La idea inicial nació en 1953 de los contactos entre el propio Pablo Picasso y Juan Temboury Álvarez, entonces delegado provincial de Bellas Artes de Málaga. El pintor malagueño quería que su obra estuviera presente en su ciudad natal, pero este proyecto quedó frustrado poco después. Christine Ruiz-Picasso, viuda de Paul Ruiz-Picasso, hijo mayor del artista, retomó los contactos con el gobierno de la ciudad de Málaga con motivo de las exposiciones Picasso clásico y Picasso, primera mirada que tuvieron lugar en el Palacio Episcopal de Málaga en 1992 y 1994 respectivamente.