Una de las vistas más impactantes de Antioquia, y quizá de todo Colombia, se encuentra a unos 70 kilómetros al este de Medellín y a una escalada de 760 escalones (220 metros de altura). Es la que se adquiere sobre La Piedra del Peñol de Guatapé, a más de 2.000 metros sobre el nivel del mar: un espejo de agua multicolor que abraza innumerables islotes desperdigados, coronados por villas de lujo y densa vegetación tropical.

En 1970, la compañía Empresas Públicas de Medellín llevó a cabo la inundación intencionada y planificada de 2.262 hectáreas de la zona. El objetivo era crear el actual complejo hidroeléctrico que abasteciera de electricidad y agua a gran parte del país. Pero, sin darse cuenta, esta empresa también creó un regalo para los ojos, una maravilla paisajística que atrae a millones de personas al año, esas que van buscando aquel lugar donde cabe toda la luz del mundo.

La verdad es que si no miras fotos antes del viaje, no sabes lo que vas a ver en Guatapé. Cuando el taxi o bus te deja en la parada de La Piedra, echas a andar cuesta arriba por instinto y ves una montaña de color negruzco con una especie de minarete en la cima, tal y como varias leyendas la nombran. Surgen algunos comerciantes ofreciendo agua, crema solar y transporte en mototaxi (como los tuk-tuks de Asia) hasta la entrada. El agua y la crema solar son una constante en los viajes alrededor de Colombia y, en este caso, se agradece contar con ellos. La mototaxi no es imprescindible, y mucho menos si eres joven y estás en buenas condiciones físicas, pero sí es una buena opción para los que quieren o necesitan ahorrarse una pequeña parte de la subida. Eso sí, hay que negociar el precio antes del viaje y tener en cuenta que te dejan un poco más abajo de la taquilla. Aunque no la veas, sigue caminando hacia arriba con calma.

Tras atravesar un minúsculo barrio de diez casitas, te encuentras andando sobre una vía adoquinada casi recién puesta, y divisas un viejo cartel que reza en español e inglés: Bienvenidos a La Piedra. El mejor mirador del mundo. El paisaje desde este punto ya es impactante y esto no ha hecho más que empezar. Uniendo pasos y con algo de sudor en la frente alcanzarás la entrada, donde adquirir los billetes, ir al baño y comprar agua (ambas cosas no las volverás a encontrar hasta llegar a la cima). Al atravesar los tornos del ingreso mira hacia arriba: esas escaleras son las que vas a subir.

Los escalones están numerados con números amarillos pintados sobre ellos. Por los muros se pueden ver carteles con un número de teléfono al que llamar si te sientes mareado, o sufres cualquier otro malestar causado por la altura o el cansancio físico. A cada cierta distancia encuentras espacios más anchos a modo de descansillo y mirador. Para, respira, observa y disfruta del camino. No hay ninguna prisa y, además, la bajada es por otros escalones, así que no estarás molestando a nadie. Hay lugar para el regocijo.

Cuanto más arriba escalas, más sorprendente es el paisaje. No cometas el error de quedarte en la primera gran explanada. Hay más arriba. Sube hasta el último peldaño para adquirir una visión de 360º y sentir el viento como si estuvieras navegando esas aguas verdosas y azuladas. El lugar perfecto para disfrutar de los elementos de la naturaleza y observar un paisaje causado por la mano humana sin intención. La tiendita de recuerdos que atraviesan los últimos peldaños tiene souvenirs de todo el país con precios algo desorbitados. Al volver a la explanada en las alturas, disfruta de un helado de Antioquia o una bebida helada de las que venden en el bar. Te costará dejar ese enclave.

