El objetivo de mi corta estancia en Niodior, la isla del Delta de Saloum senegalés, era hacer este reportaje y un posterior audiovisual. Un documental para difundir y contar al mundo los proyectos de cooperación que desde hace algunos años está desarrollando la Asociación de Nativos de Niodior en esta isla de Niominkas, etnia senegalesa de pescadores, hombres de mar y agricultores que están repartidos a lo largo del archipiélago del Delta de Saloum.
El último proyecto para el desarrollo de la isla que pude comprobar sobre el terreno fue el de la regeneración y conservación del sector pesquero de la isla. Un proyecto mediante el cual se quiere concienciar a los pescadores, generando los sistemas adecuados para una pesca ecológica, responsable y que no dañe los ricos caladeros de peces que se esconden entre los canales del Delta de Saloum y sus hermosos manglares.
A parte, la Asociación de Nativos de Niodior està construyendo una piragua para el ejercicio de la pesca con la subvención de la Diputación provincial de Zaragoza. Pude ver como los hombres de Niodior estaban construyendo manualmente esta embarcación, cuyos orígenes se remontan a los antepasados Niominkas, que ya entoncés construían estas barcazas de manera completamente artesanales, con sus propias manos. La piragua la construyen de madera sacada de los manglares o de los árboles tropicales. Había unos 20 hombres trabajando en esta piragua, que ya iba adquiriendo forma. Es un trabajo duro, constante y laborioso. Después una vez construida la estructura de madera con la forma tradicional de las piraguas senegalesas se pinta de diversos colores, con figuras marinas, peces y otros adornos.
Era viernes. Por lo tanto día festivo, de rezo y recogimiento para los musulmanes. Aun así pude fotografiar las mujeres, que igualmente salían a la mar para la recogida del marisco, sobre todo almejas y ostras. Un trabajo duro el suyo. Se pasan todo el tiempo inclinadas de cintura hacia abajo. En una mano sostienen el recipiente con pequeños orificios con el cual recogen las almejas medianas y grandes, dejando las pequeñas para que crezcan. Salen muy de mañana, hacia las 6, y trabajan en las diferentes playas de la isla casi todo el día, muchas hasta la caída del sol. Su subsistencia y la de sus familias depende de la recogida de las almejas. Es todo un proceso laborioso de preparación antes de venderlas. Primero las rompen para sacar la carne del interior, las hierven con las típicas cacerolas de hierro y luego las secan en las estructuras de madera que hay construidas delante de los muelles del puerto de Niodior.
Todo un proceso en el que el papel de la mujer Niominka es fundamental. Son ellas las que llevan el peso de la familia, las que cuidan a sus hijos y las que en gran parte sostienen la economía familiar. El trabajo de las mujeres comienza muy de mañana. Hacia las 6 de la madrugada salen con sus cubos para recoger el agua de los pozos porque no tienen agua potable en casa y más tarde recorren el camino entre sus casas y el mar para la recogida de las ostras. Mientras que unas mujeres trabajan dentro del mar, a escasos metros de la orilla; otras ante la puerta de sus casas, bajo la sombra de algún árbol, trabajan para quitar la cáscara de las ostras e iniciar así el proceso de secado para la venta posterior del marisco.
La Asociación de Nativos de Niodior ha colaborado también en la renovación del local de mujeres donde transforman las ostras para el comercio de una manera más moderna. En este local, donde participan las mujeres de la isla, disponen de máquinas que realizan el hervido, secado y posterior empaquetamiento de “les coquillages”. El proceso lo realizan con todos los permisos sanitarios y homologados por el Estado senegalés. Ellas se sienten orgullosas de haber conseguido esta renovación que les permite dar un valor añadido a las ostras de Niodior, muy apreciadas por los compradores de otras regiones de Senegal.
Mientras tanto, los hombres salen a pescar cada mañana con las tradicionales piraguas. El pescado de Niodior, como en la mayoría del Atlántico de Senegal, es ríquisimo y muy económico. Muchos pescadores de Niodior lo venden en la propia isla a sus vecinos, aunque otros prefieren llegar hasta Djifer, en la península para venderlo a mejor precio.
La agricultura es otra actividad importante en la isla. Cultivan mijo, patata y árboles frutales, como el mango o la papaya. Tienen numerosos cocoteros. Las mujeres extraen las hojas de coco y elaboran las típicas escobas para barrer las casas. También le quitan la piel, lo vacían y los utilizan para la repostería tradicional de la isla.
La isla de Niodior es, además, un claro ejemplo de turismo sostenible. Sus habitantes reunidos en torno al Comité de Gestión coordinan los recursos de las islas para evitar la explotación descontrolada. Está así regulada la construcción de nuevas casas, como también la edificación de hoteles o campamentos. La mayoría de turistas que llegan a la isla se alojan en casas particulares, donde los lugareños les acogen con gran generosidad y hospitalidad.
El centro de salud ha sido ampliado recientemente. El estado solo paga el salario de la comadrona y una enfermera. El resto de personal sanitario, no llega a cinco empleados, son becados y los pagan entre los propios vecinos. El dispensario, como muchos de los que podemos encontrar en pueblos de Senegal, tiene sus limitaciones. Las medicinas son escasas y las tienen que pagar los vecinos. La sanidad en África continúa con sus carencias endémicas. En su mayor parte no es pública, ni universal, como tampoco lo es la educación. La Asociación de Nativos de Niodior està ya planteando otros proyectos de cooperación para el desarrollo de la isla. El trabajo no es fácil. Conseguir la ayuda de las instituciones cuesta bastante ahora en los tiempos de crisis que corren.