Todo el mundo ha oído hablar de Maastricht a causa del famoso tratado, pero pocas personas la han visitado, e incluso, se podría decir que pocos saben dónde está situada.
Ciertamente el Tratado tiene una importancia fundamental en la historia moderna de Europa. Hay que recordar que el Tratado de Maastricht (Holanda) fue firmado en esta ciudad el 7 de febrero de 1992 por los países miembros de la Comunidad Europea. Entró en vigor el 1 de noviembre de 1993, creando la Unión Europea y una moneda única, el euro.
Pero, ¿qué tiene para ofrecer esta ciudad a sus visitantes?
Hasta hace poco, yo era parte de aquellos que conocían el nombre de Maastricht sólo por este importante tratado, sin haberla visitado jamás. En mayo pasado, aprovechando mi visita a Bruselas por motivos de trabajo, me puse en comunicación con Jan, un amigo y colega que conocí en Bélgica hace muchos años. Después de su retiro, Jan regresó a vivir a la región de su infancia, cerca de Maastricht. Mi amiga Mireille de Bruselas, quien también trabajó con Jan en aquella misma época, me propuso ir a Maastricht para encontrarnos con Jan. Una buena oportunidad para conocerlo.
Maastricht se encuentra a poco más de una hora en coche de Bruselas. Es la ciudad más austral de Holanda, capital de la provincia de Limburgo y tiene una población de 122.000 habitantes. Se encuentra a orillas del río Mosa, a distancia a pie de Bélgica y a distancia en bicicleta de Alemania. Un camino rural encantador bordeado de árboles y hermosas casas nos llevó a Maastricht desde Bélgica.
Una vez allí no estábamos seguros del lugar del encuentro. Entonces, me dirigí a la estación central para solicitar información y un mapa de la ciudad. Mientras esperaba, unos minutos, mi turno en el mostrador de información, la florista de la estación vino a mi encuentro y me preguntó si necesitaba algo. Con una gran sonrisa y la gentileza propia de los holandeses, me pidió acompañarle hasta su tienda. Fue una increíble y simpática sorpresa para mí verle abrir una gaveta y sacar un mapa de la ciudad sobre el cual me mostró los principales lugares de interés, dándome sus recomendaciones personales. Nuestra visita a Maastricht comenzaba de una manera muy positiva.
El encuentro con Jan fue emocionante. Después de 30 años, teníamos un montón de viejos recuerdos que evocar y enriquecidos con nuestras historias personales desde la última vez en que nos vimos. Jan es miembro de una sociedad histórica de Maastricht, de manera que él tenía muchos datos interesantes que contarnos acerca de la ciudad.
Se dice que es la ciudad más antigua del país. Este es un título que lleva justamente, pues se encontraron restos arqueológicos de los neandertales que datan entre 8.000 y 25.000 años antes de Cristo. Los celtas ocuparon el lugar durante 500 años hasta la llegada de los romanos. Aprovechando la ventaja de que aquí el río Mosa es poco profundo, los romanos construyeron un puente en la época del emperador Augusto. La ubicación era estratégica pues deseaban conectarse con la antigua ruta que va de Tongeren a Colonia, la capital de Germania Inferior. En esa época, la ciudad se llamaba en latín Trajectum ad Mosam (Travesía del Mosa). El nombre derivó a Maastricht pasando por el dialecto de Limburgo hasta llegar al holandés moderno.
San Servando, primer obispo de los Países Bajos, desplazó el obispado de Tongeren a Maastricht en el año 382, pues juzgaba que este último lugar era más seguro. Más tarde, en el siglo VIII el obispado se trasladó a Lieja tras el asesinato de Saint-Lambert. Durante la Alta Edad Media Maastricht fue parte del Imperio Carolingio. Luego se convierte en un condominio, es decir que estaba bajo la autoridad conjunta del Principado Episcopal de Lieja y el Ducado de Brabante. La importancia de Maastricht es real, la ciudad fue famosa muchas veces en su historia. D'Artagnan, el héroe de “Los tres mosqueteros” de Alejandro Dumas, perdió su vida en este lugar durante el asedio que tuvo lugar en el tiempo de la Guerra de Holanda.
