Oporto, Porto para los locales, es un destino perfecto para disfrutar de un fin de semana distinto fuera de España. Su traducción «el puerto» hace referencia al lugar donde desemboca el Duero que divide en dos la ciudad: a un lado, el casco antiguo y al otro, Vila Nova de Gaia, una población repleta de bodegas donde se produce su famoso vino, el vinho do Porto. Desde esa orilla del río se aprecia el espectáculo colorido de las fachadas de la ribera, un paseo indispensable – y que genera cierta adicción visual – a los visitantes. Y es que, sin duda, el río Duero y su ribera es uno de los grandes protagonistas de la ciudad.
Recorriendo el casco antiguo de Oporto no puedes dejar de sorprenderte, de pensar en cómo la decadencia de Oporto es, precisamente, lo que le hace especial, mágico. Sus fachadas de azulejos, sus callejuelas desordenadas, su ropa tendida por las calles … y, de repente, un restaurante de aspecto industrial, una cafetería de la que no querrías salir nunca, un bar clandestino o una tienda de conservas.
La estación de trenes San Bento es uno de los grandes tesoros de la ciudad. Su hall está decorado con más de 20.000 azulejos en los que se relata la historia de Portugal. Muy cerca, se encuentra la Avenida de los Aliados, en pleno centro de Oporto, repleta de edificios modernistas, entre los que se incluye el Ayuntamiento, al final de la avenida, con una gran construcción en mármol y granito. Ubicada en la zona más alta y junto a las murallas, que en su día protegían la ciudad, se encuentra la Sé de Oporto, la Catedral, construida en el siglo XII. La iglesia de los Clérigos, en la parte alta del casco antiguo, tiene más detalles que la propia catedral y sus balcones interiores hacen que puedas observarla desde distintas perspectivas. Muy cerca de los Clérigos está la librería Lello, una joya de estilo neoclásico llena de estanterías de madera repletas de libros que llegan hasta el techo y, en el centro, una de las escaleras más especiales que verás nunca. Sin duda, basta con entrar para darte cuenta que este lugar ha inspirado a J.K. Rowling para describir algunos lugares de Hogwarts, en su saga de Harry Potter.
Hacer un crucero por el río es una de las cosas que no puedes dejar de hacer. Dura unos 50 minutos y atraviesas los 6 puentes de Oporto, aunque la mayoría de las fotos se las lleva el maravilloso puente de Luis I diseñado, según algunos, por Eiffel, o por Théophile Seyrig (un discípulo del primero), según otros. De hecho, su emblemático puente puede disfrutarse desde multitud de puntos de vista. Se puede recorrer por arriba y por abajo. Puedes divisarlo desde el Mirador Monasterio da Serra do Pilar o desde cualquiera de los miradores que tiene la ciudad, también disfrutar de las vistas en un paseo por la orilla de Vilanova de Gaia o desde la ribera.
Después del crucero puedes visitar alguna de las bodegas de Oporto. Todas incluyen un recorrido por la bodegas y cata. La bodega Taylor’s, por ejemplo, está situada en una antigua quinta, lo que recuerda a las quintas de la Ribera del Duero donde se encuentran las viñas y se elabora el vino. La visita es muy explicativa y la cata es de 3 o 4 vinos, y suelen incluir oportos añejos de más de 10 años.
En la misma orilla del río, es decir, en Gaia, se encuentra uno de los restaurantes de cocina tradicional portuguesa más populares, el Bacalhoeiro, que tiene como especialidad, como quizás has podido deducir por su nombre, el «bacalhao», que se prepara de 15 maneras diferentes. Es difícil elegir, aunque lo bueno, es que todas están deliciosas. El más típico es el bacalao à bràs.
Siguiendo con las comidas típicas, encontramos muchos sitios imprescindibles en la zona Rua Passos Manuel. Allí encontramos Café Santiago, donde elaboran las mejores francesinhas de la ciudad. Es una tostada de pan blanco, rellena con diversos tipos de embutidos y carne, recubierta con lonchas de queso gratinado y regado con una salsa picante. Este plato es una auténtica bomba calórica, pero como suele ocurrir en estos casos, está riquísimo.
Muy cerca de este café está Casa Guedes, una de las mejores opciones para comer en un lugar auténtico por muy poco dinero en la ciudad. Un bar de ambiente sencillo y espacio limitado, sobre todo en el interior. La especialidad de la casa es el sande pernil, hecho con pan rústico y cerdo recién horneado, y un delicioso queso de oveja portugués. En la misma zona puedes encontrar Café Majestic, una de las cafeterías más emblemáticas de Oporto y que supone un viaje a la Belle Epoque. Suele estar muy lleno, pero es una visita que merece la pena, aunque sea para tomar un delicioso café bombón con un pastel de nata.
En el casco antiguo, la Rua das Flores está repleta de cafeterías y restaurantes. Cantina 32 es un restaurante de comida tradicional con un punto diferente, y una presentación muy elaborada ¡No dejes de pedir su tarta de queso porque te llevarás una sorpresa! La decoración le da carácter, con toque industrial, el techo con tejas a la vista, suelo y paredes de hormigón pulido, sofás de piel, artículos vintage… Mercador Café es otro restaurante con el mismo estilo industrial, que abre todo el día. Sin duda, es un sitio donde puedes coger fuerzas con un buen brunch, con huevos Benedicte y unos dulces riquísimos.
En Oporto hay mucha oferta hotelera, como el hotel Yeatman – que ofrece una de las mejores vistas de la ciudad - pero también muchos apartamentos disponibles, que resulta una opción muy buena si viajas en grupo y si quieres tener más libertad. Mouzinho Place ofrece apartamentos al lado de la estación de San Bento, lofts en dos alturas muy amplios y luminosos, con unas zonas comunes que te permiten disfrutar de la compañía.
Existen ciudades capaces de enamorar a primera vista; ciudades en las que al pasear por sus calles uno percibe su esencia, su pasado y su presente; ciudades mágicas, con luz, ciudades que podrías visitar una y otra vez… ciudades como Oporto.