Si nada lo impide, el próximo 17 de marzo, como cada año, se celebrará por todo lo alto San Patricio, patrón de Irlanda y fiesta nacional en la que correrán ríos de Guinness, simbolizando el alma de la nación y el espíritu del pueblo irlandés.
Corría el año 1759 cuando un joven Arthur Guinness, especialista cervecero y de espíritu emprendedor, sin achantarse ni ante el clima poco propicio ni ante la competencia inglesa, comienza a elaborar la cerveza que llevará su apellido en la empresa cervecera Jame´s Gate Brewery (conocida por los irlandeses como Mother´s Milk), en Dublín.
Un poco más tarde, adquiere una cervecería abandonada y firma un curioso contrato de arrendamiento por 9.000 años, a razón de 45 libras anuales (se puede contemplar el contrato original en la fábrica). Diez años después, en 1769, empezarán a exportar su producto, enviando a Inglaterra seis barriles de la cerveza que llevaban años fabricando, pero hasta 1778 no llegaría la cerveza negra, para entonces abandonar por completo la producción de cerveza inglesa.
El modo de elaboración está basado en el estilo porter (aroma del malteado y amargor del lúpulo, normalmente es cerveza fuerte y oscura). Este estilo comienza a fabricarse en Londres poco antes de 1700 y popularmente se la identifica con la cerveza stout, esto es la cerveza con más graduación de cada cervecería (de este modo, las porters más fuertes eran stout porters, que fue derivando en stout, a secas).
Con el tiempo, Guinness se fue haciendo su sitio en la comunidad. A la muerte de Arthur, su hijo Benjamin se hizo cargo de la cervecería, que ya era la más grande de Irlanda, y comenzó a formar parte del mundo político. Así, se creó la relación entre Guinness y el pueblo: donaciones para la remodelación de St. Patrick, el Trinity College y los hospitales, obras de reapertura de St. Stephen Green, construcción de hogares para gente pobre.
Guinness había llegado al corazón de Irlanda. Pero no solo eso. Con las guerras napoleónicas y el desarrollo del ferrocarril se incrementaron las ventas de cerveza negra en toda Irlanda y también en Inglaterra. Y desde los años 30 se ha expandido por el mundo hasta llegar hoy a elaborarse en cincuenta países diferentes. Guinness se ha convertido en la empresa cervecera más grande del mundo, hasta el punto de poseer sus propias embarcaciones para la exportación de su producto: Lady Patricia y Miranda Guinness.
Guinness es una cerveza muy característica, que se distingue especialmente por el sabor de la cebada tostada (que recuerda a café o regaliz), que se mantiene sin fermentar. Agua (de las montañas de Wicklow), cebada de grano tostado (malta irlandesa), lúpulo y levadura son los ingredientes, eso sí, combinados a la perfección.
La mezcla de la cebada tostada con nitrógeno a la vez que se sirve es lo que le da el color oscuro rojo rubí (no negro). Los barriles preparados para la comercialización contienen nitrógeno y dióxido de carbono; la alta presión de este gas disuelto hace posible la espesa espuma que se forma.
Debido al nitrógeno, debe dejarse reposar entre 1 minuto y 90 segundos. De ahí el eslogan: Good things come to those who wait.
La Guinness Storehouse fue construida en 1904 y se utilizó como lugar de fermentación de la cerveza hasta 1988. En el año 2000 abrió sus puertas al público como museo: el contrato de arrendamiento, una peculiar exposición de los cuatro elementos que la componen, una sala con antigua maquinaria (molino, alambiques, tostadero, barriles de madera) que nos explica el proceso de elaboración, el modo en que se transportaba, las campañas publicitarias, la historia del edificio... hasta llegar a la quinta planta, donde los visitantes tienen la ocasión de tirar su propia pinta (con diploma acreditativo), para después disfrutar de ella con las vistas de la ciudad, en la azotea del Gravity Bar.
El artista gráfico John Gilroy fue quien creó, entre 1930 y 1960, las exitosas campañas publicitarias que constituirían la imagen de Guinness como la cerveza irlandesa más popular, y que a día de hoy sigue siendo su sello de presentación. Se trataba de ilustraciones con un estilo humorístico, una amplia gama de personajes y objetos inanimados con expresiones humanas. En 1935 aparece el célebre tucán bajo la idea «Guinness a day». Esta publicidad consiguió hacer de la marca el indicador de las nuevas tendencias y actitudes sociales en el mercado del consumo durante décadas.
En 1916 tuvo lugar una de las campañas publicitarias más originales de Guinness: se arrojaron miles de botellas, con sus mensajes, al mar. Decenas de años después, las botellas seguían apareciendo.
El libro Guinness World Records no comparte por casualidad nombre con nuestra cerveza, sino que también tiene que ver con la cuestión que nos ocupa, al iniciarse con una disputa entre parroquianos sobre qué pájaro volaba más rápido.
Otra gran anécdota (mi preferida) tiene que ver con el arpa, actual símbolo de Irlanda. El arpa es una marca registrada de Guinness. El Gobierno quiso utilizarla como símbolo nacional, pero los primeros se negaron a ceder su emblema. A grandes males, grandes remedios: ante la negativa de la cervecera, los otros optaron por girar la imagen.
Aunque Guinness está fabricada por una empresa privada, para el desarrollo de su marca incluye la historia y la simbología de Irlanda. Es la bebida por excelencia de sus gentes, personas acogedoras y de carácter afable, forjado por su memoria y sus tradiciones, y por la cerveza que lleva siglos corriendo por sus venas.
Hay quien dice que existe un elemento secreto que hace de nuestra cerveza lo que es, quizás ese elemento sea el espíritu de Arthur, así que... ¡Por Arthur! ¡Sláinte!