Incluso en un día lluvioso como el de nuestra visita, la ciudad es muy agradable. Les recomiendo pasar como mínimo un fin de semana. El Mosa divide Maastricht en dos, concentrando la mayoría de la actividad comercial en la ribera occidental del río, mientras que la Estación Central y el Museo Bonnefanten están en el lado este.
En Maastricht hay hermosos edificios antiguos, fortalezas y catedrales. Un lugar importante para visitar es Vrijthof, la plaza más famosa de la ciudad. Ahí se encuentra Sint-Servaas Basiliek -Iglesia romana de San Servando-. La Iglesia de Sint-Jan es una iglesia gótica de piedra gres dedicada a San Juan Bautista, mientras que el Theater aan het Vrijthof es el teatro principal de la ciudad y cuenta con una fachada neoclásica.
Onze Lieve Vrouweplein es una pintoresca plaza arbolada, con muchos cafés agradables. Ahí se encuentra la Basílica de Nuestra Señora, una iglesia del siglo XI que es un sitio importante de peregrinaje en Holanda. Derlon Museumkelder es un pequeño museo en el sótano del Derlon Hotel con restos romanos. Otro lugar a visitar es Markt, la Plaza del Mercado, donde se encuentra el ayuntamiento, que fue construido en el siglo XVII.
El centro de la ciudad es encantador, con sus calles adoquinadas y sus hermosas casas antiguas que hoy albergan lujosas boutiques. Si quiere ir de compras, Maastricht ofrece ropa de diseños exclusivos que probablemente no encontrará en ninguna otra parte. La ciudad también es famosa por su exquisita cocina. Hay numerosos restaurantes y cafés con terrazas donde podrá relajarse mientras disfruta de un aperitivo o una deliciosa comida.
La cultura es abundante en Maastricht. La ciudad tiene muchos museos. En particular hay que señalar el Bonnefantenmuseeum, que alberga importantes colecciones de antiguos maestros y artistas contemporáneos. La colección de antiguos maestros se especializa en la pintura flamenca de los siglos XVI y XVII, incluyendo las principales obras de Peter Paul Rubens, Antoine van Dyck y Jacob Jordaens.
La Universidad de Maastricht atrae estudiantes de muchos países del mundo, dando a la ciudad un ambiente multicultural. En las calles es común encontrar gente que habla, además del neerlandés, varios idiomas como inglés, alemán y francés.
Conducir en coche por la ciudad es complicado, sobre todo porque la mayor parte del centro está reservado a peatones y a causa de las altas tarifas de estacionamiento. Les recomiendo estacionar el coche fuera del centro de la ciudad, se puede viajar fácilmente en autobús. Pero sobre todo Maastricht es ideal para recorrerla a pie o en bicicleta. La ciudad está atravesada por numerosas sendas ciclables, y se pueden alquilar bicis por unos pocos euros al día.
Fuera del centro, es agradable pasear a lo largo del río Mosa, desde Sint-Servaas Brug (el puente de piedra cerca de la entrada de la ciudad) hasta el puente JFK, que pasa por el parque más grande de Maastricht. Luego, los visitantes pueden cruzar el JFK e ir al Museo Bonnefanten.
Uno de mis lugares favoritos en Maastricht es la librería Selexyz Dominicanen, fabuloso lugar de la cadena Selexyz que fue construido en una antigua iglesia dominicana que data del año 800. Se considera la más bella de las librerías del mundo. El diseño fue creado por la firma de arquitectura (Merkx + Girod) con sede en Ámsterdam. Tenían como desafío el permanecer fieles al carácter original y mantener el encanto de esta iglesia. La biblioteca conserva el estilo arquitectónico original, y sólo ha cambiado levemente en términos de la decoración con la adición de elementos modernos, de tal manera que la iglesia da también la impresión de ser reciente. Escaleras y ascensores conducen los visitantes a los pisos superiores donde se encuentran los estantes de libros bajo el alto techo de la iglesia. Es como estar subiendo al cielo. Algunos la llaman "la librería del Paraíso." Por cierto, tuve un placer místico tomando un delicioso café mientras leía un libro. Aquí, la lectura es un rito religioso y tomar un café un placer celestial.