¿Por qué nadie se dio cuenta de que el nazismo era un monstruo que se comería todo a su paso? ¿Por qué nadie se percató de lo que Hitler y sus aliados estaban preparando? ¿Por qué se dejaron manipular a su antojo para formar una clase que intentaría acabar con los que no eran de su “raza”?
Todas estas preguntas se plantean en un instituto de California, en Estados Unidos. Un grupo de chicos estudian la Segunda Guerra Mundial en la clase del profesor Ron Jones. Mueven pupitres, discuten entre ellos, gritan, se emocionan e intentan entender el transcurro de los acontecimientos acaecidos 28 años atrás.
Hechos que supusieron una ola gigantesca que arrasó con todo. El profesor se esfuerza por intentar explicarlo, pero los chicos no lo entienden. Hasta que, de repente, los pupitres se quedan quietos. Los alumnos dejan de interrumpirse entre ellos y crean y manejan tres palabras a su antojo: disciplina, comunidad y acción.
Esas tres palabras formarán el movimiento de la Tercera Ola propuesto por Jones. Y los chicos, movidos por la atracción del sobresaliente en sus notas de instituto, se dejan guiar por su mejor maestro. Confían en él y en todas sus directrices.
Todo un experimento escrito por Ignacio García May bajo la dirección de Marc Montserrat Drukker a partir de la idea real de Ron Jones, profesor de Historia Contemporánea en Palo Alto, California, conocido por ser el creador de la llamada “Tercera Ola”, un experimento psicológico con adolescentes en torno al nacimiento del nazismo. Su trabajo sirvió de inspiración para La Ola, el famoso libro de Todd Strasser y para la película del mismo nombre.
Y también un caldo de cultivo para esta nueva producción del Centro Dramático Nacional que nos hace plantearnos una serie de preguntas que, en el fondo, dan miedo. ¿Hasta qué punto estamos manipulados? ¿Sigue habiendo conciencia de clase? ¿Somos capaces de traicionar al vecino por un puñado de malas ideas?
Lo que está claro es que el ser humano es débil y mama lo que le enseñan. Muy pocos son capaces de mirar más allá de sus narices y rebelarse contra todos ante la injusticia. Hay pocas personas inteligentes. Y lo peor es que esto se repite a lo largo de la historia. Nos dejamos manipular y nos dejamos llevar por el odio, la tiranía y nuestra propia ira. No sabemos o, más bien, confundimos el concepto de “comunidad”. Y cuando las bases no están claras, o se tambalean como un terremoto, es muy difícil construir una sociedad moderna, inteligente y generosa con el prójimo. Eso intentó enseñar Jones en su clase y quiero pensar que los alumnos tomaron buena nota de ello.
Por lo menos, se dejaron llevar por el movimiento de los pupitres, algo que ocurre muy poco en la sociedad actual. Y pudieron disfrutar de un profesor didáctico que les dio una buena lección. Ojalá existan muchos Jones por el mundo. La educación es una pata fundamental en nuestra existencia. Cómo puede cambiar todo en un minuto por un mal maestro o una mala interpretación de la realidad.
Realidad que se lleva a las tablas del teatro Valle Inclán de Madrid con una interpretación también sobresaliente de Xavi Mira en la piel del profesor y de grandes alumnos como Jimmy Castro, David Carrillo o Carolina Herrera. De nuevo, y esto no es un cumplido, más bien una obligación, una obra de teatro que tiene que ver todo el mundo. Una representación que te hace plantearte si tu pensamiento está manipulado por otros y si, cuando fuiste pequeño, te dejaron mover el pupitre las veces que hubieras querido.
Por lo menos, y quédense con esta idea, hay que hacer un ejercicio de transparencia para que la historia no se repita en el tiempo. Señores, huyamos de los ciclos.