Hace tres años Facebook anunciaba una serie de cambios en la forma en que funcionaban sus anuncios para lograr que resultaran más “útiles” y “relevantes” para el usuario. Lanzó un video en el que Jake Brill, Product Manager, explicaba las novedades, pero no mencionaba la más relevante de todas: el cambio realizado en la licencia de uso de Facebook por esas mismas fechas en la que advertía que iba a comenzar a seguir y utilizar la actividad del usuario por toda la red, no sólo en la red social.
Facebook es, antes que ninguna otra cosa, una compañía de marketing. De ahí saca la pasta, y en menor medida, de los usuarios de la red social desde que comenzó a prestarles servicios de pago. Su gran activo, el que le sitúa en una posición de fuerza frente a los anunciantes es su gigantesca base de usuarios; esa cuarta parte de la humanidad –rozando los 2.000 millones de usuarios sobre población de algo más de 7.000- registrada en Facebook y toda la información que alegremente entregamos a la compañía de Zuckerberg. No sólo la info que facilitamos voluntariamente –nombre, ciudad de nacimiento, gustos, etc- sino, aún más importante, lo que refleja de nosotros la actividad en la red social y, desde 2014, fuera de ella. Eso en una compañía que tiene una trayectoria menos que ejemplar en el tema de la privacidad con sus usuarios.
En este caso, la clave del asunto está en las cookies. Las galletitas. Genial nombre sí se pretendía que sus relevantes implicaciones pasaran desapercibidas para la gran mayoría de internautas.
Logs con información sensible y nombres inofensivos
Una cookie es un pequeño archivo de texto que recoge información sobre la actividad que realiza el usuario en su navegador. Sus preferencias en relación a un sitio web concreto. Pero también toda la información que el internauta tenga a bien entregar a dicha web.
Tienen varias utilidades para el usuario, como evitar tener que introducir su identificador cada vez que accede a un servicio dado que esa información ya está registrada en la cookie que el servicio web correspondiente ha dejado en nuestro ordenador. Cookie que recoge esa información sensible y también los hábitos de navegación. En principio, sólo puede ser leída por la compañía que la ha puesto en el navegador del usuario aunque están muy solicitadas cuando se interceptan redes wifi, por ejemplo.
En cualquier caso, desde 2014 Facebook utiliza la información que la cookie registra sobre la navegación del usuario no solo en los confines de Facebook, sino en los de toda la red. Independientemente de si el site que visita el usuario tiene un botón de Facebook o no. Si el usuario configura su navegador con una petición de no seguimiento, la cookie de Facebook se la pasará por los mismísimos en nombre de la publicidad conductual.
No sé si esto es más escalofriante que cuando Google contó aquello de que nos leía los correos, pero de buen rollo, que es solo para detectar intereses publicitarios que hagan tu vida mejor. No diría que me vida en Google ha mejorado desde entonces, aunque es innegable que a la compañía le va cada vez mejor.
¿Hay forma de escapar al seguimiento de Facebook?
Uno puede optar por desactivar cookies desde la configuración de su navegador. Lo que obliga a la pesada tarea de ingresar el usuario cada vez que se accede a un servicio y es toda una prueba al compromiso de cada uno con su propia privacidad.
Segunda y más práctica solución es la que ofrece la Digital Advertising Alliance a través del Self-Regulatory Program for Online Behavioral Advertising o Programa de Autoregulación para la Publicidad Online Conductual. Se trata de una iniciativa surgida de varias compañías líderes para establecer estándares amigables con el consumidor en este tipo de publicidad y que cualquier usuario pueda escapar al seguimiento que compañías como Facebook o Google realizan sobre él a efectos publicitarios y fuera de sus sites.
El procedimiento es sencillo. El usuario debe acceder a esta página con su navegador habitual. Seleccionar de entre las más de un centenar de compañías que participan en el programa cuáles quiere que dejen de seguir su actividad y ya. También es posible no perdonar ni una y seleccionar opt out para todas de golpe, sin piedad. Con la salvedad de que esa acción vale solo para la actividad en Internet que se realice desde ese navegador y ha de repetirse en cada navegador que se utiliza y en cada computadora.