bien y a la moda sino que tienen todos sus dientes emblanquecidos por ácido, borran sus arrugas con Botox o cirugía, mantienen sus cuerpos sin grasa, huelen a perfume fino y leen a Deppak Chopra. Los demás, son la nueva chusma.
¿Qué hay de malo con el nuevo racismo? En primer lugar, la culpa. Antes de los 65 años, para los buenos, toda muerte es sospechosa. Si te da un tumor canceroso se te preguntará qué hiciste o dejaste de hacer. Y si no te curas del cáncer del pecho para ir a las marchas de la vida, es porque no te entregaste suficientemente a la Virgen o no luchaste como deberías (los que mueren son perdedores). La raza buena basa su fe en fortalecer el sistema inmunológico. Pero sabemos que el sistema inmunológico, por razones inexplicables, puede volverse en nuestra contra y más bien matarnos: una vida «sana» no te va a salvar siempre de la enfermedad y de la muerte. La mala suerte existe.
Lo que en el Medievo era producto de la Fortuna, ahora es resultado de no hacerle caso a los libros de autoayuda y de la salud.