Ninguna otra cultura de la antigüedad integró su fauna como el Egipto faraónico. Los egipcios, extrajeron de los animales los elementos necesarios para explicar su visión del mundo. No los adoraban, pero utilizaron figuras como el león, el toro y la cobra para enseñar al pueblo el poder de los faraones. Mientras que algunas mascotas eran vinculadas a la vida del hogar, y asociadas con el mundo espiritual y divino, animales como el carnero o el cocodrilo eran considerados en vida como la encarnación terrenal de la deidad a la que se asociaban. Al morir, los animales gozaban del privilegio de la momificación y una sepultura digna de un príncipe.
A través de la exposición Animales y faraones. El reino animal en el antiguo Egipto, “pretendemos acercar al público, de una manera detallada, el valor de estas relaciones entre los egipcios antiguos y la fauna”, explica Hélène Guichard, conservadora jefe del departamento de Antigüedades Egipcias del Museo del Louvre y comisaria de la muestra. La colección, resultado de una coproducción franco-española entre Obra Social “la Caixa” y el Museo del Louvre, llega a Barcelona para finalizar el recorrido internacional que inició en Francia y continuó en Madrid. Desde este 23 de septiembre y hasta el próximo 10 de enero, se podrá ver en CaixaForum Barcelona, antes de regresar a su lugar de origen en 2016.
Más de 100.000 personas visitaron la exposición en la primera parte de su trayecto: el Louvre-Lens francés. Esta cifra fue superada en CaixaForum Madrid, donde alcanzó los cerca de 130.000 asistentes, situándose como una de las colecciones más visitadas de la temporada. Buenos datos en términos de público debido a su carácter innovador. Por primera vez, las 430 piezas que componen la muestra abordan el mundo de la egiptología desde una óptica imprescindible para entender esta civilización: la zoología. “Precisamente, este es uno de los motivos que nos llevó a organizar una exposición como esta, -asegura Guichard-, la evidencia de que el mundo animal está relacionado con todos los aspectos de la civilización egipcia, desde la vida cotidiana hasta el pensamiento religioso y todas las concepciones del entorno de los egipcios antiguos”.
Con 260 obras restauradas, la colección reúne esculturas, estatuas, figuras que combinan la apariencia humana y animal, cerámica, papiros, cofres, amuletos, joyas, ataúdes, sarcófagos y objetos cotidianos. Una de las principales atracciones son los 14 ejemplares de momias de diversos animales: gatos, perros, corderos, ibis, halcones, peces, cocodrilos y serpientes. “Eran vendidas a los peregrinos por los sacerdotes para servir de exvoto a los dioses. Hemos estudiado las momias para ofrecer una aplicación interactiva en 3D, que permita a los visitantes realizar una autopsia virtual de las mismas”, subraya la comisaria de la muestra.
De mano de Ignasi Cristià, una espectacular escenografía desvela la riqueza natural del valle del Nilo. Desde el obelisco y sus babuinos hasta la puesta de sol plasmada en pintura. Entre los dos puntos, nueve secciones explican el Egipto de los faraones, a través de objetos relacionados con su fauna.
Babuinos de más de cinco toneladas, expuestos por primera vez
Un conjunto escultórico de babuinos, con más de cinco toneladas de peso de granito rosa de Asuán, es una de las obras más destacadas que se exponen al público por primera vez. La pieza formaba la base del obelisco oriental del templo de Luxor. Nunca antes había salido del Louvre. Llegó procedente de Egipto como obsequio a Napoleón y fue situada en la plaza de la Concordia de París. En 1836, según indica Guichard, “se trasladó al museo porque la puritana sociedad parisina del siglo XIX consideró que resultaba impúdico dejar los babuinos desnudos a la vista de la ciudadanía. Son babuinos solares, que adoraban al sol naciente, y el obelisco es el primer rayo de sol de la creación del mundo. Por ello, el escenógrafo ha situado los babuinos frente a una pintura que representa el sol naciente, porque los babuinos lo adoran y aclaman”.
De esta manera, los animales del paisaje nilótico jugaron un papel fundamental en la vida del Egipto faraónico. Por ejemplo, en las gatas vieron una imagen del amor maternal e hicieron la representación de la diosa Bastet, protectora de la familia, el hogar, los niños y las mujeres embarazadas. “Por ello, en la exposición tenemos muchas momias de gato, porque los egipcios querían mucho a Bastet. Para proteger a sus familias ofrecían el animal de la diosa como ofrenda votiva”, concluye la conservadora del Departamento de Antigüedades Egipcias del Museo del Louvre.
Las obras, en su inmensa mayoría, proceden del Museo del Louvre-París. “Todos los objetos originales proceden de excavaciones en Egipto, de las campañas de Napoleón. De ahí es donde nacen también las colecciones del Louvre”, señala Ignasi Miró, director del área cultural de Fundación la Caixa. La lista se completa con préstamos de otras instituciones: Bibliothéque centrale des musées nationaux (París), el Museo Nacional de Ciencias Naturales-CSIC (Madrid), el Museu de Ciéncies Naturals de Barcelona, el Museu de Montserrat y el Museu Egipci de Barcelona.
A estas colecciones permanentes, de las que forman parte, regresarán en 2016 todos los tesoros arqueológicos de la cultura faraónica que componen esta exposición. Lo harán después de haber mostrado al público internacional franco-español una visión más amplia de esta civilización a partir de esfinges y estatuas relacionadas con la fauna y los animales momificados del Egipto de los faraones.