Cuando tomas un mapa de Escocia y lees los nombres de cada uno de sus pueblos o ciudades, parece el mapa de alguna historia fantástica. Las islas británicas han influenciado a autores como J.R.R. Tolkien o George R.R Martin y cuando te adentras en las Highlands (Tierras Altas) escocesas descubres por qué. Un lugar en el que las vacas tienen flequillo y su símbolo nacional es el Unicornio nunca puede pasar desapercibido.
Partimos de Edimburgo. Resulta más fácil planear la ruta empezando a conducir hacia el norte para ir descubriendo el sorprendente cambio en los paisajes además de la temperatura. Callander te da la bienvenida y a partir de aquí se empieza a notar la diferencia gracias a espectaculares montañas y grandes parques naturales que acogen algunos de los lagos por los que Escocia es conocida fuera de sus fronteras. Carreteras que recorren valles interminables como Glencoe, una de las visitas más sorprendentes del viaje: un sobrecogedor valle rodeado de enormes montañas introducido por un mar de cenagales que se puede recorrer en coche o a pie, ya que hay algún hotel y varios caminos habilitados para perderte entre su grandeza y descubrir cascadas, riachuelos y la fauna del lugar entre la que predominan los ciervos. Lugar histórico, por la masacre entre los clanes que tuvo lugar a finales del siglo XVII y que ha servido como escenario de grandes películas, que no te dejará indiferente.
Pasado Glencoe, los lagos se hacen visibles y varias localidades a pie de carretera nos dan la bienvenida para descansar o probar algo típico de la gastronomía escocesa. El Lago Ness es el más conocido por la leyenda de un monstruo que un habitante local vio una noche en la oscuridad y que muchos han defendido a lo largo de los años sin pruebas que lo sostengan. Y aunque todos los lagos son espectaculares y te regalan unas instantáneas envidiables, he de reconocer que el Lago Ness te permite experimentar sensaciones que los demás no te ofrecen. Siendo el segundo lago más extenso de Escocia, te acompaña durante varios kilómetros, entre los que se encuentra otra de las vistas más espectaculares de la ruta. El palacio de Urquhart, cuya primera referencia histórica data del siglo VI, parcialmente destruido por los ingleses en el XVII y sin restaurar desde entonces, descansa a orillas del lago. Forma parte del Patrimonio Nacional Escocés y hay que pagar entrada para verlo de cerca pero si no hay tiempo suficiente o no se quiere gastar dinero, las vistas desde la carretera son espectaculares.
Otra parada fundamental, aunque retirada de la ruta principal, es el Viaducto de Glenfinnan. Conocido por películas como Harry Potter, ya que es la vía que recorre el tren que llega a Hogwarts, no implica mucho tiempo y merece la pena para poder respirar aire fresco y disfrutar del lago Shiel, que se pierde en la lejanía entre montañas.
Para acabar, antes de regresar a Edimburgo, una última parada que te sumerge en la Escocia de los Clanes, Culross. Escenario de la serie Outlanders por su gran similitud con un pueblo escocés de los siglos XVII y XVIII. Suelos de adoquines, calles empinadas y una plaza rodeada de edificios de piedra pintados de diferentes colores que casi te dejan oír el murmullo de los mercados en la época medieval.
Además de los citados, cada rincón de Escocia ofrece algo más y te permite disfrutar de tu propia leyenda. Una aventura que se puede disfrutar en familia, con amigos o en pareja pero que, al menos una vez, hay que vivirla.