El pueblo de Guatapé

Guatapé, el pueblito cercano a El Peñol, se caracteriza por sus coloridos zócalos en bajorrelieve que, desde principios del siglo XX, narran varias historias: la de las familias que habitan cada casa o atienden cada comercio, la de los indígenas de esta zona en tiempos pasados, o la de la colonización de siglos atrás. Todo está pintado de colores llamativos que permanecen vivos aunque el cielo esté lleno de nubes. Un paseo sin rumbo por las calles de este pueblo es obligatorio para ir descubriendo las pequeñas obras de arte. En la Carrera 30, frente al parque del pueblo, está la Parroquia Nuestra Señora del Carmen de Guatapé, donde debes mirar al techo y al suelo. El primero de madera tallada y el segundo adoquinado en tonos verdes y blancos. La Plazoleta de los Zócalos es la más colorida y recoge historias en bajorrelieve o pintura en los zócalos, los escalones, las esculturas y algunos cafés que la rodean, perfectos para disfrutar de un tinto (café) a unos 1.000 COP, menos de 0,30 € ó 0,35 USD.

Muchos lugareños te recomendarán pasear por el malecón y comer en alguno de los restaurantes que lo recorren, donde lo típico es la trucha. La oferta es igual en todos ellos, comida de baja calidad y cara, comparada con el resto del país. Otra opción es comer unas empanadas de cualquier puesto de la calle. Algunos blogs recomiendan las de la casa rosa de la zona llamada «cuatro esquinas».

En el malecón se cogen las lanchas o barcos de recreo para ver más de cerca algunas islas y surcar las aguas que ahogan el antiguo pueblo de Guatapé, hoy inundado. El lanchero te contará de memoria y carrerilla lo que sabe de la zona, tendrás que interrumpirle y ganarte su simpatía para que se salga del guion establecido. Es la única manera de descubrir algunas curiosidades.

Todas las lanchas pasan por la Isla de la Fantasía -la única que sólo cuenta con acceso acuático y ofrece cabañas para pernoctar-, hoteles de lujo, villas de famosos, y la casa bombardeada de Pablo Escobar. Una vez más, los precios del paseo son negociables. Aunque te parezca una tontería, ponte el chaleco salvavidas, hay antecedentes que lo hacen necesario.

Cómo llegar

La opción más fácil y con menos adrenalina es la de contratar un tour privado. Normalmente salen de Medellín e incluyen transporte, comida, barco de recreo y visita al Peñol.

Pero organizar la excursión a Guatapé no tiene mucha complicación. Los taxis o vans salen con bastante asiduidad de la Terminal del Norte (Medellín), a la cual se llega en metro fácilmente – parada Caribe -. El viaje hasta Guatapé cuesta unos 13.500 COP (alrededor de los 4 € ó 5 USD) ida y vuelta, se compra en las taquillas 9 ó 14 de esta terminal, y son dos horas de buena carretera con bonitos paisajes. Es recomendable comprar ida y vuelta directamente para evitar las colas que se forman para volver desde Guatapé por la tarde.

Todos los transportes hacen parada en El Peñol antes de llegar al pueblo, perfecto para subir antes de comer. Desde El Peñol a Guatapé la mototaxi cuesta unos 2.000 COP (0,60 € ó 0,70 USD), y también encuentras busetas o jeeps por 3.000 COP (0,84 € ó 1 USD).

Recomendaciones

La excursión a Guatapé se puede realizar en el día. Si se quiere ir más tranquilo para desconectar de la ciudad, además de hostales y hoteles de lujo, alquilan cabañas en la naturaleza pero con todas las comodidades, como Cabañas El Trébol (se encuentra en Facebook fácilmente). También existe la posibilidad de realizar actividades de aventura como tirolina o canopy, alquiler de kayaks, esquí acuático y escalada en el mismo Peñol.

Si todavía estás en Guatapé para la puesta de sol, recomiendan ir al restaurante Praia Beach, con vistas a la represa, una playa artificial, pizza, fish & chips, sangría rosé, vino y cerveza. Los conductores de mototaxis saben dónde está (a 4 kilómetros del pueblo) y te llevarán sin problema.